<GABRIEL>
Entramos de inmediato a la casa victoriana que nos han regalado para recostar a Mía y hacerla reaccionar. Me preocupa su palidez, ya que ella nunca ha sido así.
—Llamemos al médico —suelta mi madre, preocupada.
—Lo mejor es llevarla al hospital —acota la mamá de Mía y saca un pequeño bote de alcohol con algodón de su bolsa.
Mojo el algodón con el alcohol para luego pasarlo por su nariz. Mía despierta con lentitud.
—¿Qué me pasó?
Se queja y se sienta.
—Te desmayaste afuera, hija. ¿Estás bien? Últimamente te he visto muy pálida. Si quieres, vamos al médico para...
—No, no, no, mamá, estoy bien, solo he olvidado tomar mis vitaminas.
Esboza una sonrisa para calmarnos.
No sé, pero se me hace extraño. Vivimos juntos y jamás la he visto tomar pastillas de ningún tipo.
—Bueno, entonces vamos a casa. Ya habrá más tiempo para que conozcas nuestro futuro hogar. —La ayudo a levantarse.
Mis padres deciden quedarse un poco más, ya que pronto llegará el de bienes raíces para terminar los trámites para comprar la casa. Quiero asegurarme de lo que vi en su oficina hace unas horas. Cuando llegamos al departamento, ella dice que se irá a dormir un rato y le respondo que está bien. Ha estado muy somnolienta y tiene muchos cambios de humor. Eso no es normal. Ahora que la vi desmayarse quiero salir de mis dudas. A escondidas, llamo a la médica de la casa para que le saque una muestra de sangre y confirmar mis sospechas.
—Gracias por venir.
—¿Dónde está ella? —susurra.
—En su habitación.
La dirijo a la cama. Ella no pierde tiempo y saca todo lo necesario para sacarle sangre.
—En dos horas te llamaré.
—Está bien, y muchas gracias.
Se marcha.
Estoy muy nervioso. ¿Qué haré ahora si la prueba sale positiva? No está en mis planes esto. Para empezar, quiero disfrutar mis primeros años de matrimonio con ella, luego veremos el tema de los hijos. Me acuesto a su lado y, sin darme cuenta, me quedo dormido. Cuando despierto, han pasado más de dos horas. Son las cinco de la tarde. Reviso mi celular; tengo tres llamadas perdidas de la médica. Ella y yo fuimos grandes amigos en la universidad. A diferencia de mí, ella ya está casada y con dos hijos. Le marco, pero no me contesta, así que insisto hasta escuchar la voz de una niña del otro lado de la línea.
—¿Bueno?
—¿Está tu mamá?
—Espere.
Llama a su mamá a gritos. Después de unos segundos, ella me contesta.
—Diga.
—Karen, soy yo.
—Gabriel, te llamé hace una hora, pero no respondiste.
—Sí, lo sé. Me quedé dormido. Dime qué salió en los resultados.
—Felicitaciones, Gabriel, ya eres papá —informa con alegría.
Me paralizó la noticia.
—G-Gracias, Karen.
Cuelgo, impactado por la noticia que recibí. Mía está esperando un hijo mío, pero ¿cómo se supone que pasó si ella se cuida?
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Sublimes Placeres
RomanceMía Fermonsel es una mujer que no cree en el amor gracias a su exprometido quien la traicionó con su propia hermana. Gabriel Hoffman un hombre enfocado en un solo objetivo que es aumentar el patrimonio de su família. Pero una noche mía descubre el...