—¿cómo sigue Miranda?
Edmon sale de la habitación donde está ella.
—El médico dijo que son heridas superficiales y que en unos tres días ya le dolerán menos —responde con aflicción y tristeza—. Con una crema médica sus cicatrices sanarán. Ya mi padre fue por ella.
Es un alivio que solo sean heridas leves, pero está más preocupado por Mía. Ella parece que está en trance. Al reaccionar y ver lo que hizo, ssufrió una crisis nerviosa demasiado fuerte, así que la llevo a mi habitación para que el médico le dé un calmante después de revisar a su hermana. Cuando el médico sale, me pide que lo lleve con Mía, y así lo hago. Entramos y Mía se aferra a mi hermana. No deja de temblar. Verla en ese estado me angustia tanto, pues nunca me imaginé verla así de mal. Edmon entra, besa a su hermana en la frente y le sonríe para luego tomar la mano de mi hermana, sacándola de la estancia.
—Le pido que se calme. Si no lo hace, será peor su crisis nerviosa.
—¿C-Cómo me pide algo imposible? —grita, alterada—. A-Acabo de golpear a mi hermana.
Escruta sus manos temblorosas con temor. Se dejó llevar por la rabia que sintió en ese momento. Sin poder controlar sus impulsos, la golpeó. Ahora parece arrepentida de haberlo hecho.
—Vamos, cielo, cálmate.
Me siento a su lado y agarro sus manos trémulas.
—Señor Gabriel, le daré un calmante para poder tranquilizarla.
—Está bien. —Beso la frente de Mía—. Todo está bien, Mía... yo estoy contigo.
El médico saca de su maletín una jeringa y un pequeño bote que contiene el líquido que la hará dormir. Lo saca del recipiente con la jeringa, sujeta su brazo derecho y limpia con un pedazo de algodón mojado con alcohol para luego insertar la aguja en su piel.
—N-No quise, Gabriel —solloza entre mis brazos.
El calmante le empieza a hacer efecto hasta hacerla dormir.
—Lo sé —susurro y la arrullo.
Sus ojos se cierran poco a poco. Cuando está dormida del todo, la dejo con cuidado en mi cama para levantarme y arroparla.
—Señor Gabriel, le recomendaré unas vacaciones, ya que parece muy estresada. Tómense el tiempo que sea posible hasta que usted vea que ella está mejor para volver. Ahora dejémosla sola para que descanse.
Desde hace mucho pensé en tomarme unas vacaciones y creo que tomaré en cuenta la recomendación del médico. Por su bien, me la llevaré lejos por un tiempo, pero tendré que hablar con su padre para que pueda tomar su lugar hasta que ella vuelva.
Salimos de la habitación y acompaño al médico hasta la salida. Debo hablar con todos sobre el viaje que haré junto a Mía. Decido decírselos esta misma noche. Mi madre y la de Mía están en la cocina tomando un té.
—Por favor, esperen al padre de Mía. ¿Podrían ir a la sala y esperarme allí?
Aún faltan mi hermana y Edmon. Lo más seguro es que estén aún en el pasillo. Subo las escaleras hasta el segundo piso para buscarlos.
—¿Me das la espalda por tu hermana?
Detengo mis pasos al escuchar la voz de Estefanía cerca de la entrada de su cuarto.
—Compréndeme un poco, amor. Ella me necesita y no puedo dejarla sola.
—Apenas dos meses, Ed, dos meses y ya...
Asomo mi rostro un poco para verlos. Mi hermana solo limpia su rostro, molesta. Edmon trata de tomar su mano, pero ella se niega.
—¿No es cierto que me amas? —Se ríe con sarcasmo.
ESTÁS LEYENDO
Sublimes Placeres
RomanceMía Fermonsel es una mujer que no cree en el amor gracias a su exprometido quien la traicionó con su propia hermana. Gabriel Hoffman un hombre enfocado en un solo objetivo que es aumentar el patrimonio de su família. Pero una noche mía descubre el...