CAPITULO 13

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—Mi secretaria dijo que hay muchos periodistas y reporteros fuera del edificio.

Mi celular vuelve a sonar. Es de mi oficina.

—¿Se fueron?

—Lo siento, señorita, pero no pude. Es más, hay más reporteros que antes. No se irán hasta que usted hable con ellos.

—Maldición. —Paso mi mano izquierda por mi frente—. Escucha, Griselda, atiende todas las llamadas de mi oficina y haz algunos trabajos. Hoy puedes irte después del almuerzo.

—Sí, señorita Mía.

Cuelgo, me dejo caer sobre la cama y revuelvo mi cabello por la frustración que siento.

—¡Cálmate, Mía!

Se sienta a mi lado.

—Tal vez a ti no te preocupa porque aún no sabes la verdad.

—¿Cuál verdad? —indaga, extrañado—. Mía, ¿hay algo que aún no me dices? ¿Qué es lo que me ocultas?

Me incorporo y empiezo a caminar de un lado a otro sin saber qué responderle.

Será mejor decirle la verdad.

—Te lo diré con una condición: ayúdame a resolver mi problema con los reporteros, ya que estoy segura de que Miranda es la responsable.

—¿Tu hermana? —duda.

—Ya sé que para ti es un ángel...

—Te creeré —me interrumpe.

—Ah, ¿sí? Bueno, como te decía, ayúdame con Miranda y yo te ayudaré con lo tuyo.

«Aunque ya lo hice».

—Bueno, no me parece mala la idea.

Me siento a su lado. Me contempla y espera a que empiece a hablar. Tomo aire para tomar valor.

—Terminé mi compromiso con Antonio porque Miranda y él tenían una relación a mis espaldas. Una noche, cuando llegué a casa, subí para buscarla... Escuché gemidos que provenían de su habitación.

—¿Eran ellos?

—Sí. Miranda estaba sobre él. No reaccioné en el momento y ellos tampoco. Cuando reaccioné, corrí a la habitación donde mi padre tiene un arma y tomé una escopeta, luego llamé a la familia de ambos y los exhibí frente a todos los integrantes para que vieran la deshonra.

—¿Y qué dijo su familia?

—Se disculparon por lo que su hijo había hecho y comentaron que aceptarían la decisión que yo tomara. Les dije que no habría compromiso.

—Será un gran escándalo si se sabe lo que en realidad pasó.

—Sí. Es por eso que te advierto que tengas cuidado con Miranda.

—La tendré.

Vuelve a rozar sus labios con los míos como lo hizo en la noche.

Sé que Miranda organizó todo este escándalo para que me alejara de Gabriel. He tomado una decisión... y merezco ser feliz. Si Gabriel es el hombre que el destino tiene para mí, lo aceptaré y no dejaré que nadie se interponga en mi felicidad.

—¿Estás seguro de esto? —Salgo del auto.

—Te hará mejor salir de compras. Bueno, eso es lo que Estefanía dice.

—¿Y tú qué harás?

Él no vendrá con nosotras.

—Iré con Alex a resolver algunos inconvenientes, pero vendré pronto. Mira quién viene.

Sublimes Placeres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora