CAPITULO 10

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—¿Qué haces? —pregunto con amargura al verlo.

Gabriel, tomándome por sorpresa, me agarra de la cintura, muy posesivo, y me acerca a él; contempla a Antonio como si tuviera algún problema con él.

Aún no le he dicho nada sobre Antonio y su manera de verlo es extraño. Lo escruta de una forma amenazante.

—Estás más hermosa que antes, Mía —afirma Antonio.

Me observa y se acerca a nosotros.

—Gracias —respondo, seca.

—Mía, yo...

—¿Qué haces aquí?

—¿Así me hablas después de cinco años sin verme?

—Así te hablo porque nunca debiste volver —espeto con desagrado—. ¿Quién te dijo que podías venir?

—Nuestra familia también fue invitada.

Mantiene su sonrisa.

—No mientas. Sabes de qué hablo, no te hagas el idiota.

—Me conoces bien —acepta entre risas—. ¿Podemos hablar a solas?

—Gabriel será muy pronto mi esposo y no hay nada que deba ocultarle.

—¿Estás segura?

—¿Acaso ves que lo digo en chiste?

—Está bien, como quieras —masculla al ver que tomo la mano de Gabriel—. No permitiré que te cases con otro.

Escruta a Gabriel.

—¿Y quién lo va a impedir? —pregunto con burla—. ¿Tú?

—Sé que aún me amas, Mía.

—Me conoces bien, Antonio, y sabes que no acepto compromisos a menos que yo lo quiera.

—Entonces, ¿lo amas?

Se arregla el cabello.

—No tengo que darte explicaciones.

—Cambiaste mucho, y supongo que fue por mi culpa.

—Supones bien. —Me cruzo de brazos y sonrío.

—¿Qué le pasó a mi dulce Mía?

—¡Tú mismo la mataste esa noche! Así que, si no tienes nada más que decir, me voy. Vamos, Gabriel. —Vuelvo a tomar su mano.

—¡No, espera! Todavía debemos hablar.

Cuando siento el agarre de Antonio sobre mi brazo, me quejo. Ejerce mucha fuerza, pero a él no parece importarle.

—¡Suéltala! —grita Gabriel y lo empuja.

Logra llamar la atención de todos los presentes.

—¿Crees que ella te ama? No seas estúpido, ¡solo te usa!

—Acéptalo, ella ahora es mía y va ser mi esposa, ¡perdiste tu oportunidad!

Me zafa del agarre de Antonio y me hago a un lado cuando él le da un puñetazo en el rostro. Intenta golpearlo de nuevo, pero Antonio se defiende y evade su golpe. No puedo meterme entre ellos, dado que ambos son demasiado fuertes. No obstante, Edmon y Alex sí pueden, de modo que les grito que hagan algo. Al lograr intervenir, los toman de sus brazos. ¿Por qué me pasa esto a mí? Estoy más que molesta con ambos porque armaron un espectáculo frente a todos y más frente a los periodistas, quienes no dejan de fotografiar. Me acerco a ambos. Alex y Edmon los sujetan. Gabriel me mira y luego a Antonio, lleno de ira. Levanto mi mano y lo abofeteo. Hago lo mismo con Antonio.

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