Capitulo 6.

391 20 6
                                    

Cuando desperté ella ya no estaba. En la mesita que estaba a un lado de mi cama encontré una nota.

"Te veo en clase Draco"

Me quite mi anillo y lo deje sobre la mesa, me dirigí inmediatamente a la ducha, mientras estaba ahí, y el agua caía directamente en mi cara, pude sentir un momento de tranquilidad.

Salí y comencé a cambiarme, me puse mi túnica, y me puse mi anillo. Antes de salir de mi habitación di una última mirada al espejo.

Pude notar que estaba más pálido que de costumbre y cualquiera podría asumir que estaba enfermo.

Me acerqué un poco al espejo y comencé a ensayar uno que otro gesto de felicidad, para que nadie notará lo mal que estaba en realidad.

Mientras hacía esto, Goyle entró y me dijo "Vamos Draco, te estamos esperando en la sala"

Me separé inmediatamente del espejo y salí de mi habitación.

Llegamos a clases de pociones y me senté entre Parkinson y Zabini. Nuestro profesor era Slughorn.

En ese año aprendí a dividir mis pensamientos. Una parte estaba prestando atención a clase, otra parte de mi cerebro se encontraba pensando en qué si mi madre estaría bien. Y otra parte se encontraba planeando sobre como podría matar a Dumbledore.

Hacer esto era muy desgastador.

El profesor Slughorn explicaba sobre como preparar un procedimiento. Cuando Potter y Weasley entraron.

Tarde como siempre, - pensé.

Si no estuviera tan ocupado en mis pensamientos hubiera hecho un comentario sarcástico sobre ellos.

Pero ya no había tiempo para eso.

Slughorn menciono algo sobre la poción conocida como "suerte líquida".

En ese momento, captó mi atención total. Tal vez eso era lo que necesitaba para lograr mi cometido de matar a Dumbledore. El profesor dijo que se la daría al estudiante que realizará el mejor filtro de muerte en vida.

Cuando intenté seguir el procedimiento noté que se me complicaba hacerlo. Me había faltado estudiar las cantidades. Tenía todos los materiales en la mesa y el libro. Pero por alguna razón no sabía cómo empezar. Estaba tan ocupado pensando en otras cosas que descuide un poco mis estudios.

Volteé a mi lado. Para ver si podía ayudarme de alguien.

Blaise estaba platicando con Parkinson. Ni siquiera estaban intentando hacer la poción.

Crabbe y Goyle ni siquiera sabían en qué página del libro estábamos.

Me encontraba rodeado de ineptos. - pensé.

A unos cuantos pasos, estaba el trío de oro. Observé a Granger comenzar a preparar la poción. Discretamente fui siguiendo cada uno de sus movimientos para imitarlos.

Pero que ridiculez, nunca me hubiera imaginado estarle copiando los procedimientos a una Sangre sucia.

Pero mientras ella estaba revolviendo su caldero, el humo salía y golpeaba suavemente su cabello, moviendo uno que otro rizo.

Por un momento pude apreciarla.

Era una sangre sucia, pero cada día lograba superar a los demás y a sí misma. Era como una biblioteca andante.

Que suerte tiene Granger de haberse juntado con "el niño que vivió".

No no, - dije mientras sacudía mi cabeza, más bien que suerte la de Potter de tener a una brillante bruja como su amiga.

Apuesto a que sin ella, no habría logrado muchas cosas.

Finalmente quien ganó la poción fue Potter. Otra vez Potter. Siempre Potter.

Subí a mi habitación, me asome por la ventana para ver si podía observar a la lechuza llegar con alguna carta para mí.

Pero nada llegaba.

Finalmente apague la luz y me fui a dormir, con una inmensa preocupación en mi corazón.


Para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora