34: TUYA POR COMPLETO

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Diez días después, David estaba en su vestidor, luciendo un esmoquin estupendo y arrastrando perchas de un lado a otro mientras Juliana observaba la escena sentada en el borde de la cama.

-¿Qué me dices de esto? -preguntó David, y apareció por la puerta del vestidor con un vestido colgando de la mano.

Juliana se sorprendió al ver el vestido de flores que había llevado durante la cena en su honor en el Vulio, hacía ya unos meses, la misma noche en que había conocido a Valentina. Parecía mentira que su vida hubiera cambiado tan drásticamente en apenas unas semanas, y que se hubiera enamorado hasta la médula para, acto seguido, estropearlo todo como solo ella era capaz de hacerlo. Claro que si sopesaba lo ocurrido en su conjunto, todo tenía sentido, por deprimente que resultara. David se percató de la falta de entusiasmo de Julia y dio la vuelta al vestido para poder mirarlo.

-¿Qué? ¿No te parece bonito?

-No voy a ir, David -dijo ella, y tenía la voz ronca de no usarla.

-Nada de eso, claro que vas a ir -respondió David, dedicándole una mirada muy poco propia de él-. No pienso permitir que te pases el resto de las vacaciones de acción de gracias encerrada en tu habitación.

-¿Por qué no? Son mis vacaciones -dijo ella sin demasiada emoción, echando mano a un cojín y tirando de una de sus borlas-. No me he saltado ni una de mis obligaciones. ¿No puedo encerrarme en mi habitación por una vez, si eso es lo que me apetece?

-Así que al final la verdad sale a relucir. Juliana Valdés se ha convertido en el tipo de chica que siempre ha detestado: esa chica que se encierra y se niega a comer cada vez que corta con un chico.

-Valentina y yo no hemos cortado. Llevamos una semana y media sin hablar, que es muy diferente. Y lo más probable es que no volvamos a hacerlo jamás.

De pronto, recordó cómo la había dejado plantada en el dormitorio con una expresión en la cara de remordimiento, de nerviosismo, de soledad. Juliana había creído que Valentina tenía algo que ofrecerle más allá del sexo, pero estaba equivocada. ¿Y el principio de reciprocidad? ¿De qué servía que ella depositara toda la fe del mundo en aquella historia si la rubia no hacía más que dudar?

-Además -continuó Juliana-, para cortar con alguien primero hay que tener una relación con esa persona, y ese no es mi caso, al menos no en el sentido tradicional de la palabra.

-¿Has intentado hablar con ella? -preguntó David, mientras colgaba el vestido de la puerta del lavabo.

-No. Aún puedo sentir su ira. Es como si emanara desde su apartamento del otro lado del río y llegara hasta aquí.

-No es ira -le pareció oír que su amigo mascullaba entre dientes.

-¿Qué?

-Son imaginaciones. ¿Por qué no la llamas?

-No. No serviría para nada. David suspiró.

-Están hechas unas cabezotas, las dos. No pueden seguir en tablas para siempre.

-No estamos en tablas.

-Ah, ya veo. Será porque te has rendido.

Al oír las palabras de David, Juliana sintió, por primera vez en días, que la ira se abría paso a través de la tristeza. Fulminó a su amigo con la mirada; él sonrió y le tendió la mano.

-Vamos. Antonio y César nos están esperando. Además, tenemos una sorpresa para ti.

Juliana resopló de pura frustración, pero se levantó de la cama.

-No quiero que intentéis levantarme el ánimo, y aunque quisiera, no entiendo qué tiene que ver eso con llevarme a una ridícula reunión de solteros, encima de etiqueta. Sabes que no tengo nada que ponerme y que odio ese tipo de eventos. Y creo recordar que tú también.

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2021 ⏰

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Mine complètement - Juliantina TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora