19. Mingyu el hermano sobreprotector

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Era viernes, el día en el que Jeonghan, Sumgil y el resto del equipo de ajedrez habían dejado de ver clases particulares, para unirse a sus compañeros de club, Seungkwan le enseñaba a Seokmin las reglas básicas y cómo jugar, ya que el club de fotografía no tenía actividades esa tarde.

No era la primera vez que Sumgil jugaba contra Jeonghan, pero le estresaba ver como él siempre la dejaba ganar, como si no importara competir contra ella.

― Apostemos ― dijo en un impulso, los ojos de Jeonghan brillaron con entusiasmo, había mordido la carnada. El chico comenzó a ordenar las fichas en el tablero y le preguntó el precio a pagar ― Si yo gano, debes usar falda durante una semana, para venir a la escuela, para salir de casa. Para. Todo.

Jeonghan sonrió con malicia. ― Si yo gano... quiero un beso.

Sumgil escupió su jugo de fresa, pero no podía demostrar cuanto le afectaba aquella decisión, Jeonghan no iba a ganar.

Pero, se equivocó.

― Jaque mate ― dijo él después de un par de horas, la partida resultó intensa y las manos de Sumgil sudaban por los nervios después de perder, estaba impresionada, sabía que el chico era ingenioso, hacerlo parte del club era como afilar un cuchillo y ahora lo habían colocado en su garganta.

Pero, su victoria fue interrumpida por un mensaje en su celular.

El chico frunció el ceño.

Sumgil recibió un mensaje de su madre.

― Seungcheol dice que el vuelo se atrasó y llegarán a media noche ― explicó Jeonghan ― Pasarán una semana aquí por culpa del clima.

Sumgil lo observó confundida.

― Nos da tiempo de comer ― dijo jalándola de la muñeca para levantarla, pero ella se zafó ¿Acaso no iba a cobrar su parte de la apuesta? Jeonghan rodó los ojos y la volvió a tomar. ― Tengo hambre. Vamos.

Terminaron en un pequeño restaurante de comida china, incluso pidieron postres, si Sumgil era sincera, Jeonghan podía resultar divertido, era fácil hablar con él y solía meterse en tantos problemas con Seungcheol que sus historias eran interesantes.

Cuando terminaron la acompañó a casa como siempre, sin embargo, se detuvo antes de llegar a la entrada, ella se giró para verlo, Jeonghan sonreía con malicia.

― Creo que me debes algo.

Sumgil creía que lo había olvidado, los nervios volvieron a ella y tragó grueso.

Jeonghan se acercó a Sumgil y tomó su rostro entre las manos, con los pulgares acarició suavemente sus mejillas, el corazón de la chica latía tan fuerte que parecía que iba a explotar. Jeonghan se acercó y podía sentir su aliento en el rostro.

Sumgil cerró los ojos.

Y con delicadeza él besó su mejilla. ― Listo ― susurró conteniendo la risa.

Sumgil abrió los ojos, tomó al chico de la corbata y lo jaló para besarlo de verdad.

Sumgil abrió los ojos, tomó al chico de la corbata y lo jaló para besarlo de verdad

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