4. Jun el transportador

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Seungcheol esperaba a que Acacia explicará todo lo que ocurría, pero, ella solo se removía en su asiento. Mordió sus uñas y suspiró.

― En teoría, no me corresponde explicarte esto, mi trabajo es conocerte, confirmar que eres uno de nosotros y luego nuestro director viene a hablar contigo y con tú familia. ― Acacia cerró sus ojos con fuerza. ― La situación salió de control y…

― Acacia… ― interrumpió Seungcheol.

― Tu, Soonyoung y yo, somos diferentes ― tragó grueso, jamás la había visto tan insegura ― Todo se debe a una alteración en nuestro ADN, se produjo una mutación que…

― Debes estar bromeando. ― susurró por lo bajo, algo tan complicado no podía ser explicado leyendo un comic o viendo una película de superhéroes.

― Hay más como nosotros ― habló tan rápido que apenas se le entendía ― Nuestro origen es más complicado de lo que parece...

― Espera ― Seungcheol colocó ambas manos frente a él. ― ¿A dónde vamos? ― la interrumpió de nuevo.

― Tu ubicación está comprometida, vamos a un lugar seguro, lo sabrás cuando lleguemos.

― ¿Quién nos perseguía hace unos instantes?

Acacia tragó grueso.

― No todos los que saben de nosotros quieren ayudarnos, ese es un grupo dedicado a tratar personas como nosotros ― hizo una pausa ― Realizan experimentos genéticos de manera clandestina.

― ¿Por qué?

― Curiosidad, supongo ― dijo más para sí que para él. ― Cuando eres diferente, habrá personas que quieren lastimarte solo para tener el control.

― ¿Cómo sé que ustedes no harán lo mismo?

La chica se sintió ofendida por un instante, después de todo había arriesgado su propia vida por mantenerlos a salvo.

― Eres libre de irte si quieres ― espetó mientras se cruzaba de brazos.

― Tú humor sigue siendo un problema, estás como Jihoon ― dijo Soonyoung desde el otro lado del pasillo. Jeonghan estaba dormido con la cabeza pegada a la ventana, entrar en pánico agotaba mucho.

― ¿Cómo…? ― susurró Seungcheol.

― ¿Cómo escuché? Tú también puedes hacerlo si prestas atención, nuestros sentidos son más agudos que los de una persona promedio. ― agregó hojeando un libro ― Disculpa a nuestra rastreadora, lleva dos años fuera de servicio y esta parte del trabajo no le corresponde, pero ella tiene razón, eres libre de irte.

― No tienen por qué confiar en nosotros y es entendible que dudes, sin embargo, dadas las condiciones sabes mejor que nadie, que quedarte con nosotros es la opción más lógica y segura. ― finalizó y volvió a su libro.

Un silencio incómodo los acompañó por un instante.

― Si quieres saber más sobre ti mismo ― dijo Acacia, mientras Seungcheol miraba sus manos, había muchas cosas para procesar ― Nosotros te ayudaremos.

― ¿Qué es rastreadora? ― preguntó sin levantar el rostro.

Acacia tragó grueso.

― Un rastreador es un estudiante seleccionado, para dar con otros jóvenes como nosotros, tu cerebro produce una actividad neuronal diferente a la de una persona promedio, cuando se sospecha de alguien con habilidades especiales, se envía un rastreador a confirmar su condición, fraternizamos contigo hasta que el director de nuestra academia te visita y te invita a participar en el programa de educación.

― Normalmente desarrollamos nuestros poderes en la preadolescencia, así que trabajamos hasta los catorce o quince años, de vez en cuando nos encontramos con excepciones.

― Como yo ― intervino y Acacia asintió ― Desde que era pequeño… he estado reprimiendo esta fuerza… Y lo único que lograba, era enojarme.

Seungcheol apretó sus puños con fuerza.

― Todos tenemos problemas de ira ― dijo Acacia, él la observó por un instante ― Nuestro temperamento, nuestra fuerza, nuestra inteligencia, nuestros sentidos y otros detalles de nuestra personalidad, se deben a nuestra condición.

Cheol colocó su rostro en ambas manos, su desastrosa forma de ser tenía una explicación, había más personas como él.

― ¿Me enseñarán a controlarme?

Ella asintió.

― ¿Qué hay de mis padres? ― pero antes de que pudieran continuar el tren se detuvo, Soonyoung sacudió a Jeonghan para que despertara. Acacia tomó a Seungcheol de la muñeca y comenzaron a correr, eran cerca de las tres de la madrugada y no había mucha gente en las calles.
Recorrieron las calles hasta llegar a una zona en construcción, el frío les calaba los huesos, encontraron un almacén, estaba oscuro, pero Soonyoung encendió algo de fuego. Acacia sacó un pequeño artefacto de la mochila de su amigo, presionó un botón y cuando emitió una luz roja, lo tiró al suelo.

Un extraño ruido se oyó en las sombras, luego un montón de latas comenzaron a caer, Acacia colocó su mano en el aire y el escándalo se detuvo, un chico salió de la oscuridad mientras intentaba zafar su pie de una lata de pintura.

― ¿Jun? ― dijo Acacia al verlo saltar de un lugar a otro ― No te muevas ― hizo un movimiento con sus manos y la lata salió volando en otra dirección.

― Cielos, gracias ― dijo en mandarín.

― ¿Por qué te enviaron a ti? ― preguntó Acacia.

― Porque si, mocosa mal agradecida ― dijo en tono sarcástico, se giró e hizo una reverencia para Seungcheol y Jeonghan ― Mi nombre es Wen Junhui a sus servicios.

Acacia movió su brazo y se oyó un ligero ruido a lo lejos una lata cayó donde estaba Junhui, pero el chico había desaparecido.

― Muy divertido Cassie ― se quejó detrás de Jeonghan a quien casi mata del susto.

― ¡Hace un momento estabas ahí! ― lo acusó Jeonghan, Jun sonrió y en un pestañeo volvió al lugar al que señalaba.

― Jun puede teletransportarse y llevar con él todo lo que toque ― explicó Soonyoung ― Él nos llevará a un lugar seguro.

Jun hizo una mueca. ― Si, pero, solo puedo trasladar a dos personas por viaje y haremos escala en Hong Kong.

― ¿A dónde vamos? ― preguntó Seungcheol, realmente alarmado.

― A Shenzhen, China, espero sepas mandarín ― respondió Jun, tomó a Seungcheol del brazo, mientras Soonyoung se sujetó del hombro de su amigo. ― No te sueltes.

Y en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron.

― ¿A dónde crees que vas? ― Acacia sujetaba con fuerza la muñeca de Jeonghan, este intentó zafarse, pero le era imposible.

― Yo… no soy…

― ¿Cómo nosotros? ― interrumpió jalándolo para colocarlo frente a ella ― Te metí en problemas, eres mi responsabilidad y tengo que protegerte.

Jeonghan dejó de protestar. ― ¿Qué pasará conmigo?

― Eso lo decidirás tú, mientras tanto, tengo que cuidar tu escuálido trasero.

― Oye…

― ¡No es mi intención lo juro! ― interrumpió Jun, haciendo su aparición en aquel lugar, tomó el pequeño artefacto que había lanzado Soonyoung y sujetó la mano de Acacia ― Van a vomitar.

Los tres chicos desaparecieron, en un abrir y cerrar de ojos se encontraban en una especie de barrio chino, Jeonghan comenzó a vomitar, aun así, Acacia no lo soltó. Ella también estaba mareada y la mezcla de aromas revolvía su estómago.

Jun estaba sudando y su piel lucía pálida, aseguró su agarre en la mano de su amiga y cuando Jeonghan terminó de vomitar, volvieron a viajar.

magnetic × seventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora