3. Soonyoung el chico loco

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― Se supone que deberías estar limpiando ― reclamó Seungcheol luego de tirar el trapeador. Acacia estaba sentada en las gradas del gimnasio, parte de su castigo incluía limpiar algunas áreas de la academia, durante dos semanas.

― Estoy escribiendo mi carta de disculpas ― dijo y frunció el ceño mientras garabateaba en un papel. Seungcheol resopló.

― Creo que expresé muy bien mis sentimientos ― le enseñó el papel, el chico no pudo evitar sonreír al leer ― Lamento que seas un imbécil, debí partirte otra cosa.

― Mañana limpiaremos el taller de arte, puedo hacer un dibujo, para que quede linda ― dijo y abrazó el papel, lucía como una niña pequeña, esta vez su mano no llevaba vendajes y círculos azules decoraban sus nudillos.

A pesar de su rostro impasible, su cuerpo parecía reaccionar en su contra, la chica tenía las mejillas, las orejas y el cuello ruborizado. Seungcheol entrecerró los ojos y la observó con cuidado, Acacia parecía ser un verdadero dolor en el trasero.

Pero, quien era él para juzgar, problemas era su segundo nombre y a veces no podía evitar sentirse mal por su familia, su padre y su madre habían dejado su vida en Busan, para mudarse a Ilsan y que él pudiera entrar en esa Academia, así que ahí estaba Choi Seungcheol, buscando más problemas como el mal agradecido hijo que era.
Aunque esta vez, solo está vez no era su culpa, una sensación de alivio recorrió su cuerpo, había estado en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Aunque, solo había sido una vez, su amigo podía no ser agresivo como él, o como Acacia, igualmente, Seungcheol creía que era un buen amigo y tenía una inteligencia envidiable, eso era lo que la gente odiaba de él, nadie podía engañarlo.

Seungcheol sabía que sus compañeros también lo resentian, para su suerte nació con habilidades académicas, era bueno en todo, matemáticas, lenguas, historia y si se concentraba lo suficiente, vencer a Jeonghan era pan comido. Su madre solía decir, que la única piedra en su futuro era su problema de ira.

Aunque él no lo veía como una piedra, sino como una bola de nieve que va creciendo a medida que avanzaba.

― ¿Estás bien? ― dijo y ella levantó una ceja, un gesto que Seungcheol consideraba pretencioso.

― Estoy molesta ― la chica dobló la carta y la guardó en el bolsillo de su saco, se levantó y le quitó el trapeador.

Él la observó con cuidado, definitivamente un dolor en el trasero.

― No tienes por qué agradecerme ― dijo Acacia

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― No tienes por qué agradecerme ― dijo Acacia.

― Te gusto, ¿no es así?

La mano de Seungcheol se detuvo en la puerta del salón de arte cuando reconoció la voz de su amigo a través de las paredes. Acacia soltó una carcajada ― Que descarado.

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