Capítulo 3

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Capítulo 3

En la noche timbro el celular. María fue rápidamente a contestar.

—Señora María con el detective Sotomayor.

—Si señor. Hubo un silencio, no le hablaban. —Señor lo estoy escuchando. dígame.

—Señora María es que queremos que nos acompañe al anfiteatro. Venga rápidamente a la estación de allí vamos a ir allí.

María no comprendía sin embargo salió rápidamente. Llego a la estación el detective la vio y se dirigió hacia ella.

—Señora María, esto es solo rutina. Vamos. No se preocupe. Tranquila

Se subió a la camioneta del detective, Llegaron al hospital. Allí la llevaron a un lugar solitario, entro y había muchas camillas con niños cubiertos con sabanas. Eran cinco niños.

El detective la tomo por un brazo caminaron lentamente hacia una de las camillas

—María, aquí hay varios niños. Queremos que usted nos ayude.

—Ninguno de estos niños es mi nachito. Yo lo se. Soy su madre. Yo lo conozco. Podía identificarlo entre mil niños.

—Hay un niño que tiene rasgos similares. Solo usted puede identificarlo. Ya le hicimos muestra de ADN y coinciden. Tranquila. Respire profundo. Yo voy a acompañarla.

María sintió que le faltaba el aire. En su interior sabia que Nachito esta vivo. Su corazón se lo decía

Sotomayor la condujo tomándola del brazo, levanto la sabana era un niño morenito, no era Nachito hacia hicieron con cinco niños más, María respiro profundamente se abrazó al detective y lloro, no sabía si lloraba porque no está Nachito allí o porque no lo encontraba. El detective la abrazo. Se sintió incomodo, era un ser frio. María se abrazó a él. Sintió el calor de su cuerpo. Se negaba a sentir, por eso odiaba los abrazos, a Sotomayor no le gustaba los abrazos. Sentía que le dolía, el corazón se le arrugaba.

Acompaño María hasta la salida, de pronto decidió llevarla hasta la casa de ella. Seres como María lo hacían débil.

Se montaron a la camioneta. Sotomayor miro a María por el retrovisor. Era una joven de veinte años, se vestía muy humilde, cabello lacio, ojos café, pestañas abundantes. Labios delgados. Era una mujer hermosa, vio como le salían lágrimas de sus ojos, ella con las manos las limpiaba, mientras apretaba los puños. Miro sus uñas, se notaba que María no se preocupaba por su apariencia personal. Calzaba unos zapatos bajitos, desgastados. Le pareció un ser tan indefenso. "La vida se ensaña con seres vulnerables. Estas personas viven para ayudar a los demás, gente honesta, humilde, que viven al día, día, haciendo el quite a los problemas para sobrevivir" Pensaba.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando María grito.

—¡Nachito! Grito. Mire ay esta Nachito pare.

Sotomayor orillo la camioneta. María salió apresuradamente, paso la calle corriendo. Sotomayor la siguió. Un niño estaba sentado en el parador del bus. María se lanzó abrazarlo, el niño alzo la cara. María lo miro asombrada no era Nachito. Sotomayor la ayudo a incorporar. Era un niño de vestido andrajoso. Tenía la cara sucia. El pelo desordenado, los miraba asombrado.

—María no es el. Le decía Sotomayor sacudiendo para que volviera a la realidad

—¿Qué haces en la calle?, este helado, ¿dónde están tus padres? Le pregunto Sotomayor al niño.

—Están allí tomando cerveza, señalaba una tienda. —No me dejan entrar, solo entran adultos.

María lo ayudo a incorporar. Se quito su saco y se lo coloco.

—Yo te he visto por el barrio, si quieres te llevo. Ve y diles a tus padres que te vas para la casa.

—Ceñito mi mamá me mando hace rato, lo que pasa es que tengo mucha hambre.

Sotomayor los ayudo a ambos a subir a la camioneta en el camino, le compraron algo de cenar al niño, él comió con gran apetito. Lo dejaron en la casa, era una casa de alquiler donde vivían varias personas, todos lo conocían.

—Señor Sotomayor yo ya estoy cerca si quiere yo sigo a pie desde aquí.

—NO maría, no quiero dejarte en este lugar, sube, te llevo a tu casa.

Enci Silva

Una luz brillando en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora