Al llegar a la habitación que compartía con Jaqui y Andrea, encontré mi bolso sobre el pequeño sillón que había apartado para mí y en el cual, para mi sorpresa, aun no había llegado a utilizar.
Dentro de toda la avalancha de pensamientos y emociones que se habían apoderado de mí apenas despertar, había una que resaltaba entre todas. Ni un inminente final, la falta de esperanza, o el misterio que envolvía la actitud del Doctor Jenner, lograban compararse con los acontecimientos de la noche pasada.
No me malinterpreten, aún tenía miedo y me encontraba triste y desolada por el giro que había tenido nuestra búsqueda ante la ilusión de una nueva oportunidad. Pero, aun así, no dejaba de ser una realidad con la que todos, tarde o temprano, tuvimos que acostumbrarnos a convivir.
Muy dentro nuestro, en aquel recóndito lugar donde habita la voz del desastre, lamentos y frustraciones (aquella voz que se hacía presente incluso antes de un apocalipsis) ella ya había anunciado la fatalidad de nuestro destino. Antes de que incluso el Doctor Jenner pudiera pronunciar una palabra, una voz desde las tinieblas de nuestro ser remarcaba la primicia de su advertencia. Haber vertido todas nuestras esperanzas en el CDC solo fue un mecanismo de sobrevivencia que hoy hallaba su derrota.
Por ello, de entre toda la tragedia que inevitablemente nos rodeaba, que mis pensamientos se dirigieran hacia Daryl no era una total locura, al contrario, era una bocanada de aire fresco entre tanta mierda.Mientras mis ideas se interponían unas otras y observaba mi reflejo en el espejo del baño, fue cuando caí en cuenta de un objeto faltante el cual no había echado de menos hasta ahora, mi collar. Era una pequeña piedra circular de Ónix negro en una fina cadena dorada. No poseía gran valor económico, la cadena era de acero quirúrgico y la piedra, incluso si alguien en estas circunstancias pudiera revenderlo, no obtendría demasiado por ella. Pero para mí tenía un alto significado emocional, mi madre me lo había dado como obsequio el día que salí de rehabilitación. En sus palabras, el uso de dicha piedra era símbolo de protección, fuerza de voluntad y calma. Y desde ese día, hace ya tiempo, nunca me lo quité. Quizás no poseyera ninguna propiedad y solo llevara colgando de mi cuello una tonta piedra, pero el cariño con la que mi madre me lo entregó sobrepasaba cualquiera de sus pseudo propiedades, y no estaba dispuesta, por ningún motivo, a perderla.
Haciendo un recorrido mental de todo el día de ayer, recordé que el último lugar donde lo había visto era la jabonera del baño antes de tomar mi ducha, pero al dirigir mi vista hacia allí no estaba. Por un momento cruzó el pensamiento de que quizás Jaqui o Andrea lo hubieran tomado, pero estaba casi segura de que al momento de vestirme y bajar a cenar lo llevaba puesto. La última opción que quedaba era Daryl. Era probable que, entre el alcohol y el descontrol que habíamos compartido la noche anterior, mi collar hubiera sido el perjudicado.
Entre la reticencia y la vergüenza de verlo a la cara, y la importancia que representaba para mí el collar, me dirigí con pasos dubitativos hacia el cuarto que sin pretenderlo habíamos compartido.
Con la esperanza de que la habitación se encontrara vacía o al menos que la puerta se hallara cerrada, para así tener más tiempo para planear mi diálogo en caso de su presencia, esta se vio desvanecida al encontrar que ni la puerta se hallaba cerrada ni la habitación se encontraba vacía. Daryl Dixon yacía tumbado en la cama en una postura desordenada a la vez que con su mano izquierda llevaba a sus labios la misma botella que habíamos dejado anoche sin terminar. No supe en qué momento fue a buscarla nuevamente a la cafetería.
Ante los recuerdos que su última acción habían despertado en mí, así como el calor que iba en aumento en toda la habitación, la vergüenza no tardó en hacerse notar en mis mejillas mientras decía
- Hey Daryl... emm... -tragué la poca saliva que se encontraba en mi boca- ¿Por casualidad no habrás visto por el piso... o la cama, un collar con una piedra negra? Porque es mío.
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JARDÍN DE AMAPOLAS (Daryl Dixon)
ActionUno pensaría que con el paso de los días el golpe de los eventos desafortunados disminuiría o, por lo menos, el tiempo los desdibujaría. Sin embargo, este parece haber marcado con trazo más duro el curso del mismo. Que la salida del sol no los enga...