Capítulo XIII.V: Primeras impresiones

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《Oigan, ¿qué rayos pasa allá adelante?, ¿por qué no nos dejan avanzar? Hace más de una hora que estamos esperando en la fila.》

《Avanza idiota.》

《Que te prendas a la bocina no va a hacer que la fila avance más rápido imbécil.》

《No, pero si te rompo la cara seguro ocupas un espacio menos.》

《 ¿Quieres ver quién se va primero tarado?》

La última media hora se había resumido a esto, gritos, bocinazos, insultos, testosterona liberada en pequeños e insignificantes pleitos.

La autopista 85 estaba desbordada de automóviles. Literalmente autos, camiones y camionetas habían intentado sacar ventaja avanzando por los costados de la ruta, pero en cuanto todos siguieron a los primeros, esta rápidamente también quedó colapsada por ambas partes. Lo que antes eran cuatro carriles de pavimento congestionados, ahora eran ocho carriles de pavimento, pasto y tierra tomados por una cantidad exorbitante de vehículos y pasajeros acostumbrados a un tráfico más ligero. Parecía que toda la ciudad quería salir por la misma única puerta, a la vez.

Tras pasar casi dos horas desde que había acordado verme con Ryan, decidí volver sobre mis pasos en la autopista, suponía que entre la marea metálica él también podría haber quedado varado.

Un pequeño pasillo en zigzag se había formado, dejando espacio suficiente para abrir las puertas o caminar, pero no ambas a la vez. Y aunque los primeros pedidos de mantener las puertas de los coches cerrados fueron escuchados, rápidamente las respuestas se convirtieron en insultos y caras mal agestadas. No hace falta decir que el ambiente era tan tenso como la cuerda de un arco, preparado para lanzar una flecha y lastimar a alguien en el camino.

Con la mochila sobre mis hombros fui esquivando puertas abiertas y espacios pequeños, a la vez que agachaba levemente mi espalda intentando identificar a Ryan entre los parabrisas en una tarde que ya se proclamaba oscura.

- ¿Qué miras? -un hombre apareció por mi espalda tomándome fuertemente del hombro y enfrentándome a él.

- Lo siento, solo estoy buscando a un amigo –dije con voz temblorosa ante la sorpresa. 

Sacó el cigarro de su boca tras darle una calada y expulsando el humo frente a mi cara dijo

- ¿Sí? Pues aquí no está, así que vete o les diré a todos que me estabas por robar. A ver si con eso te devuelven a tu país y dejas de ocupar espacio.

La conmoción tras sus palabras fue tanta que no me atreví a abrir la boca, mi vista se movió hacia mis costados buscando a alguien que hubiera escuchado lo mismo que yo, alguien que estuviera igual de estupefacto que yo. Pero su auto era uno de aquellos que había querido sacar ventaja, por lo que a mi derecha solo se encontraba un gran roble y mi izquierda chocaba con la puerta amarilla de su vehículo.

Volviendo mi mirada hacia él, y con el tiempo haciendo efecto en mí, pensé en contestarle, pensé incluso en insultarlo y hacer un gran escándalo, pero con cada paso que efectuaba acercándose más hacia mí, mi valentía se hacía pequeñita a la par que mi espalda se encorvaba y las manos que sujetan las correas de mi mochila empezaban a empaparse.

- Con que aquí estabasuna mano helada tomó desde atrás mi antebrazo, produciendo un escalofrío por el cambio de temperatura, mi cuerpo sudaba.

- ¿Está todo bien? -una voz calmada habló a mi izquierda, pero solo cuando la mirada cruel y lasciva del hombre frente a mí se despegó de mi cuerpo y se posicionó en el desconocido a mi lado, pude levantar levemente mi cabeza para que mis fosas nasales respiraran con más comodidad.

- Hey –dijo otra vez la misma voz.

Ya más recompuesta torcí mi rostro en su dirección, la ilusión de que fuera Ryan decayó tan rápido como mi entrecejo al fruncirse en confusión.

¿Y este quién era?

- No me mires así, ya sé que estás molesta, pero entre tanta gente me era imposible ubicarte -dijo con una pequeña sonrisa logrando que sus ojos se achicaran más de lo que había podido observar.

- ¡Ja! Con que este es tu amigo ¿no? -la voz burlesca a mi espalda volvió a erizar con frío los bellos de mi nuca- No me extraña, estos malditos extranjeros son una plaga, se creen que por venir a nuestro país pueden quedarse con nuestros trabajos e infectar a nuestros niños con sus horribles culturas y aspectos. ¿Qué monstruosidad irán a crear ustedes dos, un chino y una...

- Soy coreano –le interrumpió el sujeto frente a mí, con su mano todavía sosteniendo gentilmente mi brazo- Y creo que es momento de irnos, nos esperan –dijo esta vez posando sus oscuros ojos sobre mí.

A una distancia de menos de un metro el rostro delgado del muchacho no hubiera producido suficiente novedad, su camisa de boliche y sus pantalones cortos no le daban un aspecto aterrador ni fantástico, por el contrario, la ropa le quedaba tan holgada que parecía un poco enfermo, sumado a las gotas de sudor que hacían brillar su rostro.

Pero desde la distancia donde yo me encontraba me fue fácil y rápido percibir el movimiento en sus ojos, su ceja izquierda se había levantado de manera tan imperceptible que podría haber parecido un simple cambio de luz, pero no, la señal había sido clara: es momento de irse.

Y para ser sincera prefería lidiar con el chico joven y escuálido, que con el patán a mi espalda.

Sin soltar mi brazo me guio por el laberinto de colores, mientras las palabras de ese hombre aún se mezclaban en con el sonido de mis jadeos.

- ¿Y eso qué importa? Son todos unos malditos hijos de...

El estruendo de una puerta cerrándose cortó como un cuchillo su insulto por la mitad.

- ¿Ed, que sucede? -una suave voz femenina me tentó a girar mi cuello ¿qué voz se animaría a compartir un silencio con ese hombre tan desagradable?

Cuando mi cuello iba a mitad de camino, mi pecho chocó con otro cuerpo, provocando que no solo recibiera un golpe por delante sino también en mi espalda, producto del salto que produjo mi mochila ante el abrupto freno.

- ¿Estás bien? -la voz del muchacho captó toda mi atención.

- Lamento lo de hace un rato, pero cuando vi que te acorraló no pude evitar querer sacarte de ahí, no te veías cómoda -continuó ante mi silencio.

No estaba segura de cuánto tiempo había pasado, pero si hubiera tenido un reloj en mi muñeca estaba segura que habría sido máximo unos tres minutos, aunque el latir desenfrenado de mi corazón me decía que había sido lo más cercano a una maratón de una hora.

- Soy Glenn Rhee –dijo el ahora no extraño muchacho, mientras alejaba incómodo su mano de mi brazo y la posicionaba en frente de mi estómago invitándome a compartir un saludo.

- Gema. Gema Viela –dije por fin sacando a mi voz del nudo que se había formado y estrechando su mano con entusiasmo- Gracias por ayudarme.

Una sonrisa contagiosa se formó en su rostro mientras mantenía nuestras manos estrechadas.

- No tienes porqué, ven te presentaré a los otros. -dijo mientras retomaba el camino por el laberinto y hacia una seña con su mano pidiéndome que lo siga.

- ¿Qué otros? -pregunté confundida, pero con una creciente confianza interna que me hizo seguir apresurada sus pasos. 


°°°°

Hola, ¡Felices fiestas! 

Vuelvo a aparecer con un capítulo y les informo que ya tengo otro preparado. 

Por un momento pensé cortar este capítulo por la mitad para hacer crecer la intriga de con quién se había topado nuestra protagonista, pero me emocionaba mucho introducir a Glenn a los recuerdos así que no me resistí. 

Les dejé al comienzo la exacta canción que escuchaba mientras escribía el capítulo, creo que le va muy bien.

Sigan cuidándose, nos leemos pronto. :)

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2022 ⏰

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JARDÍN DE AMAPOLAS (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora