JARDÍN DE AMAPOLAS (Daryl Dixon)

CAPÍTULO III: VITALIDADES (Pt. 2)

VITALIDADES (Pt. 2)

-¿Se conocían? -preguntó Andrea sin dejar de abrazar a su hermana.

-Sí... es su familia -contestó Shane con voz queda, aun permanecía inmóvil al lado del jeep.

-¿Tú también lo conoces?

-Sí, trabajábamos juntos... es mi amigo.

-Shane. –dijo Rick acercándose a él una vez que el abrazo que lo mantenía preso se deshizo- No lo puedo creer, están vivos.

-Shane nos trajo hasta aquí papá.

-¿En serio? -dijo este fijando su mirada en su amigo- Gracias, no me alcanzará la vida para agradecerte Shane. Gracias.

-Me alegro de verte hermano –fue lo único que Shane dijo mientras pasaba un brazo por sobre Carl y Rick. 

Para cuando los abrazos, lágrimas de felicidad y presentaciones cordiales terminaron, Dale se atrevió a preguntar aquello que había quedado relegado a un segundo plano "¿T-Dog que rayos de pasó en la cara? ¿Qué paso allá y donde está Dixon mayor?"

-Es una larga historia viejo -respondió el aludido tirando su gran cuerpo sobre unos asientos improvisados. 

-Básicamente pasó lo que sabíamos que iba a pasar. Dixon se volvió loco y usó a T-Dog como saco de boxeo -contestó Morales desempacando su bolso.

-Desobedeció la orden que le habíamos dado y comenzó a disparar a los caminantes desde el techo por diversión -contesté con un suspiro mientras frases y rostros de incredulidad se levantaban "¿qué? ¿está loco?" "los puso en peligro a todos" "dios mío, ese hombre está endemoniado" -Y cuando entre todos le reprochamos realizó un golpe de estado para que repensáramos el mando del campamento.

-¿Y qué paso con él? -preguntó Lori entre los brazos de su esposo.

-Sé quedó allí -finalicé sin ampliar que Rick había sido quién lo esposo, que T-Dog había perdido la llave y que ninguno de nosotros había vuelto por él.

Un silencio creciente evitaba soltar un culpable alivio.

Luego cada uno se fue por su lado. 

Para cuando la noche cayó sobre nosotros y el frío de las montañas se hizo presente encendimos una fogata y nos sentamos a su alrededor para cenar. No era tan grande como nos gustaría que fuera, pero servía para calentar nuestras extremidades por turnos mientras nos cubríamos con la ropa que Andrea había recogido en el almacén. Al estar entre frondosos árboles y altas columnas de piedra más de una vez había fingido estar de campamento de verano para calmar mi ansiedad, funcionaba hasta que la orden de salir rumbo a la ciudad me devolvía a la realidad. 

¿Se podría seguir llamando campamento de verano cuando el invierno llegara y la posibilidad de volver al abrigo de nuestro hogar no fuera una opción?

Desde que llegamos la -ahora completa- familia Grimes no se había desprendido un segundo el uno del otro. En el grupo se sentía una vibra un poco más cálida, en compañía de la recuperada calma. 

Mientras comía mi improvisado sándwich la tentación de hacer una pregunta crecía, no podía dejar de darle vueltas a la llegada de Rick. Con intriga me preguntaba dónde había estado todo este tiempo, porqué su familia y amigo parecían tan impresionados por su aparición. Quiero decir, es un milagro que cualquiera siga vivo hoy en día, pero ¿qué hacía solo en la ciudad si, durante nuestro viaje de regreso, había dicho que era de un pequeño pueblo varios kilómetros en la dirección contraria del campamento?