10

27 6 9
                                    

(sí, n10, capítulo 2)

 La melodía de mi alarma se entrometió en mis sueños, ya raros de por sí, dándome la bienvenida al nuevo día. Me había dormido con la armadura puesta, bendita vagancia la mía. Me recompuse para encontrarme con Rob delante de mi puerta, el pobre lucía unas ojeras que parecían maquillaje de una película de terror.

- ¿Has descubierto algo más?

No contestó, su cara medio demacrada lo decía todo: una noche malgastada. Lo sabía, aquello tenía que ser una simple broma, y los cristales seguramente los habría dejado algún compañero iluminado, probablemente el mejor amigo de Rob, el Rata, llamado así por su elevado ingenio y pocas ganas de hacer nada de provecho para los demás, era además un gran amante de bromas estúpidas. Él sabía que los dos estábamos destinados a pasar la noche en aquél hotel y que a Rob le encantaba jugar a detectives, por lo que no habría otra explicación más razonable.

Teníamos que darnos prisa, la presentación del producto empezaría en dos horas, y aún teníamos que llegar al edificio de la reunión. Me peiné la larga melena, a veces quería cortarme el pelo hasta los hombros para no tener que lidiar con él todo el rato, pero prefería recogérmelo en una simple coleta antes de volver a adoptar la misma apariencia de hacía unos años. Preparé mis maletas y mi compañero las suyas, no entendía demasiado bien por qué él también necesitaba más de una...

Al parecer Rob estaba demasiado agotado para conducir, así que no tuvimos otra opción que ir a pie, pues yo odiaba agarrar un volante. ¿Mi excusa para la empresa? No podía hablar de traumas ni decir que no sabía manejar un automóvil, por tanto dejé claro que aunque yo era partidaria de la tecnología, prefería evitar atascos e ir a pie, aunque si había un envío importante que repartir, estaría dispuesta... Mentira, en aquella situación no iría sola, pero mi supervisor no lo sabría a no ser que Rob hablara más de la cuenta. Os preguntaréis entonces que cómo lo hacía para evitar la ciudad y a la vez llevar a cabo mi trabajo... Fácil respuesta: cambio de identidad, nueva vida. Pero ahora lo más importante es explicar el suceso de la presentación, ¿no creéis? Vamos, no seáis así, ya sabréis la verdad cuando toque...

Ya delante del edificio indicado, se podía observar cómo en la calle habían cortado el paso a los automóviles y solo unos cuántos peatones podían acceder al lugar según si eran trabajadores o espectadores. Las empresas filiales de FATE estaban obligadas a tener almenos un representante en las presentaciones de nuevo material, por lo que fácilmente había más de mil personas y suficiente lugar para albergar a todas ellas en la base del rascacielos. Los guardias de seguridad nos barraron el paso hasta comprobar que éramos realmente quienes decíamos ser, asegurando que ambos documentos de identificación cuadraban en números y código. Era una fase de reconocimiento común, pues cualquiera podría falsificar un par de androides programados y si se le ocurría podría ser capaz de volar por los aires el edificio entero con ellos si los guardias no hacían bien su trabajo. Nos miraron de mala gana igualmente, sabía por qué en mi caso, pues en el código de mi identificador había más información de mi presencia en FATE de la que había escrita.

El pasillo era cálido, el aire acondicionado aún no se habría encendido, o bien los nervios nos acaloraban. Noté cómo a cada paso que dábamos Rob intentaba rozar mi mano con la suya, así que terminé por apartarla simulando estar agarrando mis maletas con mayor seguridad. De reojo vi que hacía una mueca de desesperación medio disimulada. ¿Qué se creía él? No me dejaría engañar tan fácilmente. Al fin llegamos a la sala donde se celebraría la presentación, quedaban cuarenta minutos para el comienzo, necesitábamos apresurarnos preparando la demostración.

Dejé ambas maletas en un sillón, abrí la que contenía el cacharro a presentar y sus instrucciones, Rob hizo lo mismo con su material. La misión parecía fácil si se tratara tan solo de aquello. Pregunté a mi compañero que por qué no quería abrir la segunda maleta, y él me hizo la misma pregunta a mí en el mismo instante, chocando ambas voces que rebotaron entre las paredes de la amplia cámara. Hubo silencio mutuo. El supervisor Stare entró a los pocos segundos para asegurarse de que colocábamos bien la demostración, y llamó a Rob para hablar a solas. Aquél comportamiento me estaba mosqueando un tanto. Dado que ambos habían salido de la sala, me dispuse a hacer lo incorrecto pero necesario, tenía apenas unos pocos segundos para mirar qué escondía mi compañero en su maleta, antes de que volvieran para terminar el trabajo.

Abrí la cremallera a medias, me puse las gafas con la mini linterna encendida, se veía escasamente el interior, pero se podían apreciar una notable cantidad de papeleo, y lo que parecía una cámara de hacer fotos de última generación. Escuché las voces acercándose de nuevo, cerré la cremallera y volví a esconder las gafas en mi estuche justo en el momento en que vi la sombra de Stare entrando de nuevo.

- Señorita Estara, tengo que hablar contigo también.

Si yo había traicionado la confianza de Rob, él podría hacer lo mismo, y más con su carácter de metomentodo. No podía dejar que descubriera mi secreto, al fin y al cabo yo tampoco había esclarecido nada sobre él. Aseguré las cremalleras con una brida delante de los dos hombres, no me importaba que me vieran, tenía que dejar claro que Rob tenía que mantenerse al margen de aquello. Seguí los pasos de Stare para conversar con él. Como bien indicaba su apellido real, este individuo intimidaba con su mirada azul blanquecina, no sabías si era un ángel, un robot, o meras lentillas que leían hasta el más recóndito pensamiento. Nada podía descartarse, pues su nivel intelectual resultaba estar mínimamente a diez puntos más elevado que el mío, ese hombre si quería pateaba tan solo con una palabra.

- ¿Todo correcto? -preguntó ya en lugar seguro.

- Afirmativo. No he perdido de vista el material hasta ahora, y mi acompañante desconoce el tema.

- Perfecto. Recuerda que tras la presentación debes acudir a nuestra reunión, y no llegues tarde.

- No, señor. Allí estaré, a las tres menos cuarto, como se confirmó.

- Excelente. Ahora vuelve a tu sitio, y buena suerte, DRAK trabajó duro para este día, el invento podrá salvar miles de vidas en buen uso.

- Gracias, señor Stare, le agradecemos la oportunidad y confianza.

La frialdad en las palabras de mi supervisor se mostraba también en su cara pálida y el intento de mantener la piel joven a sus cincuenta y tantos años. DRAK era una de las empresas filiales de FATE de más éxito mundial, sobretodo por sus experimentos en el ámbito de la medicina. Volví a mi lugar, los representantes comenzaban a entrar de tres en cuatro, charlando de sus proyectos o quejándose de DEAD. Observé las cremalleras, aparentemente no se habían tocado de como yo las dejé.

Comenzó la presentación, nada fuera de lo normal, palabrería y fardo del aparato, varias demostraciones sobre distintas situaciones posibles, ronda de preguntas, agradecimientos, y fin. Tanto Rob como yo sabíamos qué decir sin leer, al fin y al cabo estábamos informados del proyecto desde un principio y solo necesitamos preparar un orden correcto. Los espectadores se quedaron un rato para acercarse a los aparatos y comprobarlos por ellos mismos mientras nosotros estábamos dispuestos a resolver dudas. Tras eso, comenzaron a despedirse y volver a sus respectivas empresas con la información y material de pruebas.

- Ha sido fácil. -sonrió Rob golpeando suavemente mi hombro.

- Sí, pero me alegro de que se haya terminado ya. Y si me disculpas, tengo que irme.

Di dos pasos hacia atrás buscando a ciegas el sillón donde descansaba mi maleta. Rob me había dicho anteriormente que no haría falta que me quedara a recoger todo el desorden que habían dejado los empresarios, pues se encargaría él de buena fe. Aquello me daba más tiempo para llegar a la otra reunión, cosa que agradecía. Me sonrió de nuevo con las manos en los bolsillos, esperando a que me fuera de allí para comenzar a recoger.

Eran las dos y media, definitivamente hacía calor dentro de la armadura, pero al fin y al cabo había sido yo quien eligió esta vestimenta como traje cotidiano para más comodidad en vez de ropa normal como Rob. Además, él no tenía tanto peligro de ser disparado a bocajarro a la más mínima. Me dirigí hacia el ascensor, afortunadamente el encuentro era en el mismo edificio, tan solo a unos pisos de la presentación. "N.º 43, listo", la voz del ascensor me avisó de la llegada antes de abrir las puertas. Ya esperaban cuatro siluetas delante de un cristal con una cortina. Gobernaba el silencio, observando cada uno de mis movimientos. No había tiempo para nervios, mi trabajo vería la luz por vez primera.   

Hiding On Land of DEAD, FATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora