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Los cristales rotos, la alarma, la persecución... Nuestra adrenalina no podía aumentar más, el miedo era cosa del pasado, almenos para mí, aquello se había convertido en una nueva diversión. Salté sin mirar hacia abajo, las ramas de los árboles me sirvieron de ayuda para agarrarme y descender con mayor facilidad. Rob me siguió, él aún estaba asustado, pero mi confianza era suficiente para darle valentía a él. Ambos llegamos al suelo con solo algunos rasguños, suerte que mi armadura me protegía, el pobre chico lo tenía más difícil mantener su vestimenta de una sola pieza.

- Vale, a partir de aquí, corre por tu vida, no mires atrás, solo corre. -dije al mismo momento en que a mitad de frase recordé a mi héroe.

Ambos comenzamos la carrera, disparaban detrás nuestro, aquellas armas tendrían mayor alcance que nuestras pistolas robadas, no sabíamos a quien teníamos detrás pero era seguro que los teníamos a los talones. Comencé a escuchar el ruido de un motor, era un todoterreno adaptado al desierto rocoso, teníamos problemas.

- Será mejor que nos separemos. -elevé la voz sin respirar para que me escuchara mejor.

- ¡Jamás, eso no lo haré! -devolvió.

A veces era inteligente, otras un estúpido, no me iba a proteger si no nos perdíamos de vista, obligando a elegir a quien seguir el enemigo. En las próximas zancadas nos obligábamos a subir una pendiente con mayor cantidad de rocas punzantes, eso era bueno y malo, el 4x4 no podía subir allí, pero nosotros tardaríamos en ascender y escondernos detrás de la cima mientras aquello individuos no dejaban de disparar. Tenían munición de sobras, maldito DEAD, ellos no tenían nada que ver con la armamentística para estar tan bien resguardados. Mafiosos, toda la empresa era una farsa.

Rob continuaba protegiendo los papeles con su vida, no quería perder ni uno mientras escalábamos las traidoras piedras. Un zumbido menos apreciable fue descubierto por mis oídos. Miré un instante hacia atrás, aquello pintaba mal, los robots cámaras teledirigidos nos seguían de cerca, igual que los que me habían echado de las islas hacía semanas. Comenzaba a entenderlo todo. Resbalé mientras los recuerdos se entrometían ante mis ojos, Rob me agarró para que no cayera, resbalando él también solo para lograr que yo subiera sin problemas.

- ¿Cuántas balas calculas que tienes? -pregunté.

- Con las reservas, unas 24.

- Impresionante, vamos a usarlas, ¿te parece?

- Perfecto.

Cargamos las pistolas una vez nos escondemos tras las rocas, teníamos segundos de ventaja entre que los del todoterreno salían y subían a buscarnos. Mientras tanto nuestra misión era hacer puntería en los aparatos voladores, yo no estaba acostumbrada, fallaba demasiados tiros, y aquellos cacharros se movían a toda velocidad. Mi compañero, en cambio, era un as, como si estuviera acostumbrado a usar armas. Viendo que yo era inútil para cargarme los aparatos, apunté hacia nuestros perseguidores humanos, eran un blanco más fácil y lento. Tiré al suelo dos de tres, ese tercero era ágil, más rápido de lo previsto, y sus disparos también amenazaban en llegar a nosotros si no nos escondíamos.

- Solo quedan dos cámaras en el aire, pero tenemos que continuar nuestro camino. -avisó Rob.

- Tienes razón, vamos.

Resbalamos a propósito bajando parte del pequeño monte escudo, era el momento de decidir hacia dónde nos dirigíamos. Una vía de tren a menor nivel del suelo dividía el desierto en dos, un túnel unía ambas partes, pero si accedíamos al interior en vez de cruzarlo, quizás la oscuridad podría ser nuestra aliada. De nuevo afrontando mi fobia para salvar mi vida, no quedaba otra. Estábamos cansados, las dos mitades de esposas aún colgaban de nuestros brazos haciendo ruido cada vez que nos movíamos. El eco aumentaba el ruido de nuestro pasos apresurados. El agotamiento alejaba la salida del túnel eterno. Era verdaderamente poético, a la vez de peligroso. El enemigo nos seguía el rastro, si seguíamos una línea recta, sus balas nos alcanzarían, teníamos que ser impredecibles y trabajar en equipo para sobrevivir.

Finalmente logramos salir del agujero interminable, la vía continuaba en una curva, las paredes eran demasiado elevadas para escalarlas, así que teníamos que continuar el camino marcado. Pero Rob se me echó encima tapándome la boca para que no gritara. Estábamos escondidos en buen lugar para tender una emboscada un tanto predecible. Teníamos poco más de diez balas entre los dos y tres enemigos armados que tumbar. El enemigo tardó en aparecer, primero fueron los robots, que iban más rápidos, ambos fueron tumbados por mi amigo, solo quedaba uno, almenos esperábamos.

- Me parece raro que hayan sido tan pocos guardias que hayan salido a nuestra búsqueda, ¿no crees? -susurró mientras esperábamos.

- Concuerdo contigo, estaba pensando exactamente lo mismo, es como si quisieran que escapáramos pero solo montarían el número para asustarnos.

Con cuidado, Rob observó a contraluz el interior del túnel, no había silueta humana visible allí, el tipo que nos perseguía no estaba por ningún lado. Nuestra teoría comenzaba a coger peso... ¿Eso significaba que la muerte de Carel no era tan importante?

- Maldita sea, somos unos inmensos estúpidos. -grité asustando a Rob.

- ¿Qué sucede?

- AN-DROI-DES

- ¿Y...? Oh, espera, ¿estás diciendo que...?

- Esa no era la verdadera Presidenta, sino un androide controlado por ella misma, cada gesto, su voz. No podría ser tan idiota como para dar la cara y arriesgarse a que se la partiéramos.

- Entonces, quería que tuviéramos la oportunidad de escapar, estamos a salvo, ¿no?

- En teoría, sí, pero no vamos a arriesgarnos demasiado, vamos, si seguimos estas vías llegaremos a alguna ciudad.

Miró de nuevo hacia atrás para comprobar que estábamos solos, y entonces actuó cómo me hubiera imaginado que el Rob que conocía hacía meses lo haría si tuviera la oportunidad. Me agarró del brazo, acercándose a mis labios, sabía que deseaba conseguirlo, y yo solo tenía unos segundos para decidir si dejarle o evitarlo. Si hay algo que siempre haya amado, es que la suerte siempre me había acompañado de la forma más oportuna. Desde la siguiente curva, se escuchó la alerta del tren que se acercaba al túnel. Las paredes eran justas, teníamos que separarnos y quedarnos el uno al lado del otro para permanecer a salvo. Mientras pasaba por delante nuestro a velocidad constante, disminuida por el hecho de que los giros necesitaban ser conducidos con calma para no perder el control.

Tras haber terminado la espera, creímos que en algún momento el piloto pararía para preguntarnos qué hacíamos allí, pero no fue así. Miré a mi compañero a los ojos, él sonrió, pensando que intentaría retomar lo que habíamos dejado en espera, a pesar de sus deseos, mi respuesta le vino en forma de bofetada, lejos de ser la primera, al fin y al cabo.

- ¿Por qué siempre acabo con los cinco dedos abiertos marcados en la mejilla?

- ¿Acaso quieres que se marquen cerrados?

- No, no, déjalo. Perdóname.

Continuamos en silencio, veía cómo no dejaba de mirarme, y si su intención era volver a intentar lo mismo, ya estaba preparada para contraatacar. Me di cuenta de que cuánto más me resistía, seguramente más lo intentaría, porque según la gente "los polos apuestos se atraen". 

Hiding On Land of DEAD, FATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora