Tenemos que sobrevivir

31. Nuestros demonios.

Shannon POV

Es extraño pensar cómo funciona el cuerpo humano, la psiquis, la mente y el corazón. Das todo por alguien, entregas hasta el último pedazo de tu alma hasta que duele. Mi relación con Carl dolió más de lo debido, intento creer que fuimos las personas indicadas en el momento equivocado; tal vez si era nuestro momento, solo que nuestro alrededor no quería que fuese así.

Me quede inspeccionándolo algunos minutos, recordaba cada experiencia vivida con él. Pero esos recuerdos eran fantasmas para él. Algo externo que escuchaba que un grupo de personas le contaba, pero ¿qué sentido tiene vivir algo que no sentís como tuyo?

- No entiendo que quieres decir con eso de "no protegerme" - Me contestaba perdido.

- No hay mucho que entender tampoco, ya no eres la misma persona que cuando te conocí. Luchaste contra tus demonios, en cierta medida, yo fui uno de ellos también.

- ¿Mi demonio? – Quiso entenderlo con un doble sentido, pero al ver mi cara se dio cuenta que no era en esa dirección.

- Después de nuestra historia, cambie. Cambie demasiado en este tiempo. Parte de lo que yo era, se quedo contigo, solo que ya lo olvidaste; por eso estoy muerta. No entiendo que sentido tiene sentarme aquí a contarte mil historias sobre nosotros, historias que no significan nada para ti.

- Discúlpame, no quiero hacerte sentirte mal.

- Es que no lo haces Carl... Ya no más – Dejándolo con lo que pudiera responderme en la punta de la lengua, me aleje, otra vez más.

Creo que se me había hecho costumbre no dormir, re calcular, pensar y analizar cosas mirando el techo. Como quisiera que tantas cosas se me olvidarán a mi también, de esa manera podemos elegir que nos duele y que no. Aunque también es una virtud que tiene el ser humano, solo que así es un defecto.

No hubo un solo día que no hice un mea culpa acerca de mis acciones. Normalmente, solía hacerlas de noche, debido a que durante el día tenía gente que proteger y dirigir. Dirigir... una responsabilidad más grande de lo que pude imaginar. Ya no tenía donde escapar de mi misma. De mis propios demonios, en donde uno de ellos coincide con los de Carl, yo soy uno de ellos.

- Disculpa que te moleste, necesito hablar contigo – Lentamente entraba él a mi habitación.

La luz de la luna lo iluminaba, la venda en su ojo, su cuerpo, ese cuerpo que me hizo sentir lo que nadie.

- ¿Qué paso? ¿Estás bien? – Su cara me preocupaba.

- Si, si, por supuesto. ¿Cómo no estarlo? Toda mi vida se esfumo a mi alrededor, de un segundo al otro – Deje de mirarlo - Y te tengo a ti, en frente, diciéndome cada cosa que vivimos. Y yo, aquí, comportándome como un idiota. No entiendo nada, si bien no recuerdo, te miro y siento un nudo en la garganta.

- Es mutuo Carl – Le decía sin mirarlo, no porque doliera, sólo no quería mirarlo.

- ¡NECESITO QUE ME PRESTES ATENCIÓN! – Había empezado a levantar la voz.

Lentamente me gire a verlo, con las cejas levantadas. No debería haberme levantado la voz - ¿Quién te crees que eres para gritarme así? – Me levante de la cama, estando a solo centímetros de él – Te pudiste haber olvidado de mi, pero eso no te da el derecho a hablarme de esa manera ¿Me oíste?

Su cara volvió a cambiar, su ojo lleno de lagrimas contenidas hablaban más que su propia boca – Lo siento...

- Tranquilo, todos tenemos malos días, sólo que no tendrás más días si vuelves a gritarme – Sonrió sin ganas.

Lo invite a sentarse en mi habitación, aunque básicamente no había nadie en la casa. – No tengo problema en que hables conmigo Carl, siempre te escuchare – Le comentaba de mientras tomaba su mano.

- Estoy frustrado, quiero asesinar al que me hizo esto y a la vez no. No entiendo, además, como no hay un rastro de luz en tus ojos, tan claros y negros a la vez.

- La vida es lo que pasa.

- La vida... - Respondió mirándome fijo a los ojos.

Dio vuelva mi mano, acariciando la palma de la misma. Me recorría una electricidad inexplicable por el cuerpo, una mezcla entre adrenalina y nostalgia. Se sentó más cerca de mí y me beso la mejilla, mi reflejo fue cerrar los ojos. Luego bajo, me dio un beso en el cuello; lo cual hacia todo más difícil, pero no podía pedirle que se detenga. Comenzó a agarrarme de la nuca y sus labios rozaron con los míos, lentamente, jugando conmigo. Hasta que no aguante más. Fui yo quien lo beso con intensidad, a lo cual no se negó.

- Te deseo Shannon.

Las cosas siguieron su rumbo, no podía negarme al cuerpo que amaba, al hombre que amaba. De repente, el tiempo había retrocedido. Sentía como si fuera mi primera vez, no quería que viera mis cicatrices, mi cuerpo. A lo que lo corrí y me tape. Lentamente con amor corrió las sabanas y me miro, dándole besos a cada una de ellas – Eres hermosa.

No era solo sexo, al menos para mí. Y así fue como volvimos a fundirnos, siendo una sola persona. Volvía a hacer el amor con él. No había manos como las de él, ni caricias, ni besos. Su voz ronca gemía en mis oídos, lo cual me llevaba cada vez más al paraíso que solo ÉL podía lograr.

Carl debería conocerme de nuevo, solo sería cuestión de tiempo...

CARL POV.

Quería acordarme de ella, en verdad quería. Pero todo era un oscuro nudo de problemas y dolor de cabeza. No había nada en su mirada que me diera a entender el porqué supuestamente la amaba. Si, tenía un cuerpo increíble y su forma de ser era sexy. Algo que todas tienen, pero sabía que faltaba más.

El momento en que me dio la mano, intentado consolarme luego de gritarle me dio escalofríos. No pude evitar besar su mejilla en agradecimiento, más escalofríos, no iba dejar que solo fuera ese beso. Comencé a recorrer su cuerpo, siendo yo el que sentía electricidad en cada lugar.

No quería que la viera desnuda, pero su cuerpo, sus cicatrices contenían historia, conocimiento, dolencias y carencias. Sus manos contenían amor y desgracia, pero no sus ojos.

Le hice el amor, porque entendía que era hacerle el amor y no solo tener sexo. Sus gemidos, su sudor, su pelo, eran increíbles partes de ella.

Solo tendría que conocerla de nuevo.