Encuentros y miradas.Isabella.
Estaba impaciente por todos los hombres que entraban y salían. Me mordía las uñas mientras veía como afilaban caja por caja, a decir verdad, no se en qué momento había decidido hacer esto pero no hay vuelta atrás.
Ya cursaba el tercer año de universidad estudiando filosofía, incluso mi madre no estuvo de acuerdo con esa decisión porque quería que siguiera sus pasos. Hoy, después de tanto esfuerzo empezaba mi independencia de universitaria alocada, fue difícil rogarle a mis padres que me dejaran vivir sola en un departamento lo más cómodo para mí y sobretodo cerca de la universidad.Después de todo por lo que había pasado en la secundaria ellos me cuidaban tanto que ya le había cogido un poco de temor al mundo exterior, pero esa es una historia aparte que preferiría olvidar por el bien de todos.
Puedo decir que sin mencionar aquel problema, mi vida fue tan ordinaria, desde mi apellido hasta la rutina del día. Bastante aburrido para muchos pero interesante para mí.
Nunca fui el centro de atención y tampoco lo quería porque eso era algo superficial, acaba en algún momento.El departamento que había elegido no era muy grande pero lo suficiente para una persona, no me quejaba porque para mí estaba perfecta, además no estaría mucho tiempo aquí. Estudiaría por la mañana y desde hace unas semanas empecé a trabajar medio tiempo en un restaurante de lujo como mesera para así poder manejar todos mis gastos.
Sabia perfectamente que era arriesgado y muy complicado de cumplir pero lo lograría, para los primeros meses mis padres me hicieron un préstamo que claro pagaría cuando mi nivel económico se regularice, aunque para ser sincera eso me costaría varios años de mi vida y no creo que ellos lo acepten. Pero tampoco es justo recibir las cosas así sin más. Después de todo siempre tuve aquel apoyo que tanto agradezco.Los hombres de la mudanza se marcharon después de pagarles lo que faltaba, empecé por acomodar las cajas de todas las cosas que había empacado en especial mis libros. Habían como cinco cajas grandes repletas de libros, ya vería dónde acomodarlos, aunque pensaba que fue un error traerlos todos, había dejado mi habitación en la casa de mis padres muy vacía.
Adoraba leer y no había ni un solo libro que no haya leído o al menos eso creía, por eso estudiaria filosofía. Tenía el sueño de poder escribir mis propias novelas y publicarlas, quería que el mundo sepa las ideas que almaceno en mi mente. Tengo todo tipo de teorías, desde la más normal hasta la más loca. Creo que mi personalidad debe ser muy tranquila para preferir quedarme en casa escribiendo que salir cada noche de fiesta.
Ya casi terminaba de meter la última caja. Una vecina ya adulta salió de su casa y yo hice lo posible para dar una buena primera impresión.
—Hola, mucho gusto —sonreí llamando su atención
No tuve que esperar mucho el rechazo, la señora me escaneo de completa y siguió con su camino llevando a su perro entre sus brazos. Tenía una correa rosada y el perro empezó a ladrarme como si hubiera visto un fantasma. Era claro que a ninguno de los dos le caía bien.
Trate de justificar el mal momento y rei sola mientras negaba con la cabeza.Mientras cerraba la puerta, el bolsillo de mi chaqueta empezó a vibrar avisándome que alguien me estaba llamando, pude ver como la pantalla brillaba y no dude en contestar.
—¿Mamá? —empecé a sonreír, mentalizando sus preguntas acosadoras, la conocía tan bien.
—¿Bella, cómo estás? ¿Llegaste bien? ¿El lugar está en buenas condiciones? Hubiese deseado ir contigo pero tu papá aún sigue mal y ya sabes, me necesita mas que nunca.
Ella, Martha Sharman, es una abogada muy conocida en su ambiente que a pesar de la dura competencia que ese trabajo implica sabe como ingeniárselas para salir con buenos triunfos y reconocimientos. No pasaba de los cincuenta años y de hecho era como una jovencita, siempre trataba de vestirse lo más impecable posible. Pero últimamente la enfermedad de mi padre la estuvo consumiendo, aún se amaban a pesar de todo y por ellos tenía una esperanza de que el amor cliché como se dicen en los libros existiera. Ella es la persona más encantadora y honesta del mundo. La amaba por eso y muchas cosas más.
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El Camino A Mi Felicidad
Teen FictionDecían que las cosas más locas pasaban en New York. Isabella, una universitaria y amante de los libros, solo buscaba el camino a su felicidad y quizás a el amor de su vida. Pero nunca pensó trabajar para aquellos gemelos empresarios y menos escribi...