Capítulo 28.

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Vivir o morir.

Isabella.

Desperté por el olor desagradable a humedad y desagüe, casi no podía respirar, sentía que me faltaba el oxígeno y mi abdomen dolía demasiado. Me observé con la poca luz que había, ya no traía el vestido, solo mis pantis y el pecho lo tenía descubierto. Tenía frío, el suelo no estaba liso y así explicaba los arañones de mis piernas, heridas vivas, probablemente me tiraron con fuerza.
Quería moverme, pero no sentía la mitad de mi cuerpo.

Nunca imaginé que iba a terminar de esta manera, sintiéndome tan significante.

Observé a mi al rededor, una habitación sin ventanas y la única luz era la que entraba por debajo de la puerta. Comencé a llorar y gritar con las pocas fuerzas que me quedaban, quería levantarme y correr por mi vida.
Gatee lo más que pude hasta que algo detuvo uno de mis tobillos, tenía una especie de cadena gruesa al rededor de esta y que estaba anclada al piso, era prácticamente inútil sacármelo.

La ansiedad me invadió, me sentía apretada en esta pequeña habitación, lloré y lloré hasta que escuché pasos acercándose. Retrocedí asustada, sabía por qué estaba aquí y eso me hacía sentir tan tonta e indefensa.

—¿Mi muñequita ya despertó? —cerré los ojos rogando que no me hiciera nada.

La puerta se abrió y a los casi 5 segundos se volvió a cerrar.
Un clic hizo que mis ojos sintieran dolor al abrirlos, había encendido un pequeño foco que colgaba del techo por un cable casi roto.

Sé que estoy encerrada y todo, pero como que le falta un poco de mantenimiento a esto, un buen cableado, aromatizante y sacar la mugre de las paredes no estaría para nada mal.

—¿Sabes que mi hijo daría su vida por ti? —preguntó y luego, bajo su mirada hacia mis pechos, los tape de inmediato—. Bueno, y con mayor razón

—¿Para qué mierda me tienes aquí en tu maldito mugrero?

—¿Y no es obvio, linda?

—Él no vendrá por mí. —le avisé.

Antonio empezó a reír como de una forma tan escandalosa que me dio asco.

—No necesariamente tiene que venir, eso ya sería el plan B. Mientras tanto, yo solo quiero resolver algunos asuntos con él, le ofreceré algunas cosas que puede hacer por mí para devolverte a tu casita de amantes. ¿Estamos, cariño? Tú solo tienes que portarte bien y rezar para que Mitchell no la cague.

Lo malo de esto es que, sabía que Mitchell vendría, le iba a importar una mierda los acuerdos que su padre le ofrezca, vendría casi impulsivamente.

—Me tienes secuestrada, ¿pensaste en eso? ¡¿Pensaste que en cuanto yo salga de aquí te irás de frente a la cárcel como la maldita escoria que eres?! — le grité tan fuerte que mi garganta ardió.

—¿Crees que me quedaré toda mi vida en la cárcel? Sabes que entre una vez, pero ahora mírame —se señaló asimismo y a todo al su alrededor—. Así como entro, puedo salir las veces que quiera, porque la cárcel ya no es un lugar que me detenga, al contrario, me hace más fuerte.

Caminó hacia mí, e intenté hacerme la fuerte. Lo miré con tanto enojo que él suavizó sus pasos.

—Espero que él te salvé, porque de lo contrario lo mataré y yo sacaré provecho con tu cuerpo. Estoy seguro de que no eres virgen, pero a algún viejo amigo le gustaras.

Dicho esto salió del lugar.

Nunca antes había deseado tanto con mi vida que Mitchell me abracé con todas sus fuerzas y me diga que todo estará bien.

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2024 ⏰

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