Propuestas.
Isabella.
«Sentia cálidas caricias en el rostro y la vitamina D entrando por mis poros, Evan era aquel chico perfecto que todas quisieran tener pero solo yo tenía momentos agradables a su lado, como estar recostados en un jardín lleno de flores.»
Cerré el libro y pensé que tan fácil era engañar al lector con unos momentos buenos y palabras bonitas, una y mil veces me repetía:
«La vida no es así, no seas tan ingenua.»Estaba sentada en las plantas y apoyada en el tronco del árbol, fuera del campus de la universidad esperando a que el horario de clases empezará. La mayoría de los universitarios disfrutaban hacer lo mismo.
Me sentía cansada, es muy probable que tenga los ojos rojos y ojeras demasiado notables era como si en cualquier momento caería rendida, simplemente no dormía bien.Dormiría si en mi cabeza no pasaran esos ojos intensos, habían transcurrido dos días desde que lo vi y juro haber tenido pesadillas con él, solo que sus ojos no eran negros, ahora eran color celeste intenso, brillaban tanto. Era extraño, lo sé, y en serio que ya no soportaba verlos más, por lo que decidí quedarme despierta pensando en cualquier cosa que se me viniera a la mente.
¿Buena idea cierto? Ya había intentado de todo pero era inútil.
Me levanté sacudiendo mi pantalón y me dirigí a buscar el salón.
Cuando entré solo habían cuatro personas, me senté en la parte del centro y esperé a que llegara Thomas, mi mejor amigo.A diferencia de muchos, no había hecho tantos amigos como la mayoria de personas, solo Thomas.
Y pensar que lo conocí por una simple equivocación, ahora él parece ser inseparable de mí.
Sí, es el típico chico guapo que todas deseaban, pero sus gustos van más para los hombres. Me enteré de eso cuando casi lo beso.Ya saben... Cosas normales, claro. En mi defensa cuando lo vi algo en mí despertó y no me enteré que le gustaban los hombres hasta los dos meses siguientes.
Vi como unos cabellos rubios se asomaban en la puerta, entró rápidamente para luego sentarse a mi lado y abrazarme con fuerzas.
—¡Oh pequeña mía! ¡Este pobre chico sin alma estuvo esperando tu llegada! —rodé los ojos en respuesta y lo empuje levemente para que me soltara.
—Oh, mi gran amigo, te pido por favor no hagas eso, ya que no lo soporto —dije con sarcasmo y Thomas emitió una risita, se acomodó en el asiento de al lado para luego volver a mírarme, ¿ya dije que sus ojazos verdes flechaban a más de una?
—¿Cómo estuvo la mudanza? —sus cejas se removían formando unas muecas raras.
Saque aire y empecé a contarle todo, claro también le conté del pequeño accidente y lo que pasó en el restaurante.
Lo que pasó fue realmente incómodo, el lema de los restaurantes siempre es "El cliente tiene la razón", por lo cual debes atender de la mejor manera pero yo no pude hacer otra cosa más que mantener la mirada en el otro hombre o simplemente bajarla.
Era muy irrespetuoso de mi parte y eso lo tenía claro.
Después de llevarle sus platillos no tuve de otra que aguantar la noche con una mal cara, si seguía así ellos se iban a quejar y yo terminaría despedida.Aún así sentía la mirada de él a cada movimiento mío.
Este hombre,que por cierto desconocía su nombre, no pidió disculpas y si lo vemos de tal forma la culpa fue de él por ser tan irresponsable al no fijarse en el semáforo.
Intenté pasar el día lo más normal posible. Thomas me acompañaba hasta la puerta principal para poder marcharnos, el día había pasado un poco lento.
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El Camino A Mi Felicidad
Teen FictionDecían que las cosas más locas pasaban en New York. Isabella, una universitaria y amante de los libros, solo buscaba el camino a su felicidad y quizás a el amor de su vida. Pero nunca pensó trabajar para aquellos gemelos empresarios y menos escribi...