Academia de Prodigios

Capítulo 8: Harry... ¿Qué Soy?

ANTHONY

 

Corrí sin detenerme hasta llegar a mi habitación. Cerré la puerta con fuerza tras de mí y maldije por milésima vez. Me acerqué a uno de los espejos rotos en la esquina y tomé un pedazo, solo para levantarlo y darme cuenta de que mis ojos estaban casi del color de agua cristalina en un río de montaña. Un color demasiado claro. Me concentré, cerrando los ojos.

 No debí ir a buscar a Cris...

 No debí hablar con ella.

 No era seguro, no lo es y nunca lo será.

 Los abrí nuevamente solo para verlos de su color usual, un azul majorelle. Claro que la frustración y el odio por mí mismo le daban a mis bellos ojitos un brillo ezpezial...

 No fue fácil irme sin responderle a Cris, tampoco fue fácil caminar hacia mi habitación sin mirar atrás. Cristal era sin duda una chica genial y no se merecía que la trajera así a mi vida de mierda... No. Era justo por eso que no importaba cómo me sintiera yo por ella, porque nada nunca pasaría entre nosotros, porque yo era un maldito fenómeno y no merecía nada bueno en mi vida. Ese era mi castigo por nacer.

Además, Cris era la Salvadora, el ser más poderoso del universo y al mismo tiempo la criatura más frágil... y yo era un error, todos los que me rodearan corrían riesgo de ser rechazados por la sociedad y de que intenten asesinarlos... No era muy seguro para Cris... No era nada bueno para ella... Pero tampoco podía explicarle las cosas tal y como eran, no quería que sintiera lástima por mí... no necesitaba que nadie sintiera lástima por mí.

"Esto es desastroso" pensé arrojando con fuerza el pedazo de espejo hacia el otro lado de mi habitación, haciendo que rompiera dejando un eco estruendoso retumbando en las paredes.

Cris no entiende. No espero que lo haga... Pero empiezo a necesitarla cerca y eso no es bueno.

Es mejor así, entre menos sepa, menos estará involucrada en mi mundo de locura... Y  más lejos estaré yo.

*toc**toc**toc**toc*

Un ruido proveniente de la ventana me sacó de mis pensamientos. Reí ante la escena que se desarrollaba en frente de mis ojos. Un cuervo golpeaba la ventanilla con su pico repetidas veces. Le abría la ventana para que entrara y revoloteó un rato antes de pararse sobre una de las miles copias del maldito ENCHANTHO que había en mi habitación. Tenía una nota atada a su pata izquierda. Sorprendentemente no reaccionó cuando intenté retirarla; de hecho, estuvo detestablemente quieto.

De hecho, esa clase de cuervos no era del tipo normal... no, se encontraban y entrenaban de esa manera en un solo lugar... El Castillo de los Oscuros, sin embargo no era extraño que algunos de hayan escapado y los usen como palomas mensajeras.

Finalmente, abrí el papelito e inmediatamente lo solté al leer el contenido.

¿Acaso esto era una mala broma por parte de Harry?

No, Harry nunca me haría algo así.

¿Alexander, tal vez?

No, tal vez fuera un completo idiota, y se la pasara haciendo bromas a todo el mundo, pero Alex sabe cuándo se pasa de la raya.

¿Paul?

No lo sé... Paul es impredecible, pero no creo que sea él el que quiera sacarme de mis casillas de esta manera.