Capítulo 1: ¿¡Qué dem...!?

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-Buenos días- dijo esa señora de pelo negro y ojos oscuros con aquella mirada de desprecio de que no se esforzaba por disimular.

-Buenos días- respondí sentándome en frente de la pareja -Lamento el retraso, no era mi intención hacerlos esperar-

-No te preocupes Cristal, no hay problema, lo importante es que ya estás aquí-dijo el hombre sentado al lado de la señora. Era moreno, de pelo oscuro y ojos marrones, de complexión fuerte y delgada. -Me gustaría saber un poco más de tí... Dime, ¿Cómo te va en la escuela? -

-Bien- respondí -Tengo un buen promedio -

-Eso es bueno, pero me refería al aspecto social. ¿tienes muchos amigos?- preguntó el hombre

-uffff... Sí bastantes -"Mentirosa" dijo una voz en mi cabeza

-Que bueno- comentó la señora de pelo negro con un notable grado de sarcasmo en su voz. -No sabía que los antisociales mentían también-

-¡Rebecca!- exclamó el señor a su lado con sienta preocupación y vergüenza -no le hagas caso hoy está de mal humor- me dijo

-No seas así Bruno, estoy perfectamente bien, es solo que nada más con mirar a esta chica me doy cuenta de que es un bicho raro- contestó Rebecca con desprecio levantándose de la mesa

-Pero tu fuiste la que dijiste que querías verla- comento Bruno confundido -¿Para qué querías venir entonces?-

-No lo sé- dijo la mujer -Pensé que sería menos odioso verla... En fin, no me gusta... Vámonos-

El señor Bruno, comprendiendo que no podría hacer a su mujer cambiar de opinión, se levantó de su silla y, sin decir nada, ambos salieron de la habitación con paso decidido.

-Y.... Otra vez fracasé totalmente en una entrevista... Esta vez en menos de 10 minutos. Es un nuevo récord- dije saliendo de la habitación y subiendo las escaleras con aire aburrido, sin siquiera voltear a mirar a Elisa. Seguramente ese fracaso de entrevista hubiera bajado el humor de cualquiera, pero para mi era uno de cientos que habían terminado desastrosamente. Tantas personas me habían rechazado que ya ni siquiera me inmutaba en intentar agradarle a las parejas que se presentaban, solo me sentaba ahí y esperaba a que me rechazaran, cuando todo terminaba, me levantaba de mi silla, iba a mi habitación y continuaba pasando el rato.

Me senté frente a mi escritorio soltando un suspiro y sacando mis pinceles de los cajones donde los había dejado, de ese modo continué agregando detalles la cara del joven rubio que estaba dibujado. Tomé la paleta y empecé a mezclar un conjunto de blancos y naranjas, colocando agua de vez en cuando. Todo para ignorar el hecho de que había sido rechazada en una entrevista otra vez. De pronto, un extraño y fuerte olor a azúcar quemada entró en la habitación despertando mis sentidos.

"Qué huele así" pensé, pero no llegué a recibir una respuesta pues me había desmayado

.......

-¡¿Qué dem....?!- murmuré débilmente abriendo mis ojos sin hacer mucho efecto en el fallido intento de distinguir dónde rayos me encontraba. No podía ver nada y mi cuerpo no respondía a mis peticiones de moverme. El olor era detestable, como a azufre o algo por el estilo, y, donde sea que me encontraba sentada, se movía rítmicamente como si estuviera caminando. ¡Alguien me había metido en un saco y me estaba cargando a algún lado! Seguramente me habían anestesiado o algo porque por más que lo intentaba no podía ni levantar un dedo.

-Mersio muévete... si perdemos a la chica el Amo me matará- dijo una voz carrasposa al lado del saco donde me encontraba.

-A ver si te dan ganas de correr cuando cargas a una humana que come de más- respondió con enojo otra voz, esta vez más cerca de mí. Asumí que era ese tal Mersio quien me estaba cargando.

De pronto, sentí un terrible golpe en mi trasero y me di cuenta de que me habían arrojado al suelo. Al hacer esto, el saco se rasgó ligeramente, permitiéndome ver dónde nos encontrábamos.

"Qué rayos es esto" pregunté en mi cabeza al ver que todo a mi alrededor había cambiado.

Las casitas y edificios habían pasado a ser simples refugios de madera o ramitas, algunos incluso solo constaban de un agujero en el suelo donde criaturas irregulares que no pude distinguir muy bien, dormían. ¿Acaso era de noche?¿Cómo era eso posible si cuando me desmayé apenas era medio día?

Al parecer nos dirgíamos a una especie de mansión de color negro y dorado ¿Esa cos estaba brillando? Sip, la extraña estructura irradiaba un extraño y tenue brillo moradizo que, de algún modo, daba una sensación de miedo y desconfianza... no parecía uno de esos lugares a los que alguien quisiera ir... al menos no voluntariamente.

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