Prostibulo

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Willy siempre había sido alguien complicado, tanto así que sus padres al no saber que hacer con él, lo mandaron a la milicia, creían que le serviría para ser disciplinado, ellos esperaban ver a su hijo completamente diferente, que se convirtiera en un buen hombre, pero no volvieron a verlo.

No porque algo malo le hubiera pasado, al menos no letal, simplemente no quería regresar con las personas que se deshicieron de él en la primera oportunidad, al menos así lo veía ¿que otra explicación habría para inscribirlo a ese lugar y casi hacer ellos mismos sus maletas para que fuera?

Paso unos años en la milicia, incluso lo mandaron al frente, el problema fue que seguía sin tener respeto alguno por los demás, no seguía órdenes de nadie, peleaba todo el tiempo con sus compañeros y no importaba cuántas veces lo castigarán, eso no cambiaba su comportamiento, así que simplemente le dijeron adiós.

No estaba dispuesto a regresar con sus padres, así que terminó en un pueblo, no era la gran cosa, pero podría comenzar en paz, consiguió trabajo como barman en un prostíbulo y gracias a eso pudo pagarse un pequeño cuarto, no era la gran cosa, pero iba empezando.

Un par de meses después fue que comenzó a interactuar con el resto de trabajadores y fue entonces que lo conoció formalmente.

Un chico un par de años menor que él, cabello castaño, cuerpo delgado, pero tenía unas pequeñas curvas en los lugares adecuados, además tenía un aura demasiado pura para estar metido en ese lugar, no pudo mantenerse alejado después de eso. Todo el tiempo estaban cerca uno del otro, como si tuvieran alguna especie de magnetismo.

Willy no tardo en acompañarlo a su casa siempre que terminaba el horario de trabajo, de pasar por él, de cuidarlo, se había convertido en su guardaespaldas personal y no lo había notado.

Claro que Rub si lo noto, o al menos una parte, se dio cuenta de que siempre estaba allí para él así que le ofreció que vivieran juntos, así ambos pagarían la mitad de los gastos, sería perfecto, sin mencionar que por fin dejaría de estar solo, le alegraba tener a Willy a su lado.

El tiempo pasó y ellos eran cada vez más amigos, incluso algunos podrían decir que un poco más que solo amigos, eran cariñosos uno con el otro, Willy por fin había encontrado a alguien que en verdad lo quería, tenía un hogar después de tantos años y le daba tanto miedo perderlo, que lo convirtió en su razón de ser, sobre cualquier cosa.

Willy lo amaba, amaba a ese chico tan ruidoso, torpe y tierno, lo hacía sentir amado, con cierta calidez en el interior. Mientras que Rub lo veía como un buen amigo, su mejor amigo, alguien que no lo juzgaba por el lugar en el que trabajaba y eso lo hacía sentir de la misma forma, amado, protegido... Pero jamás con la misma intensidad uno al otro.

Un día apareció él, alto, con un aura de poder, miraba a todos como si estuviera sobre ellos, hasta que vio al chico castaño bailar sobre una de las mesas, solamente una persona vio el cambio en su actitud, solamente Willy fue lo suficientemente observador para darse cuenta de que le había sucedido lo mismo que a él.

El hombre se acerco a la mesa y se quedó viendo hasta que Rub terminó, fue entonces que se acerco al castaño, el de ojos verdes estaba listo para meterse, no sería el primer cliente que cree que puede propasarse, pero vio a su amigo reír y se quedó quieto en su lugar.

Ese sujeto regresó noche tras noche, siempre llegaba, se sentaba para ver a Rub bailar, pedía algo para tomar y después iba a hablar con él en una de las mesas más apartadas, al principio se dijo a sí mismo que no había porque preocuparse, no era más que un rico buscando diversión.

El primer mes pasó y Rub comenzó a salir durante el día, nunca le decía a donde o con quien iba, no creyó que fuera grave, después de todo siempre regresaba contento y no se iba por muchas horas, al menos no al principio.

Ruwigetta- One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora