Mellizos

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No podía creerlo.

Había arruinado algo grande.

Muy muy grande.

Y quería llorar, gritar, saltar y un montón de cosas más, pero no podía porque estaba más preocupado en que había arruinado la sorpresa.

Verán, Vegetta y Rub habían salido para ver a  Merlon por lo que Willy pensó que sería un buen momento para recoger un poco su hogar, no es que fuera un desastre, no teniendo a Vegetta, pero un reacomodo no hacía daño nadie.

O eso pensaba hasta que se encontró una pequeña caja en el armario que correspondía al Omega, tal vez no debió abrirlo, pero nunca habían tenido problema con ver y tomar cosas de los demás que vivian en esa casa, todo era de todos.

La caja ni siquiera eran llamativa, solo era una caja de zapatos, pero igual la abrió pensando que el menor había dejado algo allí y después no lo encontraría, no esperaba encontrarse con una prueba de embarazo junto a dos chupones, uno rosa y otro azul, no, en definitiva no esperaba eso.

Y ahora estaba entrando en pánico, dejó la caja en su lugar y se alejó del armario cerrandolo, fue entonces que escuchó la entrada de la mansión abrirse, bajó corriendo y tomó a Vegetta del brazo para sacarlo del lugar y alejarlo.

Sintió la mirada confundida de Rub en su nuca y la de Vegetta, pero ignoro ambas.

– Acabo de descubrir algo y no sé qué hacer.- dijo al borde del pánico.

– No, no sé qué sea, pero estoy seguro de que no quiero saber, así que no.- negó con la cabeza, sabía que saldría mal si se trababa de una reacción así.

– Rub está embarazado y creo que era una sorpresa porque encontré una caja en su armario y...- no pudó hablar más, pues le cubrió la boca.

– Te dijé que no quería saber, carajo ahora soy tu maldito cómplice, sabes que soy pésimo con esas cosas ¿Que se supone que haremos ahora?- se quejó pasando las manos por su cabello y jalandolo ligeramente.

Y como el par de adultos responsables  que son, decidieron evitar tanto como les era posible al castaño, hablarle o verlo si era posible porque ninguno sabía qué hacer para no soltar lo que ahora sabian.

Así siguieron dos semanas hasta que Rubius se harto de toda esa situacion y en la cena los confrontó.

– ¿Qué sucede? ¿Acaso van a dejarme...? Porque están actuando muy raro y si van a dejarme es mejor que solo lo digan y ya.- intentaba no llorar, pero ya tenía las lágrimas al borde de sus ojos y la voz quebrada.

– ¡NO!- gritaron ambos alfas a la vez mientras se acercaban a él para abrazarlo.

– Jamás te dejaríamos y menos ahora.- dice el albino dejando un beso sobre su cabello.

– ¿Menos ahora?- pregunta confundido dejándose abrazar.

– El tonto de tu novio descubrió algo en tu armario y después me lo dijo a mí y no sabíamos que hacer...

– ¿Qué?- se separó para poder verlos mejor y comenzó a reírse.– ¿Por eso actuaban tan extraño? Son un par de tontos los dos.- besa la mejilla de sus alfas y suspira más tranquilo.- ¿Entonces no les molesta la noticia?

– Es la mejor noticia que nos han dado.- dice el de cabello castaño oscuro.

Después de arreglar ese problema todo se fue más tranquilo. El embarazo fue un tanto complicado, más que nada porque los tres eran primerisos en ese ambito y por todo reaccionaban de manera exagerada, en especial los dos alfas.

Hasta que llegó el ansiado momento.

Por suerte estaban los tres cerca uno de otro, Rubius descansaba en el sofá, Willy servía de recagadera, ese día le había tocado ser la sombra del omega ya que en esas últimas semanas el castaño se aferraba a uno de los alfas y no dejaba que se alejará demásiado, rara vez les tocaba a ambos.

Mientras tanto Vegetta se encontraba en la cocina preparando algo para sus parejas hasta que escuchó el agudo chillido del menor.

– No les quería decir porque sé que exageran demásiado, pero... Siento un dolor extraño desde hace rato y cada vez se hace más constante y doloroso.- dice en voz baja el castaño acariciándose la enorme panza que contenía a sus dos bebés.

– ¿Dolores? ¿Cómo... Cómo contracciones o algo así?- pregunta el albino tomando palomitas del razón que tenían a un lado, se había prometido mantener la calma en todo momento después de hacer el ridículo dos meses atrás.

– Exactamente eso, contracciones- dice de la misma forma hasta que ambos caen en cuenta de lo que había dicho y voltean a verse asustados.

– Veg...Vege... ¡Vegetta!- grita levantándose del sofá con Rubius, sujetándolo con firmeza.– El bebé, tenemos que ir al hospital.

De la cocina sale un Vegetta muy agitado, les sorprendía que se pusiera así por correr en la cocina hasta la puerta, seguramente era la noticia, si.

Los tres salieron de la mansión y se dirigieron al hospital, en el camino llamaron a sus amigos para que todos estuvieran alli.

Al llegar al lugar pudieron ver qué ya la mayoría había llegado, atendieron al omega permitiendo a sus parejas pasar con él, en especial porque se negaba a separarse de sus alfas.

Todo fue confuso después, gritos, respiraciónes agitadas, maldiciones y groserías saliendo de entre los labios del omega al tener que parir a dos bebés, repetía una y otra vez que no dejaría que ningúno de su alfas calenturientos lo volviera a tocar. Y de pronto todo acabo.

El llanto lleno la habitación, primero de uno, luego del otro y ellos no podían estar más felices y orgullosos.

Rub cayó dormido poco después, estaba agotado, pero sabía que sus cachorros estarían en buenas manos, así que solo se dejó dormir.

Mientras él descansaba Vege y Willy abrazaban los pequeños y cálidos cuerpos que descansaban entre sus brazos, el doctor les había dicho que había probabilidad de que fueran mellizos, uno parecido a cada uno y no se había equivocado.

Vegetta tenía en brazos a un precioso nene de ojos amatistas y cabello castaño con algunas pecas apenas visibles salpicando su rostro.

Willy por el contrario cargaba a una hermosa niña albina que se había negado a abrir los ojos.

Sus amigos entraron a la habitación rato después para ver a las pequeñas creaciones de sus amigos, eran los primeros bebés del grupo, así que todos estaban más que emocionados.

Pudieron regresar a casa dos días después, Rub amaba a sus cachorros, aún eran muy pequeños, pero eso no quitaba que fueran perfectos, al menos para sus padres, claro.

Ambos alfas habían estado más atentos de lo que habían pasado los últimos meses ya que hora se encargaban de atender a Rub, Ragnar y Astrid.

Se sentían felices y completos.

Ruwigetta- One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora