CAPÍTULO IV

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Adrián, un sadida se encontraba hablando con aquella aniripsa, la hermandad del Tofu pronto llegaría a Bonta, sería su primer ataque contra estos héroes, comprobaría que tan fuerte era su hermana renacida en este tiempo y al igual que en el pasado acabaría con su vida, con la diferencia de que no volvería a ser encarcelada.

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Pronto arribaron en Bonta, caminaron hacia la ciudad principal para dar un poco de descanso, la familia Percedal decidió pasear por los puestos decidiendo tener un momento de familia, la pareja de Anutrof buscaba las posadas más baratas y se alejaron dejando a los hermanos y la chica solos que se divertían.

 – supongo que yo me despido – comento llamando la atención de los chicos – conseguiré unos cuantos Kamas y tomare el primer barco hacia Amakna – no deseaba irse, pero eso había acordado con ella misma, Yugo solo la observaba, queriendo decirle que se quedara.

- fue grandioso estar con ustedes y pelear a su lado, pero llego el momento de separarnos, nos vemos después, siempre son bienvenidos a la taberna –le dio un abrazo a Adamai despidiéndose.

– ¿estas segura? – le pregunto preocupado dándole un abrazo algo tenso, no estaba muy acostumbrado a las muestras de afecto, sintiéndose un poco culpable de no llevar Kamas con él.

– mmm – le dio una suave sonrisa y se dirigió a Yugo dándole también un abrazo que le fue correspondido de inmediato con gran fuerza negándose a soltarla – podrías viajar con nosotros, no dejaré que te pase nada, no necesitas pelear – Restregó su cara en el pecho de la chica, pensando que quizá aquello la había asustado.

 – gracias pero no puedo – acarició la cabeza del selatrop, mientas se separaba y daba la vuelta para irse, con una última mirada hacia ellos siguió su camino, su alma le gritaba acompañarlos en sus aventuras, su corazón le pedía quedarse al lado de aquel que lo hacía latir, apretó sus manitas en un puño y sacudió su cabeza, no lo haría, sus padres le pidieron una vida normal y lo haría, si, era una cobarde que no enfrentaba sus deseos, siguiendo los de alguien más, aun sabiéndolo siguió su camino.

Yugo la vio marcharse sin querer soltar aun aquellas manitas aun heridas, con un suspiro dio también la vuelta seguido de su hermano, la animosidad se había esfumado.

 – ¿y? A donde vamos – pregunto el draconiano.

– a descansar Adamai, fue un duro viaje, vamos – ambos fueron en busca de los Anutrof que ya tenían la posada adecuada a sus gastos.

El Selatrop tenía mil y un pensamientos sobre la chica, preocupado por cómo se encontraría, nunca había salido de su casa y estaba sola en la gran ciudad, él había tenido compañía pero la chica estaba sola, no se sentía bien dejándola ir así como así.

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La hermandad del Tofu se reunió y descansaron, acordando que en la mañana irían a ver los bosques destruidos.Con nuestra chica no le había ido tan bien, los trabajos que le ofrecían eran bastante asquerosos para su gusto, no tenía ni un poco de dinero encima, estaba cansada y no tenía la cara para pedir dinero a la hermandad, además de que Ruel no le prestaría, Eva... ni siquiera pensarlo, agotada camino hacia el bosque algo destrozado, busco el árbol más "decente" y en las raíces de su tronco se acurruco.

Estaba a punto de dormir cuando grandes ramas la envolvieron y la arrastraron hacia el centro del bosque, la Aniripsa la miraba desde lo alto de un árbol.

Adolorida por los raspones y las heridas abiertas de sus manos al tratar de aferrarse a algo, se quejó por el dolor, la herida del cien pies no estaba ni un poco curada. Sintió su cuerpo ser liberado de las ramas incorporándose con lentitud – ¿dónde estoy, quien eres y que quieres? – pregunto o más bien casi ordenó que le respondiera.

Les Ailés (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora