Capítulo V

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"Es tu culpa que estemos aquí Yugo, eres el único culpable"

Susurraba una voz en su cabeza, esa que le atormentaba aun en sus sueños, no importaba que tanto quisiera olvidarlo, parecía imposible, siempre ahí recordando sus batallas y las duras decisiones que tuvo que tomar en el pasado.

"Siempre creyendo que eres el mejor, jugando a ser algo que no eres, no es por eso que morí"

Oropo aquel semejante de su ser, por su decisión al final era el responsable de la creación de Ogrest y la destrucción de Nox, el mismo había traído a Kilby, todas y cada una de las tragedias que habían atormentado al mundo de los doce tenían que ver con él, con su culpa y su ineptitud.

"Siempre jugando a ser el héroe cuando no eres más que mala suerte"

No era verdad, el jamás quiso hacer aquel daño, el no... no podía encontrar la manera de negarlo, todas las veces estuvo a punto de perder a sus amigos por nada más que su culpa, estaba cansado el peso en sus hombros crecía y no encontraba la manera de dejarlo atrás.

Se encontraba con esos tres rodeándole ahogándolo en su desesperación y culpa, corrió lejos dentro de aquel lugar oscuro, no sabía hacia donde llegaría, no encontraba un camino que lo sacara de ahí.

Pronto se detuvo ahí enfrente de él una tumba "Triste Pin Percedal" leía en aquellos caracteres, negó moviendo la cabeza negándose a avanzar, pronto se iluminaron otras cuatro tumbas, con los nombres de sus amigos grabadas en las piedras, sintió que sus piernas temblaron sin poder soportar más el peso de su propio cuerpo, se derrumbo, agacho la cabeza gritando con dolor, los perdía y el seguía sin poder crecer un poco.

Pasaría, todos se irían y él se quedaría solo, sin la compañía de aquella su familia, no pudo más y como pudo y a torpes pasos se levanto y corrió en un interminable pasaje negro.

"Nos dejaras Yugo"

"Cuanto más tendría que esperar por ti"

"No podemos ir más a tu paso yugo"

Voces que le susurraban sin descanso lo que sabía, aquello que le dolía, el aire se le iba y sus pulmones dolían estaba cansado de correr, de huir, tropezó y cayó de manera patética, haciendo un ovillo con su cuerpo solo pudo llorar, de pronto en la oscuridad, algo brillo, una pequeña luz azul que se formo guiándolo a un lugar, limpio sus lagrimas y la siguió.

Camino por un tiempo y una luz cegó por un instante sus ojos, cuando su vista se ajusto a la luz vio un árbol, una chica balanceaba sus pies en la copa, camino mirando hacia arriba, conectando sus ojos con los de la mujer.

Ella le sonrió cálidamente y bajo de un salto, se arrodillo a su altura, con ternura tomo su mano entre la suya.

"Te encontré" susurro con delicadeza, la felicidad y la adoración tiñendo su voz "Ya no estás solo" acaricio su rostro con suavidad, su voz no salía de su garganta, quizás de gritar se había quedado afónico, sin embargo no sintió necesidad alguna de hablar.

Ambas personas se miraron, la chica acerco su rostro con lentitud dejando un casto beso sobre los labios del selatrop "Es hora de irte" le susurro.

Yugo despertó, su mirada fija en el techo de la posada, levanto su mano y toco con suavidad sus labios, pronto sus mejillas se coloraron, sintió que el también había encontrado algo.

Bajando hacia el comedor dio un saludo malhumorado sentándose al lado de Claennis, la chica volteo a verlo sonriéndole y acariciando su rostro, apoyándose en su mano la miro fijamente, sin duda lo habían encontrado, y supo que el también había encontrado algo

Les Ailés (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora