CAPÍTULO VIII

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Muy temprano Claennis se deslizó de la cama, dejando la calidez de los niños y salió, estiró sus pies y se escabullo lejos a un lugar apartado de ojos curiosos, sin embargo no de los ojos marrones que con tanto le fascinaban, siendo "cautelosa" miro a todos lados y al no observar a nadie dejo salir sus alas y de un aleteo se alejó del suelo, volando hacia lo alto en las nubes, disfrutando del aire y la hermosa vista del sol salir.

Después de un largo tiempo bajo y escondió sus alas, al dar la vuelta noto a Yugo que la miro embelesado – buenos días supongo – murmuró aun viéndola, se acercó a ella levantando la cabeza mirando fijamente a la chica.

– Hola, am –jugo de manera nerviosa con sus manos – ¡tarán! – abrió sus manos agitándolas

– ¿Puedo... puedo verlas? –

Pregunto tímidamente, la chica asintió con la cabeza y dio la vuelta, mostrando a su acompañante las alas que tanto se había esforzado en esconder – whoa – estiró su mano y las toco, suaves y esponjosas, enormes y blancas con destellos plateados – son hermosas Clae – aun no podía salir del asombro – entonces, ¿que eres? –

– Una alada – susurro – es una larga historia y yo tampoco se mucho sobre ello – volteo a verlo, juntos se sentaron y Yugo la escucho con atención.

– Entonces, solo eso eh –

– Mmm, pero no es algo que me preocupe mucho, es decir si me da curiosidad pero, no me importa mucho mi origen o de donde provengo, no cambia lo que soy hoy – esa ya no era algo que le interesase.

– Tu sí que eres un misterio – sonrió coqueto – volvamos o se preguntarán dónde estamos –

Ambos volvieron caminando, encontrando a una anciana a la cual se ofrecieron a ayudar, recibiendo unos cuantos kamas, Claennis pensó que aquello le hubiese venido bien días antes, guardo el dinero y caminaron por los puestos que comenzaban a abrir, siendo guiada por el olor del pan llego a una linda panadería, decidida a comprar unos cuantos panes para los demás, les serviría en el camino, al igual que unas cuantas frutas, se negaba a comer pescado por gran parte del viaje.

Recordar aquello le causó malestar, por la diosa alada, no más pescados.

Interiorizada en sus pensamientos no vio a la chica que estaba delante de ella y chocó por accidente haciéndolas caer.

- ¡Hey! Porque no miras por donde caminas – le reprochó de mala gana – deberías ver por dónde vas –

– ¡Clae! – Yugo se apresuró a ayudarla – tal vez tú también deberías ver por dónde vas – reclamo molesto viendo a la mujer, sorprendido guardo silencio ayudando a Claennis.

– Lo lamento mucho señorita déjeme ayudarla – ofreció apenada, no debía pensar más en los pescados.

– Está bien puedo hacerlo sola – molesta la Sadida se levantó sacudiendo el inexistente polvo de su ropa – ya que estas aquí, has oído de la hermandad del Tofu, sabes dónde están – sus amigos eran conocidos, por supuesto habría gente que los reconocería.

– De parte de quien – decidió ser cautelosa.

– Acaso no sabes quién soy, soy la princesa Amalia Sheram Sharm, hija del rey Sadida, e integrante de la hermandad del Tofu – dijo con orgullo – además ya no es necesario – volteo a mirar a Yugo quien estaba detrás de la alada.

"Amalia" recordaba su nombre, la chica que le gustaba a Yugo – por supuesto, disculpe alteza – educada hizo una reverencia mirando de reojo a Yugo.

– Están en la posada, ven con nosotros – le hablo Yugo incómodo.

– Bien te seguiré – orgullosa la princesa camino a su lado, los tres en silencio llegaron a la posada – Permítame iré a avisarles – se despido sin dejarla hablar caminado hacia arriba.

Les Ailés (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora