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Sus ojos azules metalizados.
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- ¿Dónde podría estar...? -
Buscaba y buscaba con la mirada dentro de la maleta del viaje, un objeto en particular.
- ¡Ah, aquí está! - exclamé alegre.
Se trataba de una pequeña correa perteneciente a la cámara que había encontrado el día anterior, de color negro.
A penas la había encontrado, me levanté rápidamente para acercarme a la cámara que estaba encima de mi cama, y rápidamente le coloqué la correa. Me la puse en el cuello y tomé dicho objeto mirándola con admiración.
Aunque, había un pequeño problema.
- ¡Rei, se va hacer tarde! - escuché que gritaban fuera de mi casa.
- ¡Ugh! -
Al darme cuenta de la hora que era, tomé carrera.
- ¡¿No se me pudo ocurrir mejor momento para buscar la correa?! - me reclamaba a mi misma.
Me coloco mi usual chaqueta y corrí como alma que se la lleva el diablo hacia la sala de estar, pero en un momento, de reojo ví a mi padre en una habitación que estaba arreglando para ser su oficina y poder trabajar en casa.
- ¡Adiós papá, te quiero! - exclamé rápidamente para poder salir de la casa.
- ¡Adiós, Rei! - escuché con cierta dificultad la voz de mi padre.
Agarré mi bolso escolar y fui hacia la puerta, la abrí, viendo a Bokuto y a Akaashi charlando un poco.
- ¡Hola! - saludé como siempre hacía.
- ¡Buenas! - saludó Kotaro de la misma forma.
- Buenos días. - saludó igualmente Akaashi.
- ¡Vámonos! - dije terminar de ponerme la capucha y empezar a caminar hacia la escuela.
Oh, ¿Dije caminar?
Porque bueno, en realidad estábamos corriendo, aunque realmente no sé si se debía a que Kotaro pidió hacer una carrera o porque estábamos llegando... Un poco tarde.
El punto, es que a penas llegamos a la entrada de la escuela, intentamos recuperar el aire perdido a la hora de correr.
- ¡Gané! - exclamó Kotaro sin verse realmente afectado.
