Capítulo 5: Contrato

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Ante los curiosos ojos de Neo, Fire parecía un cachorro asustado. Al principio, su pensamiento sobre ella había estado basado en su aspecto rebelde y desaliñado, no obstante, conforme pasaban las horas, su rudeza se convirtió en un extraño estado de vulnerabilidad. El estratega volvió a replantearse si era correcto que Gwendoline regresase a aquel tétrico mundo, al fin y al cabo, la joven que se erguía frente a él seguía siendo una niña asustada.

Suspiró con un fuerte dolor de cabeza y se llevó una mano a la frente. Había estado tanto tiempo sin dormir que el insomnio comenzaba a pasar factura en su humor. Cerró los ojos y escuchó como Fire se negaba a vestirse correctamente para darle la bienvenida al infante Romin. Aunque la habían obligado a darse un baño, dejándole la vestimenta preparada, la heredera volvió a colocarse el uniforme escolar.

Los breves e inútiles argumentos de la joven doncella quedaron mudos ante la repentina presencia del menor de la familia real. Fire apretó los labios y reconoció enseguida aquel rostro atractivo. El hombre tomó su mano y posó un suave beso sobre la piel de esta. Frente a ellos, Neo se incomodó desde su asiento.

—Es un placer conocerla, alteza.—Murmuró Romin mientras le regalaba una cortés sonrisa.

Fire frunció el ceño, liberando su mano con disgusto, seguidamente, giró el rostro hacia el estratega y buscó un poco de seguridad en sus ojos sorprendidos. Neo pudo percatarse de su nerviosismo bajo aquella armadura rebelde.

—Igualmente.—Respondió con frialdad.

Romin levantó una ceja mientras que se sentaba delante de ella y le extendió un documento que no tardó en leer en voz alta.

—Debo asegurarme de que colaborarás conmigo en todo momento, este contrato me ayudará a no desconfiar de ti.—La estudiante lo releyó una y otra vez sobre las palabras del mayor, sus manos no dejaban de temblar, pero su expresión era seria y molesta como si todo lo que hubiera allí escrito le disgustase de sobremanera.

Neo se levantó y le arrebató el papel para poder garantizarle que ninguna de aquellas condiciones la dañaría en un futuro. Fire lo observó con intranquilidad, quería confiar ciegamente en él, no obstante, no estaba segura de si el hombre estaba engañándola. ¿Y si ambos planeaban matarla?

—Todo es correcto—le aseguró, regresándole el contrato—. La única condición es que te comprometas con el príncipe y aceptes nuestros consejos. Por nuestra parte, te asignaremos a un soldado de confianza y estaremos protegiéndote en todo momento.

La muchacha apretó el fino objeto entre sus dedos, los latidos de su corazón subieron por su garganta, creándole un nudo en ella. Romin le entregó un bolígrafo. Su fría sonrisa provocó un escalofrío en Fire.

—Firma.—Le ordenó el rubio.

—Lo haré. Pero... Mi familia deberá estar en todo momento conmigo.—Pidió, la inseguridad seguía adueñándose de su pequeño cuerpo.

Romin puso los ojos en blanco y chasqueó los dedos. La joven notó como el suelo temblaba repentinamente, colocó las manos en el brazo de Neo para no caer torpemente y el soldado le regaló una mirada confusa por su acción.

Ante la incredulidad de Fire, se abrió un pequeño agujero en medio de los presentes, de este, comenzó a subir una oscura plataforma donde descansaba una enorme bola de cristal. La admiró atónita y la familiar luz verdosa iluminó el espacioso despacho. Quiso pensar que fue producto de su imaginación, sin embargo, un extraño tatuaje se dibujó en su brazo; un tulipán, el mismo que ondeaba en las banderas del antiguo reino.

Neo no pudo evitar sonreír al recordarlo, por otro lado, Romin la tomó de la mano para obligarla a firmar, el extraño trance en el que se encontraba la heredera no le permitió abstenerse y la tinta negra dibujó su verdadero nombre en el documento.

La bola empezó a descender de la misma forma en la que había llegado, borrándolo todo a su paso y robándole la energía a la princesa quien, aturdida por la intensidad del momento, se desmayó contra los brazos del estratega.

—Arnau se encargará de preparar su fiesta de presentación.— informó el infante, sin mostrar ningún tipo de preocupación hacia la incosciente muchacha.

Fire sintió algo húmedo sobre su frente. El frío que experimentaba hacía un fuerte contraste con el calor que ahogaba la habitación, pestañeó varias veces con la intención de aconstumbrarse a la luz del dormitorio y consiguió reconocer los taciturnos ojos de Neo con dificultad. Su visión estaba tan borrosa que se mareó al incorporarse.

El soldado sonrió ladinamente y la ayudó a acomodarse contra el cabecero de plata. Introdujo en un cubo de agua la toalla húmeda con la que había estado bajando su fiebre mientras que la menor se abrazaba a si misma, buscando algo de calor, hicieron un breve contacto visual antes de que Neo se girase hacia la chimenea y prendiera fuego a varios troncos que se encontraban allí.

—Deberías descansar, has tenido un día muy duro. Mañana todo será más tranquilo, no te preocupes.—Trató de sonar lo más amable posible.

Se giró hacia la enferma joven y experimentó una intensa sensación de tristeza. Su aspecto había cambiado completamente, la joven despreocupada ya no estaba, ahora, la incertidumbre se abrazaba a ella y castigaba su mente sin ningún tipo de piedad. Caminó hacia la cama y le acarició el largo cabello con una profunda ternura que nunca dejó escapar.

El silencio no les resultó incómodo y Fire no pudo evitar pensar que existía algo que la unía a él. Por un segundo, quisieron detener el mundo y jurarse que nada les haría daño. Sus ojos verdes recorrieron el atractivo y serio rostro del hombre, llevó un dedo hasta la cicatriz que descansaba bajo sus pestañas inferiores y la rozó suavemente.

—¿Cómo te la hiciste?—Preguntó con curiosidad y preocupación.

El tacto hizo que Neo volviera a sentirse protegido tras muchos años de sufrimiento. Atrapó la muñeca de la princesa en el momento que descansó la mano en su pómulo izquierdo y cerró los ojos, disfruntando del cálido tacto.

—Me perdonaron la vida porque mi madre los ayudó a conseguir la corona, aún así, me obligaron a convertirme en su súbdito. Por aquel entonces era muy rebelde, pero me golpearon hasta convertirme en lo que soy ahora.—Confesó con un gran vacío en el pecho.

Sus palabras entristecieron profundamente el alma de la menor y, después de unos segundos, se atrevió a decir con inocencia:

—Cuando me convierta en reina no permitiré que te hagan daño—su susurro calmó el intenso dolor del adulto —.Te lo prometo.

Lo haría pero...

Para aquello aún quedaba mucho.

Demasiado...

¡Y hasta aquí el capítulo de hoy! ¿Qué os ha parecido? ¿Creéis que Fire conseguirá cumplir su promesa?

Os leo. ❤

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