Como era de constumbre, Neo no durmió. Para él, la noche era terrorífica y sentía como si el peligro se encontraba escondido en la oscuridad, esperando a que se quedase dormido para atacarle. Había sido así desde que era un niño, pues la mayoría de sus peores recuerdos habían transcurrido en aquel momento del día.
Además, la preocupación se sumaba a su miedo y necesitaba estar pendiente a la joven que lloraba en su dormitorio. Sabía lo impulsiva que era a la hora de actuar y estaba totalmente convencido de que en cualquier instante saldría por la puerta para buscar una solución por si misma.
Y en efecto.
Horas antes de que el sol comenzara a anaranjar el cielo, las piernas delgadas de Fire se posicionaron a su lado, sorprendida por que estuviera allí y maldiciendo entre dientes por no poder escapar con facilidad. Neo sonrió ladinamente, más serio que divertido, y alzó la mirada hasta encontrarse con los ojos hinchados de la princesa.
—¿Pensabas ir a algún lado?—Cuestionó sabiendo su respuesta y suspiró restregando las manos contra el rostro.
—Sólo quería un poco de agua.—Contestó débilmente, sus manos se aferraron a la camisa que portaba y Neo tuvo la sensación de que se volvía más pequeña que de constumbre.
La culpa lo atacó y quiso tomarla de la mano para sacarla de aquel reino. Necesitaba liberarla de su prisión invisible, dejar atrás las promesas y permitirle que fuera libre. Pero... ¿Y si podían conseguir recuperar el reino? Tomaría las consecuencias necesarias para que aquello ocurriese, por su padre, por él, por los antiguos reyes.
—Yo te la traeré, ve a descansar un poco. Quedan horas para que salga el sol y debemos regresar antes de que se den cuenta de que no estamos.—La mirada confusa de Fire se clavó en él y, antes de que abandonase el pasillo, su delgada mano se aferró a su antebrazo.
—No quiero agua—respondió sin romper el contacto visual, su pecho subía y bajaba como si acabara de correr un largo trayecto, además, se acercó tanto a él que Neo experimentó un intenso cosquilleo en sus extremidades—. Tiene que haber alguna forma para que Rupert escape, Neo. Tal vez si hablo con Romin consiga convencerlo y...
La sarcástica risa del soldado hizo que la muchacha frunciera el ceño y aflojara el agarre, avergonzada.
—¿Piensas que te escuchará?—El mayor levantó una ceja y notó como Fire volvía a alejarse un poco.—A él solo le interesa su corona, quiere conseguirla cueste lo que cueste, incluso si eso implica asesinar a toda su familia.
—Pero él me necesita a mí para ello, si no me escucha me negaré a ayudarlo.—La voz de Gwendoline era tan insegura que Neo no pudo evitar colocar una mano en su mejilla, la joven regresó su atención a los ojos del combatiente y apretó los labios con fuerza, negándose a llorar más.
—Lamento haberte traído aquí—se disculpó, acariciando las pecas de la más joven con la yema de sus dedos, Fire cerró los ojos dejándose llevar por el cálido acto y suspiró—. Hace años le prometí a mi padre que te protegería, pero siento que he hecho todo lo contrario.
—No entiendo por qué lo estás ayudando, Neo. Después de todo lo que te hicieron, te comportas como su súbdito más fiel y... no te lo mereces. —Fire colocó la palma de su mano contra la del mayor e, incapaz de contener la necesidad de buscar más calidez, escondió el rostro contra el arco de su cuello.
Con el paso de los días, el estratega se había convertido en su único apoyo. No la juzgaba, trataba de ayudarla siempre que podía y, en el fondo, existía algo que los unía. El corazón de Neo se detuvo, escuchándola llorar contra su cuello y le frotó la espalda para calmarla.
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Inside the Flames
FantasyUn reino apunto de sucumbir bajo magia negra. Una princesa pérdida. Y una promesa pasada. ¿Qué ocurrirá cuando Fire intente arreglar un país destruido?