Capítulo 10: Viva la princesa.

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Gwendoline bajó por las largas e iluminadas escaleras de madera, las miradas se posaban sobre ella como si hubiera escapado de otro planeta y su pecho ardía a causa del amuleto que portaba en su cuello. Buscó entre la gran multitud algo en lo que poder aferrarse incoscientemente, estaba demasiada asustada y nerviosa como para hablar.

Las cámaras de televisión la rodearon inmediatamente y las luces de los flashes la marearon por unos segundos. Recordó las palabras de Romin en el instante que colocaron un diminuto micrófono delante de su rostro, observó a los ojos al periodista que le devolvía la mirada con ansias, esperando una de las noticias más importantes de su carrera profesional, y sonrió. Guardó todo su terror e inseguridad en una las cajas fuertes de su alma, al fin y al cabo, ya estaba acostumbrándose a ello.

Extrañó a Dagger y a Rupert, necesitaba que estuvieran a su lado para sentirse segura, y por unos segundos se sintió realmente tonta. Siempre había dado por hecho que ellos estarían allí toda la vida, dispuestos a protegerla ante cualquier peligro, pero el mundo comenzaba a caer sobre sus delgados hombros y debía ser valiente.

—Quiero que el reino vuelva a la paz.—Las palabras salieron de su boca con tanta seguridad que se confundió, por dentro estaba apunto de desfallecer.

Romin sonrió desde una de las esquinas del lujoso salón y, a su lado, Neo admiró la escena con los puños apretados; necesitaba sacarla de allí, agobiándose por que los presentes comenzaran a reconocerla. El amuleto emitió su característica luz verdosa y sólo unos pocos pudieron apreciarla.

—No vengo a incitar una guerra, por el contrario me gustaría lanzar una propuesta a los reyes de Lux.—Neo se percató de la hermosa y segura sonrisa de Fire, el cachorro asustado de días anteriores había desaparecido y en esos instantes se convertía en un majestuoso león, acariciándole los músculos tensos y susurrándole desde la distancia que todo iría bien.—Estoy dispuesta a contraer matrimonio con el príncipe Armin y cicatrizar la herida de mi ditunta familia.

Las exclamaciones de los invitados sofocaron a la joven, quien se aferró a la tela de su vestido, le dolía pronunciar aquellas palabras y sentía que estaba traicionándose a sí misma.

Quiso llorar cuando Romin caminó hacia ella y le besó la mano en símbolo de respeto. Lo odiaba, todas sus extremidades ardían de sólo pensar en lo que aquello suponía y su sonrisa se agrandó para retener las lágrimas. Pasó un brazo por su cintura y, haciéndole un gesto a las cámaras para que dejaran de emitir en directo, la guió fuera de la multitud que la rodeaba.

—Lo hiciste genial—La alagó por primera vez y abrió la cristalera que los separaba de la terraza.

El aire congelado golpeó sus rostros, Fire se percató que había estado conteniendo el aire en todo momento y lo soltó en un agotado suspiro. La mano de Romin descendió por la piel desnuda de su espalda y apretó los labios con nerviosismo. Por suerte, Neo salió detrás de ellos y se quedó en un segundo plano. Atento.

—Las revueltas del norte no van a calmarse después de esto...—El estratega rompió el silencio sin apartar la mirada de la pensativa muchacha.

Gwendoline se alejó de Romin y caminó hacia las barandillas del balcón. Llovía, por lo que apenas se podía ver a través de esta.

—Lo sé.—Romin contestó, colocándose mejor la corbata del traje y regresando su atención a la gran revuelta de los invitados. La repentina aparición de Gwendoline los había dejado más nerviosos que nunca, además, los músicos ya no tocaban música y se mantenían expectantes ante la confusión de las personas.—Mi padre sabrá como mantenerlos mansos, igualmente necesito que prepares un ejército de seguridad más fuerte. Todos estamos en peligro, su querida princesa acaba de traicionarlos y querrán vengarse.

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