Capítulo 1

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La música de Finger Eleven me acompañó las horas que tardé en cambiar de Estado y alcanzar mi destino. Había un tema que repetí en varias ocasiones porque me recordaba a las películas de Viernes 13 y, por consecuencia, a su máximo protagonista: Jason. Esa era la canción de Paralyzer.

Canté a viva voz algunas estrofas y terminé tomando el desvío de tierra que conectaba la carretera principal con las zonas rurales del entorno. Por supuesto, mi vehículo se quejó de cierta manera ante el cambio en la calzada, pero no me falló y conseguimos internarnos en el bosque antes de que amaneciese.

De todas formas, la oscuridad era tan palpable que incluso con las luces largas puestas, creí necesario detenerme.

-Siempre es mejor que perderse en medio de la nada.

Nunca tuve miedo de lugares como aquellos. Para mi no albergaban misterio alguno.

Giré las llaves y el motor se apagó a un lado del camino para no obstaculizar a nadie, aunque tampoco tenía pinta de que fuesen a entrar mas coches. Yo era la única loca que se aventuraba por lugares como esos sola, pero no por ello desarmada. Tenía una pistola en la guantera.

Con todo, me estiré en el asiento y me fui a la parte de atrás a echar una que otra cabezada. Debía esperar al alba para proseguir pues, por lo que sabía, el campamento Nobebosco, ese del que le hablé a Damaris, hacía tiempo que había sido declarado en bancarrota y ya nadie lo quiso comprar, mucho menos restaurar. Debía estar en ruinas, si es que seguía en pie.

Como no, corrían rumores acerca de esto último. Algunos decían que la gente adinerada no se hacía con él porque pesaba una maldición sobre el mismo, como si el conjuro de Crystal Lake hubiera caído encima. No obstante, yo tenía más que claro el motivo real. ¿Quién iba a poner un maldito camping en tiempos de Coronavirus? Bueno, está bien. Hacía años que las casuchas habían sido dejadas al olvido, pero era de lógica pura y dura. Los niños preferían un Ipod o un ordenador gamer antes que hacer de boyscouts.

Los campamentos eran algo pasado de moda desde hacía décadas.

Total, que me quedé dormida apenas me tumbé en la cama. La espalda me pedía a gritos acostarme y sucumbí ante el cansancio en menos de cinco minutos

No desperté hasta después del mediodía, cuando los sonidos naturales de los pájaros, entre otras cosas, llamaron mi atención

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No desperté hasta después del mediodía, cuando los sonidos naturales de los pájaros, entre otras cosas, llamaron mi atención. Entonces bufé, me di media vuelta e intenté perseguir el sueño que se me escapaba a pasos agigantados.

Nadie iba a morir por dormir un poco más. ¿No es cierto? Sin embargo cuando otros ruidos se sumaron a esos, fruncí el ceño y me incorporé. Me senté sobre el colchón y agudicé el oído.

Pasos, muchos. ¿Acaso había un ciervo husmeando mi caravana o tal vez una familia de jabalíes?

Corrí las cortinas y me asomé disimuladamente por la ventana. No vi nada.

Aquel runrún se aproximó a la puerta asi que, entre molesta y precavida, abandoné el lecho con sigilo, agarré un bate que tenía debajo de la cama por si me robaban en la ciudad, y me dispuse a salir chillando, amenazante. Con suerte espantaría a las alimañas y podría lavarme los dientes después.

-¡¡Eh!!

Lo que no esperé fue encontrarme con un grupo de jóvenes, que se echaron hacia atrás, impresionados por mi grito. El cabecilla, un chaval rubio de unos veintipico años, levantó las manos en son de paz.

-Vaya... No esperábamos un recibimiento así.- Comentó y luego retrocedió unos pasos.- Tranquila, perdona. Pensamos que eras un amigo al que estamos esperando.

-Solo queríamos darle un susto.- Intervino una chica con gafas y el pelo de colores, conciliadora.

No bajé el bate hasta que los demás llegaron. Se acercaron para ver que pasaba y al comprobar que no era quién esperaban, pusieron cara de circunstancias.

-Ah.- Fue lo único que dije, si es que se puede considerar eso una respuesta.

-Soy Curtis.- Se presentó el rubiales que, por cierto, tenía los ojos marrones.

-Yo Lea.- Continuó la adolescente de las mechas. No pareciera tener más de dieciocho.

A ellos se sumaron los demás. Una chica negra, un tipo entrado en carnes, una parejita y varios compañeros que parecían ser jugadores de rugby o algo por el estilo. Algún tipo de deporte de los que exigian llevar cazadoras a juego.

-Natasha Harris.- Me di a conocer.- Venía a pasar el finde por aquí.

-¿Estás sola? ¿Trajiste a tu churri?- Me preguntó la más niña, Lea, y yo la fulminé con la mirada. No me gustaba que escarbasen en mi vida privada, y menos una panda de imberbes que acababan de despertarme.

Si. tenía muy mal humor por las "mañanas"

-He venido conmigo misma. ¿Te parece poco?

A pesar de mi actitud, el más gordo, que se llamaba Emmet, prosiguió:

-Tenemos unas tiendas de campaña al este del bosque. Hemos traído porros y cosas, por si te hace.

-Gracias, pero paso.

Y les cerré la puerta en las narices.

Lo primero que hice, después de escuchar algunos cuchicheos sobre lo borde que era, fue lanzar el bate de béisbol a la cama y buscar mi cajetilla de cigarrillos. Si no atiborraba mis pulmones de nicotina apenas me despertaba, no era persona, lo juro.

-Malditos mocosos.- Farfullé, saqué uno deprisa y lo encendí con el mechero que solía llevar en el bolsillo de mis pantalones. En cuanto aspiré, me sentí mejor.

Luego me fui a la parte de adelante de la caravana y vi por encima del salpicadero como el grupo se marchaba. El único que se dio la vuelta fue el rubio. Nuestras miradas se cruzaron por un momento y más tarde me volví.

Seguro que tenía una pila de Whatsapp's de Damaris.

Está bien. No era mucho mayor que ellos, tenía veintisiete años, pero mis prioridades en la vida hacía tiempo que ya no eran emborracharme, follar y salir de fiesta.

Ahora me obsesiono con asesinos en serie. 

Pensé y solté una carcajada ente mi propia ocurrencia.

Sobre ello. Mas me valía arrancar de nuevo a Lucille (Tenía nombre mi autocaravana. El nombre del bate de Negan, de TWD) y averiguar si podía llegar al campamento sangriento para desconectar de los problemas del día a día.

Veintisiete veces 13 [ Jason Voorhees - Friday The 13th ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora