Capítulo 17

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Inhalé de forma profunda y pausada. El aroma de Jason estaba muy entremezclado con el de la naturaleza, tanto, que no sabías donde acababa el olor a tierra y empezaba el suyo propio.

Permanecí entre sus brazos hasta que sentí la necesidad de colocarme mejor, que fue cuando me removí, rompí el abrazo con talante y me aupé sobre su regazo, enfocando de lleno los ojos que se escondían tras la careta de portero de hockey.

-Jamás pensé que serías un hombre cariñoso.- Tuve que admitir. Solo lo imaginaba destripando monitores de campamentos.- Pero eso me enseña, una vez más, que no hay que prejuzgar a la gente.  Supongo que todos podemos ser lo que queramos. ¿No es cierto? - Y dicho aquello le di un beso en la mejilla, por encima de la máscara, claro.

Aunque el asesino se quedó en silencio, como cabía a esperar, no dejó de rodear mi cintura en ningún momento. Yo le acaricié la nuca sin saber que más decir. Hablar con Voorhees era muy parecido a un periodo de reflexión. Nunca obtenías respuestas, al menos no de forma verbal, y eso te empujaba a suponerlas por ti mismo. Sacar conclusiones, barajar hipótesis. Toda esa clase de parafernalia psicológica.

-Es bastante extraño...- Susurré o más bien me dije a mi misma.- Creí conocer la clase de tipo que eras desde siempre, agresivo, perturbado, psicópata... sin embargo ahora te tengo delante y estoy que no sé cómo definirte.  ¿Eres bueno? ¿Eres malo?

Para mi resultaba una victima, no obstante eso no justificaba el puñado de asesinatos que cometió.  Si existía Packanack, lo que ocurrió en las películas de Viernes 13 fue real, y en cada una de ellas se cargaba a unas ocho o nueve personas. Multiplicar ese número por diez, que eran todas las precuelas que tuvo, daba muchas muertes, demasiadas a decir verdad.

Distrayéndome de mis cavilaciones, Jason apoyó la barbilla en mi hombro y luego enfocó su nariz hacia mi cuello, resguardándose de cierta manera. Me recordó a un animal buscando afecto. Dejé que permaneciese allí y me quedé contemplando la enorme laguna en la que se había ahogado de pequeño.

Crystal Lake era un lugar singular en todos los sentidos, de principio a fin, y su máximo protagonista también. Realmente no sabía cuando ni de qué manera habíamos llegado a tal punto de intimidad, pero tenía que prepararlo para una "ruptura". No iba a permanecer en ese cuchitril en el que me retuvo. Me negaba.

Respiré hondo e intenté imaginar mi futuro junto al contrario. Fue imposible. No podía quedarme y merecía saberlo. Merecía al menos una explicación.

-Escucha, sé que esto no va a gustarte.- Le previne.- Aún así, hay que dejarlo claro desde un principio. Sabes apañartelas y puedes sobrevivir en el bosque sin problemas, pero yo no voy a robar, ni a vengarme de nadie, ni a comer bichos crudos. Antes de que mamá hablara conmigo, tenía una vida. Si, vale, no era la mejor del mundo.- Me desvié del tema un momento, rodando los ojos.- No obstante me ofrecía cosas que tú y este entorno no podéis.

A medida que fui exponiendo aquello, Voorhees levantó la testa y me observó a la cara.

-Te ofrezco un trato.- Sentencié entonces y me aseguré de que me prestase atención.- Puedo venir todos los fines de semana. Trabajaré los otros días y conseguiré dinero para comprar algunos enseres. Comida, generadores, propano, queroseno, ropa para ti. Así podremos remodelar la cabaña y llevar una existencia más o menos normal, como cuando vivías con Pamela. ¿Qué te parece? Sé que eras feliz con ella.

Dado que no se dignó ni a pestañear, tragué saliva y rehíce la propuesta de una forma más suave, menos exigente

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Dado que no se dignó ni a pestañear, tragué saliva y rehíce la propuesta de una forma más suave, menos exigente. Su expresión inflexible me hizo vacilar.

-Es decir, no me olvidaré de ti, Jason. ¿Cómo iría a hacerlo? No me mires de esa forma.- Fingí un puchero y le desordené las hebras que tenía en la parte derecha de la cabeza.- No te enfades conmigo. Que no pueda pasarme semanas encerrada en el sótano no significa que no te quiera. Eres un chico especial, muy bueno. Me encantas. Por eso quiero hacerlo bien. ¿De acuerdo?

Me gustaban un montón los niños, había estudiado para ser profesora, de hecho, y él, en el fondo, lo era. Era un niño mayor. Si le hablabas con ese cariño, lo entendería.

-No tiene porque ser ya, puedo irme mañana. ¡Si! ¿Qué tal si pasamos una noche diferente, aquí, en el lago? De esa forma te demostraré que nadie podrá sustituirte y tu te acordarás de mi cuando me vaya.

A pesar de que no parecía estar convencido en absoluto, le hice carantoñas hasta que no le quedó más remedio que aceptar.

Para empezar, no tenía nada de sueño, así que abandonamos el muelle y dimos vueltas por el antiguo campamento. Mi compañero tenía una linterna, que me cedió de inmediato, con la que alumbré los alrededores.

En nuestro paseo nocturno vimos algunos búhos, ratones de campo y hasta me pareció vislumbrar, a lo lejos, eso si, una cornamenta entre la espesura. Tal vez fuera un ciervo y eso me llevó de lleno a los filmes de Harry Potter.

-Será el expecto patronun de James.- Bromeé.

Estuve hablando todo el rato sobre temas que me entretenían. Le expliqué lo de los hechizos, los animales y el rollo de la magia. Hasta le conté la leyenda de las reliquias de la muerte, mostrándole un tatuaje que me había hecho en el gemelo con tal motivo.

Por alguna extraña razón estaba súper contenta, sobre todo porque había podido salir y airearme del zulo donde pasé la anterior semana. Además, tener a un Jason pacífico a tu vera aumentaba mi buen humor. Era como haber contratado a un guardaespaldas gigante al que confiarle tus más descabellados secretos. No hablaba y, por consiguiente, no me juzgaba.

Di rienda suelta a mi verborrea y paseamos hasta que me dolieron los pies. Solo a partir de entonces dimos media vuelta y acabamos, dando un rodeo inmenso, en la otra orilla del lago, que tenía un segundo desembarcadero.

-En fin.

El sol empezaba a rayar el alma y dentro de muy poco amanecería. El cielo había comenzado a clarear.

-No pienso despedirme porque regresaré pero... me gustaría hacer algo antes de marcharme.

Me acerqué al mayor, metí las manos debajo de su jersey y arañé su abdomen de forma sensual. Tuve que ponerme de puntillas para exhalar un vaho cálido sobre su nuez.

-Desnudate, vamos a hacerlo.

Veintisiete veces 13 [ Jason Voorhees - Friday The 13th ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora