Capítulo 20

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-¿Se puede saber qué diablos pasa contigo?- Conseguí articular entre golpe y golpe.

En cuando entré en la casa, Marina, la prima de Damaris, se me lanzó encima como una fiera. Los guantazos me llovieron por todas partes y acabé encogida en un falso intento por librarme de ellos. Como es obvio, no pude y tuve que echarle el freno para que no me dejase calva. Su técnica maestra de combate, después de todo, consistía en tirarme del pelo y arañarme. ¿Acaso se había vuelto una gata en celo?

La aparté de un empujón y me puse yo también a la defensiva. Más le valía andarse con cuidado conmigo porque aunque nunca hice artes marciales, me sabía defender. Ojalá me hubiera traído el bate de metal que escondía debajo de la cama. Le habría dejado el piso hecho un Cristo.

-¿Todavía tienes la cara dura de venir a mi departamento?

-¿Y dónde quieres que busque a la Dama si no me atiende al teléfono? ¡Tía, sal!

No sabía dónde se había metido mi amiga, pero no era digno de ella quedarse a un lado, ajena a lo que pasaba con los demás. Damaris era la típica persona que aparecía en medio de cualquier discusión, pelea o semejantes para servir de mediadora y aplacar a los combatientes.

-¡No está aquí!- Ladró Marina y dio un paso atrás. Al menos dejó de intentar sacudirme.

-Joder...

¿En serio estaba trabajando? ¿En que clase de sitio se metió para currar pasadas las doce de la noche? Y eso que parecía una buena oferta laboral.

-¿Dónde queda la empresa? Tengo que hablar con ella.

-¿Te me pones sarcástica? ¡La han echado por tu culpa!

La información me dejó a cuadros. ¿Qué estaba diciendo? ¿Mi culpa? ¿Mi culpa de qué? Si yo había estado en Crystal Lake desde el día en que ella empezó. Bueno, prácticamente.

-Si no se hubiera levantado e ido de su puesto para buscarte, no la habrían despedido. ¿Sabes lo contenta que estaba? Y de buenas a primeras, por salvarte el culo por trigésima vez, a la puta calle. La has dejado con una mano delante y otra detrás. ¿A ti te parece normal con los años que tienes? Sienta cabeza y deja de joder a mi prima con tus mierdas. Ahora ni siquiera me responde los mensajes.

Me empujó y sacó fuera. Un segundo después me cerraba la puerta en las narices y me dejaba en estado de shock. ¿Cuándo había sucedido aquello? ¿Por qué me achacaba la culpa de algo de lo que yo no tenía ni idea? O lo que era más preocupante. ¿Dónde estaba Damaris?

El corazón me empezó a martillear en el pecho a medida que una idea horrible se precipitaba sobre mi. Por mucho que respiré, tuve la sensación de que el aire no invadía mis pulmones. Las pupilas se me dilataron.

Ella... ¿Ella no habrá ido a buscarme, verdad? ¿No fue hasta Packanack, no es cierto?

Bajé las escaleras a toda prisa, saliendo del bloque a la calle para alcanzar mi caravana y arrancarla en ese mismo estado de nervios en el que me dejó Marina.

-No, no, no.

No quería creerlo. No quería pensarlo. No quería admitir que cabía la posibilidad. Recordaba muy bien la tarde en la que le conté que me había encontrado, ni más ni menos, que al mismísimo Jason Voorhees y la expresión de espanto que puso. La manera en la que se quedó mirando los moretones de mi cuello, que tenían la forma exacta de una mano gigantesca.

"El día menos pensado me voy a New Jersey. ¿Sabes que hay un campamento que inspiró todo el folclore de Viernes 13?"

Si, esas fueron mis palabras. la Dama solo habría necesitado un Uber que la acercase al Nobebosco

Veintisiete veces 13 [ Jason Voorhees - Friday The 13th ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora