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Debería existir alguna forma de poder identificar cuándo ha de suceder algo que va cambiar el rumbo de la vida de uno, una señal por más simple para al menos estar preparado. Así al menos no seguir haciendo las cosas con normalidad, siendo ajenos al evento inminente.

Aquella mañana era del todo normal, Viktor había despertado casi con el alba, los años de entrenamiento y asistiendo a un trabajo que exigía tu completa atención, a veces el dormir era un lujo que pocos disfrutaban en su totalidad. Incluso cuando el de cabellos platinados quiso romper ese molesto hábito, después de todo la ventaja de ser su propio jefe era que podía ser más flexible con los horarios. Pero simplemente el sueño huía de él mientras los primeros rayos se visualizaban en el horizonte, su cuerpo simplemente parecía estar listo para enfrentarse al día, como si aún debía enfrentarse a una ciudad, pero no era así, por lo que había construido una rutina simple.

Salir a correr lo mantuvo cuerdo, necesitaba el ejercicio, porque su entrenamiento aún controlaba algunos aspectos de su vida, tras correr aproximadamente por una hora regresaría a por la ducha, en tanto el café estaría preparándose, el cual desayunaba en compañía de los bollos, panes o alguna creación que la señora de la panadería de la esquina preparaba. A veces se decantaba a pensar que su sueño huía mientras sentía el aroma del pan horneando, quizá era así. Porque era de las pocas cosas que realmente amaba hacer, era disfrutar de una buena comida.

El desayuno finaliza con su que hacer en la segunda planta, luego todo su accionar se concentraba en la planta principal, donde iniciaría con su recorrido por la tienda, en su inspección de sus plantas, además de recoger el pedido de las flores cortadas que recibía cada tres días, luego limpiaría la tienda y cuando diera exactamente las 9:00 Hrs en punto al fin lograría girar aquella placa a "Open".

Pero su trabajo no terminaría ahí, no es que se sentase a esperar que alguien pasara por la tienda, se concentraba en ver otras cosas, como por ejemplo ver como iba con el ahorro para comprar su vivero fuera de la ciudad, debido a que la casa solo tenía dos plantas y un ático no tenía espacio, y si bien tenía un callejón trasero, donde podía con mucha paciencia lograr crear algo, era donde estacionaba su camioneta. Así que por ahora se limitaba a comercializar lo mejor de otros viveros. Así que trabajaba también en encontrar nuevos artistas para macetas, llevar el control de otros materiales y productos referidos al tema de las plantas. Incluso estaba pensando en abrir una especie de tienda online, claro que eso significa hacer entregas y por ahora no estaba seguro de contratar a alguien más, así que la idea aún se maduraba.

— Vengo por un ramo de flores.

Viktor despegó su vista de la pantalla del monitor y se dirigió a la del hombre, quizá sus años como policía le dijeron que este era algo sospechoso, ni siquiera era por como lucía, era quizá la mirada nerviosa que miraba el lugar, pero sin ver realmente, era aún temprano por la mañana y si sufría un robo no se llevarían mucho, aún así intentó no prejuzgar cuando le respondió.

— Estás solo están en la parte frontal de la tienda, ¿Alguna en particular?

Victor que rodeó el mostrador esperó hasta que el otro fuese quien regresa sobre sus pasos para llegar hasta donde las flores cortadas se exponían, el hombre dio con un repaso las flores y luego volvió a mirara al dueño de la tienda, que ahora de pie de lado a él lo dominaba con su altura.

— No, solo que sea bonito, a ella le gustan las flores, o eso quería.

El dueño de la tienda se regañó a sí mismo, quizá era normal para el sospechar de todos, asi que simplemente con cuidado tomó una canasta que estaba colgada por ahí y escogió algunas flores, cuando ya estaba por girarse y preparar el ramo en la zona lateral donde se encontraba los otros implementos, el hombre extrajo entre las rosas de colores artificiales una de color verde. Y se la extendió.