Jeon Jeongguk es un joven revolucionario que busca dar su grano de arena acerca de las injusticias que atacan a su pais, pero mientras luchaba, no se le pasó por la mente lo que su sentido por lo justo, pusiera en su vida a alguien tan especial.
-J...
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Narración Jeongguk
Estaba dando de alta a un paciente cuando sentí un olor a fruta que me hizo alzar la cabeza de forma automática para ver unos pelitos rubios acercarse a mí, con las manos tras la espalda, mostrándome una sonrisa linda pero inquietante, como cuando te quieren pedir algo.
-Doctor Park, placer verlo.- Digo volviendo a lo mío, dejando que el posa su barbilla en mi hombro para ver que la epicrisis que estoy realizando bajo supervisión de otro médico.
-¿Cual es el caso? - Pregunta, y siento que sus gordos labios rozan mi mejilla.
-Mujer de 66 años, con historial de trombosis hace cuatro años, hipertensa, diabética, con artrosis, ambas piernas cubiertas con varices, historial clínico mental.- Miro de nuevo su historial sin encontrar otra cosa importante que decir.- Se le está dando el alta después de un ACV, ha tenido una mejora impresionante, solo le cuesta caminar un poco y refiere leve parestesia en el miembro superior izquierdo, tal como poca fuerza, se le manda con anticoagulantes para la casa, otra más a la enorme lista de medicamento que toma, durante los controles de signos vitales estuvo casi siempre sobre los ciento cuarenta, se le deriva al neurólogo y a terapia.
-Wow, con todo lo que me dices ¿Dice que le cuesta caminar un poco? - Esta vez le dejo ver mi sonrisa ante su pregunta, asiento entusiasta, ya que la familia de esta abuelita estaba muy preocupada de que no saliera de esta ya que se ve bastante delicada, me hubiera dado mucha pena si no salía bien.
-Ella dice que sale a caminar y recorrer todo el día.- Lo volteo a ver y el alza las cejas viendo a la señora en silla de ruedas frente a nosotros. - A pesar de todo lo que tiene, el nieto me dice que salen a caminar y él se cansa a la media hora y su abuelita sigue como si nada por dos horas.
-Los mayores son los más porfiados, recuerda hacerle una buena educación a ella y sus familiares.- Me dice golpeando ligeramente mi hombro.
-Quédate para verlo.- Le digo con una ligera sonrisa, él muerde su labio y asiente para alejarse de mí, en lo que yo me acerco a la abuelita en silla de ruedas, mostrando mi mejor sonrisa, mientras una mujer y su nieto están alrededor de ella protegiéndola.
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