La inefable sensación que le recorrió el cuerpo ante la mirada de TK se desvaneció tan veloz como había aparecido, y sin embargo le había llegado durante el tiempo suficiente como para dejarle una sensación difusa en el pecho. El sol se alejó de ellos y bajó hacia el horizonte que marcaba el océano Pacífico, como si quisiese ponerse a su altura para ser parte de lo que les ocurría. El problema era que en ese momento estaban tan conectados con el otro que ni siquiera el sol, con su calidez y los colores rosados que pintó en el cielo, tenía cabida en lo que les estaba pasando.
Kari se llevó una mano al pecho y, aunque una parte de ella lo quisiera, no apartó la vista de sus ojos azules. TK inspiró hondo, devolviéndole la mirada.
–No tienes por qué responder –rompió el silencio–. Lo entiendo.
Ella tardó en hablar.
–¿Puedo responderte en otro momento?
–Cuando quieras. ¿Pasa algo?
Por un segundo, llevó la mirada al cielo antes de volver a sus ojos.
–No tengo muy claro lo que siento. Tengo que pensarlo bien.
–No lo pienses tanto –le sonrió–. Los sentimientos se sienten, no se piensan. Y tú ya piensas y sientes demasiado.
–¿Tú crees?
–Si algo he aprendido en los últimos meses es que es mejor pensar menos y hacer más –se distrajo por un momento cuando el brillo de los restos del sol se reflejó en su mirada–. La vida es tan corta que no sé cómo he podido desperdiciar los últimos meses de esta forma; cómo pude tardar tanto en darme cuenta de que me gustabas y en decírtelo –apoyó una mano al lado de las piernas de la chica para acercarse un poco más–. La mayoría de cosas no tienen tanta importancia como parece, y sin embargo nos pasamos más tiempo pensando en ellas que haciéndolas. ¿Tienes idea de la cantidad de veces que se me pasa por la cabeza abrazarte? ¿Sabes cuántas veces no lo he hecho porque he pensado que no estaba bien hacerlo? –Hizo una pausa en la que se tomó su tiempo para repasar sus facciones. Al final, sonrió–. Me encantaría decirte que probablemente estés en lo cierto, pero estoy bastante seguro de que ni te acercas a la respuesta.
–No puedo dejarme llevar solo por lo que siento.
–Eres una persona muy sensible, Hikari. Tan sensible que sufres más por los demás que por ti misma. Tan sensible que me muero de ganas de abrazarte para que nada se atreva a intentar romperte –se le escapó una pequeña risa que fue opacada por el chapoteo del agua–. Pero me he dado cuenta de que es esa misma sensibilidad la que te hace fuerte.
Kari bajó la mirada y sonrió con cierta amargura.
–No soy fuerte, TK.
–¿Que no eres fuerte?
Ella se abrazó a sí misma y llevó la mirada al mar teñido con los últimos rayos del sol.
–Soy tan frágil que, como dices, cualquiera podría romperme.
–Eso es precisamente lo que te hace fuerte, Kari. Hay flores que han llegado a romper asfaltos, y tú no eres ninguna excepción –se miraron–. Tienes una sensibilidad tan alta que puedes romperte con muchas cosas, es cierto. Pero eso no te hace frágil; todo lo contrario. Tú también eres capaz de romper con lo que quieras. Me lo has demostrado tantas veces que al final he terminado dándome cuenta de que no necesitas a nadie que te proteja, sino un entorno que te entienda y te ayude a cuidar todas esas luces que a veces pueden crearte sombras. Esa sensibilidad es tu mayor fortaleza.
Extendió su mano libre para aferrarse a las de la chica.
–Sé que debe ser difícil mirar el mundo desde tus ojos –continuó–, pero también estoy seguro de que lo que ves debe ser tan precioso que jamás llegaré a entenderlo del todo. Y a pesar de todo, quiero seguir intentándolo.
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Takari: A pesar de ti
FanficAño 2008. Han pasado algunos meses desde que TK se marchó a Yamagata y, desde entonces, las cosas entre Kari y él no han hecho más que empeorar. Kari ha estado intentando que su relación no fuera a peor, pero TK no le ha puesto las cosas fáciles y e...