𝗧𝗛𝗘 𝗟𝗔𝗦𝗧 𝗦𝗨𝗠𝗠𝗘𝗥┃RIVERDALE.

44; ❛ THE CITY OF LIES. ❜

CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO; ❛ LA CIUDAD DE LAS MENTIRAS.❜

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El ángel de la muerte llegó una vez más a Riverdale.

Madison mantuvo la mirada en sus zapatos. Evitó a toda costa la fotografía de Midge Klump a algunos centímetros. No podía evitar las lágrimas manchando su rostro cada vez que apreciaba la sonrisa de la adolescente en el retrato para una simple foto de anuario. Lo último que habría pensado fue que la usarían para conmemorar el final de su vida a los vagos diecisiete años.

No habían formado una relación estrecha. Madison no era amiga suya, ni mucho menos. Pero era una ciudad pequeña, no saber de los demás era imposible. Ahora, haría falta en los corredores, en Chock'lit Shoppe, y en la vida de rutina. Habría un hueco, en donde antes solía estar Midge.

Madison tragó saliva cuando el cajón empezó a descender tres metros bajo tierra. Era momento del último adiós.

Se acercó hasta la orilla. Aferró los dedos al brazo de su padre para no caer cuando el vértigo la consumió. Seguidamente, estiró el brazo para dejar al merced de la gravedad la rosa blanca dentro de la fosa. Sintió el consuelo de Hal cuando este le besó la sien.

El funeral finalizó con algunas palabras de la madre de Midge.
Después, Alice pensó que sería buena idea organizar una cena familiar. Celebrar el vínculo tras demostrarse lo breve que podía ser la existencia terrenal, quizás un gesto para agradecer al Señor Todopoderoso por conceder un día más en unión.

Madison no era creyente, pero accedió de todos modos. Sería una salvación para su memoria poder distraerse de los recientes acontecimientos que torturaban sus sueños durante las noches. De todas formas, la relación con sus progenitores había obtenido buenos frutos, y podía decir que gozaba de la compañía de ellos.

Sin embargo, supo que no sería una buena velada cuando Chic ocupó un sitio alado suyo en el automóvil. Intentó no rodar los ojos cuando su hermano brindó un abrazo seco para expresar su condolencia respecto a la pérdida.
Madison lo aceptó con desgana, y empezó a teclear mensajes en su teléfono para cuestionarle a Betty respecto a su ausencia en el funeral. Pero ninguna de las indagaciones tuvo respuesta.

Ahora tendría que sobrevivir a la cena con Charles, y su madre en la misma habitación. Hal declinó la oferta, excusándose con tener trabajo acumulado en la oficina de redacción, pero la verdad era que evitaba pasar tiempo con el primogénito de Alice para evadir las desconvivencias que tenían mutuamente.

Madison dejaba los utensilios sobre la mesa, cuando el móvil en su bolsillo vibró anunciando una nueva notificación.