Capítulo 8. ¿ Un adiós?

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Ocho horas tras la localización de la ubicación de Midorilla, un pequeño grupo de cinco personas aterrizaba en una de las pistas privadas de Jodhpur. Por suerte para ellos, el gobierno del país había dado el visto bueno y los habían dejado pasar. Poco tardaron en tener noticias de las autoridades locales, quienes al saber de su llegada no dudaron en recopilar cierta información bastante útil.

De antemano, ya tenían bajo vigilancia varios edificios de la ciudad, entre ellos el Fuerte Mehrangarh ya que alberga un impresionante museo desde el año 1972, pero que durante al menos una semana permanecería cerrado debido a varias reformas que se harían, además de un mantenimiento tanto de la seguridad como de la revisión del edificio. Por esta precisa razón Aizen había escogido el lugar como primer escondite.

Katsuki, por su parte estaba cada vez más ansioso, pero sabía que no podía apresurarse si quería salvar a Izuku, es por ello, que accedió a algunas condiciones puestas por los demás integrantes del equipo, pero también dejó claro que no quería que intervinieran en caso de que peleara con el bastardo culpable de aquello. Quería su cabeza y nadie iba a impedirlo.

Tras descansar un poco y hacer algunos preparativos, terminaron llegando a las cercanías del lugar. Se podía observar un gran castillo sobre una colina rocosa a las afueras de la ciudad, rodeado a su vez por murallas de 36 metros de altura según la información suministrada por la policía.

Infiltrarse podría ser fácil, sin embargo no podían confiarse, ya que esto les podría traer muchos problemas.

La noche había caído, lo cual usaron a su favor para llevar a cabo su plan, y para mayor seguridad, quedarían dos de los cinco fuera asegurando una ruta de escape, mientras los otros tres, se infiltraban para encontrar a Izuku y así sacarlo de allí.

No tardaron en detectar a estos tres, los cuales tuvieron que escabullirse entre habitaciones. Al final Katsuki hizo de cebo para que los otros dos escaparan y consiguieran su objetivo, cosa que parecía distante. Poco después, fue capturado y llevado a los calabozos donde también se hallaba Izuku, el cual llevaron a la celda para que viera al rubio por última vez.

- Kachan - El joven de cabello verde al verlo encadenado se desesperaba. En ese momento temía por su vida.

- Vaya, vaya, cuanto tiempo. -

- Cabrón, déjalo ir. - Miraba totalmente hecho una furia a Aizen, quien más que asustarse parecía divertirse con la imagen.

- Parece que ahora se cambian las tornas, ¿ verdad Izuku? - Mientras pronunciaba esas palabras tomó una pistola y apuntó a la cabeza del rubio. El nombrado por su parte temió lo peor.

- ¡ No !, por favor... - Con lágrimas que no tardaron en salir de sus ojos, se arrodilló ante aquella persona implorando que no le hiciera daño a Katsuki.

- ¿ No ?, ¿ qué gano yo con dejarlo vivo?. - Un clic sonó indicando que la pistola ya estaba cargada y lista para ser disparada. Mientras tanto Izuku desesperaba, no podía dejar que lo mataran. Al final se dio por vencido.

- Haré lo que quieras, pero te lo ruego, déjalo libre. -

- Trato hecho. Ahora dejaré que te despidas de él, ya que no lo volverás a ver nunca. - Izuku sabía que tan solo había conseguido algo de tiempo, pero deseaba con todas sus fuerzas que fuera suficiente para que al menos él pudiera escapar.

- Ka... - Antes de que siquiera pudiera terminar de pronunciar ese nombre, la persona a la que iban dirigidas las últimas palabras lo interrumpió.

- Deku, te veo luego... - Izuku se sorprendió, seguidamente sonrió.

- Date prisa. - Inmediatamente fue arrastrado por Aizen a quien esas miradas de complicidad y esperanza en esos ojos esmeralda no hicieron ninguna gracia. Qué demonios pensaban al creer que se saldrían con la suya.

Desde fuera de la celda donde se encontraba el rubio, se podía escuchar como este forcejeaba para liberarse de los grilletes pero sin suerte. A su vez, esperaba que los otros dos hubieran tenido suerte escapando y no tardaran en sacarlo de allí.

- Bueno, creo que es hora de terminar con esto. Me voy a divertir contigo mocoso. - Un sonriente hombre de cabellos rubios y bastante corpulento debido a sus musculados brazos se acercaba.

- Muscular, procura no propasarte demasiado, ya sabes que el jefe aún no quiere acabar con él. -

- ¡ Deja de llamarme así bastardo! -

- Si, si, Masukyurā. De todas formas no lo mates, no querrás tener que dar explicaciones, ¿ verdad?. -

- No te preocupes, ya sabes que se contenerme. - Una vez dicho esto, la puerta se cerró, dejando a los dos rubios solos y al otro haciendo guardia. Katsuki solo pensaba en lo idiota que era, esa persona parecía de los que solo piensa con los músculos, lo que podría ser una ventaja o un problema, en cualquier caso, no podía dejar que su final fuera a manos de un montón de músculos. No había otra opción, tenía que quitarse esos grilletes e intentar vencerle a como diera lugar, pero, ¿cómo?. Observaba a todos lados en busca de algo que lo ayudara, lo que parecía una pérdida de tiempo salvo por la cadera de aquel sujeto. "Una pistola", Bakugou sonrió, parecía que la suerte no lo había abandonado completamente, aunque claro, en el peor de los casos acabaría con un agujero en alguna parte de su cuerpo.

- Así que muscular... - Seguía riendo, la idea era cabrearlo lo suficiente como para que después de un par de golpes lo soltara y le diera la oportunidad de defenderse, el problema sería como encajarlos, aunque también podía devolverlos...

- ¡ Que te has creído bastardo! - Decía agarrándolo por el cuello, en ese momento Katsuki solo pensó "Que demonios" y seguido propinó una patada en la entrepierna del otro, haciendo que este lo soltara y se separara para recuperarse un poco.

- Pensé que ibas a divertirte, pero parece que soy yo el que se divierte. - Lo miraba altivo. - ( Vamos bastardo, saca la pistola y ponte a rango) - pensaba, conocía a los tipos como él, y sabía que se acercaría para intentar infundir temor en su presa, cosa que Katsuki aprovechó de la mejor manera.

- Hijo de puta, acabaré contigo... - sacó su pistola y la acercó rápidamente al rango de las piernas del joven de ojos rubí, lo cual le dio oportunidad de patear justo la mano que sostenía el arma haciendo que se disparara y diera justo en la cadena que sostenía el grillete de su mano derecha. Al sentir esto volvió a lanzar de nuevo otro golpe, pero esta vez, hizo volar la pistola para terminar atrapándola con la mano que había liberado, y de esa forma, terminar asestando un balazo en la cabeza de Masukyurā acabando con él.

Mientras el anterior se desplomaba, unos ruidos provenían del otro lado de la puerta. Los chicos consiguieron su objetivo, escaparon y se encargaron de algún que otro estorbo dejándolos fuera de combate.

- Ya era hora bastardos, acaso tengo que terminar con un balazo en la cabeza para que lleguéis... - La impaciencia de Bakugou seguía siendo la misma, no importaba el lugar ni la situación, pero en este caso, si tenía excusa. - Deprisa, el idiota está en peligro. -

Mascarada 2 (secuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora