Dos

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—KyungSoo, estarás distribuyendo los paquetes en la calle esta noche, ¿bien?

Le sonreí con entusiasmo al Padre DongHae, pero por dentro, mi estómago cayó. Odiaba distribuir comida en las calles, prefería servirlas desde la seguridad del camión. Estaba demasiado húmedo afuera. Odiaba caminar por los oscuros callejones y estrechas calles de Gangman que estaban llenos con personas sin hogar, los cuales no todos tenían buenas intenciones.

El camión de comida se detuvo, y me trasladé junto a DongIl, un viejo, pequeño y robusto hombre de nuestra iglesia.

—Parece que estaremos trabajando juntos esta noche, DongIl.

El rostro pálido y arrugado de DongIl me sonrió cálidamente.

—El Señor te proporcionará su gratitud, KyungSoo. Después de todo estás haciendo su trabajo. Estás haciendo algo bueno. Algo honorable. Es bueno para ti.

Luché contra el impulso de rodar mis ojos y decirle que mi vida era tan jodida que no creía que al Señor le diera una maldita importancia. En cambio, me quedé en falso acuerdo. DongIl destacó las palabras "bueno" y "honorable" debido a mi papá. Las palabras "bueno" y Do JungSuk "El silenciador", normalmente no estaban juntas en una misma frase. DongIl había estado por mucho tiempo y fue testigo, muchas veces, de la destrucción de los Sangsa y lo que los Kkangpae les habían hecho a sus enemigos.

Pero así como la gente le temía a mi papá, yo lo amaba. Siempre he querido lo mejor para él. Me aseguré de asistir a la iglesia y dar ayuda, porqué: a) mi papá me ordenó hacerlo, para apaciguar al Padre DongHae –mi papá estaba muy preocupado por la brutalidad del negocio de mi familia y su efecto en nuestras almas. Y b) si hay un Dios, yo necesitaba acumular algunas buenas acciones en nombre de mi familia, para negociar con nuestros respectivos días de juicio. Según mis cálculos, mientras estaba parado ahora, nuestra balanza estaba fuertemente desequilibrada en el lado del mal, y estábamos completamente condenados, mirando un largo tramo en las llamas del infierno.

Llámame optimista, pero esperaba que estos pequeños actos semanales de caridad nos llevaran a un paso más cerca de no ser totalmente insalvables y con la etiqueta de "malvados pecadores" hasta la eternidad. Además, disfrutaba realmente ayudar a los necesitados. No solo me daba un respiro de la vigilancia de veinticuatro-siete por matones de mi papá, y el ojo vigilante de Kris, sino que también servía para recordar que, aunque estaba atrapado en una vida que no quería, nunca me quedé sin comida, vivía en las mejores casas, vestía la mejor ropa... fui bendecido en esta vida con cosas materiales, y me sentía bien ayudando a cambiar la vida de otra persona.

—¡Está bien, estamos listos para comenzar! —gritó el padre DongHae.

Todos los voluntarios desabrochamos nuestros cinturones. Suspirando, cerré la cremallera de mis pantalones.

Me levanté y me dirigí a la pequeña cocina en la parte trasera del camión. El padre DongHae me dio mi primera ronda de paquetes y me sonrió en agradecimiento.

—Quédate con tu grupo esta noche, KyungSoo. Personas peligrosas salen cuando este tipo de calor llega a la ciudad.

Devolviéndole una comprensiva sonrisa, giré y me bajé de la camioneta, a otra calurosa noche de verano.

El primer camión ya había entrado y mi mejor amigo, BaekHyun, caminó hacia mí. Él era hijo único de Byun SangWook —el tercer jefe de Kkangpae. Lo vi caminar hacia mí, con su cabello rubio y ojos marrones. Tuve que sonreír al ver sus pantalones apretados y rasgados. Incluso distribuyendo comida y mantas a los desamparados no era una excusa para no ponerse su ropa de marca.

—¡KyungSoo! Pensé que te estabas dando esta noche para salir con Kris, ¿o te ha dejado cuerdo por un rato?

Me encogí ante el comentario pesado de BaekHyun, tratando de actuar indiferente.

Lost Fighter ||KaiSoo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora