KyungSoo
—¿Está bien, joven? —KiBang preguntó mientras me llevaba por las despiertas calles de Gangman hacia los muelles.
Saqué mi mirada por fuera de la ventana y asentí, ofreciendo a KiBang una sonrisa de apaciguamiento.
—Es sólo un día duro. Eso es todo.
La expresión de KiBang se convirtió en simpática en el espejo retrovisor.
—El cumpleaños de Kim JongIn —dijo, y por un momento perdí el aliento sólo de escuchar esas palabras en voz alta.
Miré hacia abajo a mis dedos inquietos y asentí. Siempre me dolía pensar en JongIn. Hace veintiséis años, los tres jefes Kkangpae estaban todos casados y cada uno tenía un hijo. JongIn nació primero, luego Kris sólo unos meses más tarde. Mi hermano JunMyeon y yo seguimos un año más tarde. Y, por último, un año después de eso, BaekHyun nació, el hermano de JongIn.
Todos crecimos juntos, los herederos de la mafia Kkangpae en Seúl. Jugamos juntos, pasamos días juntos en la escuela, o nos escondíamos juntos en secreto cuando una amenaza para nuestra mafia fue hecha por un rival. Fue durante estos años que me obsesioné con Kim JongIn. Mi hermano JunMyeon, Kris y él eran cercanos, los tres herederos masculinos del gobierno Kkangpae. JunMyeon estaba destinado a conducir, Kris era el segundo de él y JongIn el tercer y último heredero.
JongIn y yo compartimos algo especial. Desde niños pequeños, éramos los mejores amigos. Luego, a medida que pasaban los años, supe que me había enamorado de él. Puede que solo fuese un niño, pero lo amaba por completo. Corazón aplastado de amor.
Mamá siempre decía que las estrellas se alinearon cuando nacimos, que Dios nos hizo un emparejamiento. Desde la primera vez que nos vimos, JongIn me tomó en sus brazos y juró su protección sobre mi. Mamá solía decir que lo atrapó mirando mi cuna sólo horas después de que yo naciera. Luego, cuando le preguntó qué estaba haciendo, él le preguntó si podía tenerme. Mi mamá bromeó y le dijo que sería mi elección cuando tuviese la edad suficiente para gatear, y desde el momento en que tuve la edad suficiente para gatear, mi mamá me dijo que sólo gatee hacia un niño... Kim JongIn.
Había accedido a dejar que me tuviese. Después de todo, Dios nos había creado para emparejarnos.
JongIn tenía una sonrisa amable y unos hermosos ojos de color marrón claro. Pero fue la parte superior izquierda del iris de JongIn manchado con un pequeño toque de negro que hizo que nuestras madres pensasen que estábamos destinados a ser. Mamá dijo que Dios puso un pedazo de mi ojo dentro del suyo por lo que siempre sabríamos que compartimos una sola alma. JongIn era mi protector. Me encantó la forma en que siempre me abrazó, me hacía sentir segura, especialmente de Kris.
Kris estaba celoso de que JongIn tuviese mi corazón.
Cuando los tres muchachos llegaron a la adolescencia, todo se fue a la mierda. En una fatídica noche, perdí a JunMyeon y a JongIn, dejando a Kris el único heredero. Fue entonces cuando inmediatamente jugó la reclamación sobre mí.
Aún ahora, a los veinticinco años, echaba de menos a JongIn como si hubiera muerto ayer. El dolor era todavía tan crudo como el día en que me habían dicho que se había ido para siempre. Una parte de mí nunca creyó que hizo lo que se le acusaba. No podía pensar en que era el responsable de la muerte de mi hermano.
—Mantenga la cabeza en alto, jovencito, y el día pasará como cualquier otro —dijo KiBang sabiamente. Acostando mi cabeza contra el cuero, cerré los ojos.
Estaba harto de tanta pérdida... tanta muerte.
Diez minutos más tarde, después de un viaje en silencio, entré en el gimnasio con el pantalón negro de mi traje de negocios firmemente en su lugar, y me dirigí a mi oficina. Pasé por la habitación ocupada por hombres sin camisa entrenando, con sacos de boxeo y levantamiento de pesas. Busqué en la habitación. Un cierto par de ojos posesivos se entrecerraron en los míos y una lenta sonrisa determinada curvó en un conjunto familiar de labios.
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Lost Fighter ||KaiSoo||
FanfictionPara recuperar la vida, uno debe enfrentar primero la muerte. Un hombre despojado de su libertad, sus principios... su vida. Acondicionado en cautiverio para mutilar, matar y masacrar, el prisionero 818 se convierte en un luchador sin remordimientos...