Lost Fighter ||KaiSoo||

Dieciséis

KyungSoo

—¿Por qué te estoy llevando otra vez al gimnasio, KyungSoo? —Preguntó KiBang en cuanto lo encontré en la acera poco después de que Kris me dejó en casa de papá. Mi papá ya estaba fuera entreteniendo a la mafia, que había traído a Goliath esta noche, y Kris estaba en camino a unirse a ellos, así que sabía que tenía toda la noche libre.

Siempre era así cuando el campeonato estaba en marcha. Los jefes de la mafia tenían que hacer negocios en todas las vías. Pero esta noche parecía diferente, mi estómago se encogió por los nervios, como si algo malo estuviera a punto de pasar. Sabía que era una mezcla de las dos, el extraño humor de Kris y la reacción extraña de Kai después de ganar su lucha esta noche.

Kris había estado furioso cuando Kai había ganado. Tan furioso que ni siquiera había utilizado mi cuerpo tras la pelea, como era su habitual modus operandi. Apenas me dejó en casa y fríamente me mando dentro.

Kris tenía miedo. Nunca lo había visto temeroso antes. Pero al ver a Kai darle una paliza a Goliath esta noche, con tan increíble habilidad y fuerza física, lo había llevado a un estado que nunca había visto en él antes: introvertido, silencioso, pensativo.

Asustaba más que su agresión. No sabía cómo tratar con un inexpresivo Kris. Un distante y poco posesivo Kris.

Pero en este momento, traté de alejar todos los pensamientos de Kris de mi cabeza. Necesitaba ver a Kai. Kris me había obligado a ver su pelea, tratando de afirmar su dominio sobre mí. Y, Dios mío, Kai casi había muerto. Pero después algo andaba mal con él. No se veía satisfecho por su victoria. No podía levantarse, como si estuviera horrorizado, mirando fijamente a Goliath con una devastada expresión. JaeWon tuvo que levantarlo de sus rodillas para sacarlo de la jaula, sosteniéndolo mientras caminaba por el pasillo. Y lo peor, no pude ir con él. En su lugar, tuve que ir con Kris.

Estaba molesto con Kris por esto. Por una vez, estaba completamente molesto con él.

Miré a KiBang, el rostro herido de Kai se destacó en mi mente.

—Por favor, KiBang... —supliqué. Se quedó estoico frente de mí, antes de abrir la puerta de atrás del auto y hacerme una señal para que subiera. Me deslicé en el asiento trasero y KiBang se puso tras el volante.

Se dio la vuelta.

—¿KyungSoo? ¿Qué está pasando? Saliendo a hurtadillas así nos está poniendo en peligro. No lo voy a hacer, a menos que empieces a darme algunas respuestas.

Miré la acera de alado y me pregunté qué hacer. Miré a KiBang otra vez y exhalé.

—KyungSoo, ¿estás en problemas? —preguntó, pero sacudí mi cabeza—. ¿Estás... has estado viéndote con alguien más? ¿A la espalda del señor Wu? ¿Te estás encontrando con él, en el gimnasio?

—No es así, KiBang. —Trago y limpio las lágrimas que amenazaban con salir—. Es algo más que simplemente ver a alguien.

La cara de KiBang palidece.

—¡KyungSoo! ¿Estás viéndote con alguien más? ¿Tienes algún deseo de morir? El señor Wu te matará si se da cuenta. Este hombre es inestable la gran parte del tiempo, ¿pero tú? Él está más allá de la demencia. —Su mirada cayó pero, después se centró en mí—. ¿Quién es?

—No me creerás si te lo dijera. Apenas puedo creerlo yo mismo.

—KyungSoo, lo que dices no tiene sentido.

Mi estómago se torció con las palabras que estaba a punto de decir, el secreto que estaba a punto de confesar. KiBang se sentó más cerca y le susurré: