818Un mes atrás...
Armas disparándose.
Choques.
Gritos.
Disparo tras disparo y el tumulto de gritos golpeaba a través del techo de piedra mientras yo caminaba por la pequeña área de mi celda húmeda. Por encima de mí estaba una estampida, el relámpago de cientos de pies; los prisioneros estaban moviéndose. ¡Y aquí estaba yo atrapado en esta jodida celda!
"Necesito salir. ¡Debo salir!" grité dentro de mi cabeza mientras deslizaba mi mano sobre las barras de metal manteniéndome atrapado dentro.
Golpeando contra la puerta de mi celda, mi hombro derecho chocó contra el metal. Ni siquiera tembló. Envolviendo mis manos apretadamente alrededor de las barras sobre la "ventana", escaneé el pasillo con poca luz, sus bombillas parpadeantes meciéndose de ida y vuelta por todo el movimiento de arriba. Este nivel de la prisión, el Gulag, como era conocido, por los reclusos, estaba reservado para nosotros los campeones, los más valorados de los luchadores mortales. Los malditos asesinos, los homicidas, los monstruos que ellos habían creado para solamente querer sentir rabia y derramar sangre. Fuimos encerrados en las entrañas de este hueco de mierda, sin oportunidad de escapar. Nuestras celdas estaban demasiado separadas para siquiera ver a otro luchador excepto cuando estábamos entrenando.
Mi respiración de volvió irregular. Bramando con la frustración, halé de las barras de acero, las articulaciones de mi brazo crujiendo con la enorme presión bajo la cual los puse. Mis músculos abultados, creados por drogas, tensos por el esfuerzo. Rugí un último grito cuando ellos se rehusaron a ceder.
El disparo que me acababan de dar estaba haciendo que mi piel se pusiera de gallina y estaba evocando la necesidad de pelear. Estaba programado para una pelea más tarde esta noche. Sentí rabia, nada más que rabia.
Necesitaba matar. Era la única forma de parar la rabia.
El primer disparo había sonado acerca de treinta minutos atrás, supuse. No lo sabía; el tiempo no tenía sentido en el Gulag.
Podía escuchar a los otros luchadores gritando, vociferando que fueran liberados, podía escuchar el chirrido de las puertas de las celdas siendo arrancadas hasta abrirlas, los gritos de hombres muriendo.
Yo estaba jodidamente encolerizado.
Quería sangre.
¡Y necesitaba pelear!
Mi sangre hirvió bajo mi carne, ardiente, abrasadora, preparándome para una lucha hasta la muerte. Para hacer lo que hacía mejor —mutilar, masacrar... matar.
Rugiendo, liberé las barras de la celda y una vez más comencé a caminar por la misma. Mis ojos, aún en la oscuridad, enfocados en la pared y el nombre gravado en la piedra. Kris Wu. Debajo de él había una dirección. Gangman, Seúl. Debajo de eso, un motivo. Venganza. Por último, había una clara instrucción. Matar.
No tenía recuerdo de haberlo escrito, ningún recuerdo de mi vida antes de este lugar. No sabía si tan siquiera había tenido una vida fuera de estas paredes de piedra. Mi cerebro se había apagado, bloqueando lo que sea menos la necesidad de matar, borrando cualquier conocimiento de quien solía ser, de dónde venía, y el porqué estaba en este agujero de mierda. Pero una cosa era certera. Yo había escrito ese nombre, esa dirección, ese motivo y esa instrucción. Cuando observaba esas letras irregulares talladas permanentemente en la pared en mi línea de vista, rabia consumía cada célula en mi cuerpo y sabía, sin lugar a dudas, que tenía que hacer lo que ordenaba la escritura.
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Lost Fighter ||KaiSoo||
أدب الهواةPara recuperar la vida, uno debe enfrentar primero la muerte. Un hombre despojado de su libertad, sus principios... su vida. Acondicionado en cautiverio para mutilar, matar y masacrar, el prisionero 818 se convierte en un luchador sin remordimientos...