Dulce Omega | Emiliaco |

Extra 2

—Siempre me sorprendes cuando cocinas, esta... esta delicioso— hablo con la boca llena— debes pasarme la receta, esto debe de estar en la cafetería

—Son unos simples pastelillos Joaco— sonrió.

—Sí, pero— dejo de masticar— creo que se te fue una piedra— escupió en una servilleta lo que tenía en su boca.

— ¿Una piedra? –pregunto sorprendida mente.

—Emilio... ¿Qué, que es esto? — sostuvo entre sus manos el anillo.

—Sé que me tarde un poco...

— ¿Un poco? — soltó una pequeña carcajada mientras se limpiaba unas cuantas lagrimas que se acumulaban en las esquinas de sus ojos.

—Bueno si me tarde mucho, pero es que me llevo tres meses encontrar el anillo perfecto y llevo más de tres meses pensando como preguntarte

— ¿Llevas más de seis meses?

—Sí, me tardé mucho y lo único que se me ocurrió fue meterlo en el pastelillo, tu tenías antojo y solo lo metí— hablo rápidamente.

—Eres un idiota, pude ahogarme con eso— se quejó.

—Pero no lo hiciste— rio —¿Qué dices? Tal vez es tonto para mucho porque llevas mi marca, tenemos un hijo de dos años, vienen dos más en cami...

—Cállate Emilio, mierda, si

— ¿Sí?

—Sí, sí, si— brinco emocionadamente en la cama.

—Entonces, ¿Joaquín Bondoni aceptarías casarte conmigo?

—Ya te dije mil veces que si— beso sus labios.

—Estoy temblando— le coloco el anillo— tarde mucho porque quería el anillo perfecto, las piedras son azules y rojos, como nuestros colores favoritos

Es hermoso, me encanta— no podía dejar de mirar el anillo— ¿Y cuándo nos casaremos?

—No sé, podríamos esperar a que...

— ¿Esperar?, no yo ya no quiero esperar— se quejó.

(...)

—Estoy redondo, parezco una pelota— se quejó mientras terminaba de arreglarse.

—Deja de quejarte cariño que hoy es el día de tu boda

—Sí, pero estoy gordo y feo— lloriqueo— ¿Y si tropiezo a medio camino y ruedo?, mami no quiero— se quejó.

—No digas tonterías Joaquín, deja de lloriquear que tu padre ya está afuera esperándote para entregarte

—Estas precioso mi pequeño

—Papá, ya no estoy pequeño

—Oh no, pero siempre serás mi pequeño

—Me vas a hacer llorar— lo abrazo fuertemente— ¿Ya está Emilio en el altar?

—Ya, hace 5 minutos Ethan lo acompaño

—Ok— soltó un suspiro.

— ¿Estás listo? — sonrió.

—Sí, no me dejes caer

—Nunca mi pequeño— beso su frente y dio el primer paso.

El camino era corto, pero a la vista de Joaquín se le hacía eterno, la gente alrededor sonreía, pero el solo tenía ojos para aquel hombre que se encontraba parado a unos metros de él. El amor de su vida. Su alma gemela. El padre de sus cachorros. Su futuro esposo. Su alfa.

—Estas tan hermoso omega— al escuchar la voz de Emilio fue cuando se dio cuenta que ya no estaban a metros de distancia.

—Te entrego a lo más preciado que tengo en la vida, mi pequeño Joaco. Sé que serás un gran esposo Emilio, eres un buen alfa.

—También es lo más preciado en mi vida Uberto— le dio un abrazo— lo cuidare sobre cualquier cosa en el mundo

—Sé que lo harás Emilio

El tiempo pasaba, ellos solo se dedicaban a mirarse. La gente alrededor podía ver le gran amor que sentían el uno por el otro. Su pequeño Edward fue el encargado de entregarles los anillos.

— ¿Joaquín Bondoni, aceptas a Emilio Marcos como tu esposo?

—Acepto— sonrió.

— ¿Emilio Marcos, aceptas a Joaquín Bondoni como tu esposo?

—Acepto— sonrió.

—Ante todas las leyes los declaro esposos, pueden besarse

Unieron sus labios en un lento beso, la gente alrededor era como si no existiera, eran solo alfa y omega o fue durante unos segundos, unos pequeños brazos se aferraron a sus piernas.

Se encontraban sentados enfrente de la pista viendo a los invitados bailar. Era algo sencillo, solo la familia de Joaquín y amigos de ellos.

—Debo admitir que todo quedo bien, a pesar de que solo fueron dos meses de organización— observaba cada detalle del jardín— es hermoso

—Sí, pero sabes que es lo que más me gusta de este lugar

— ¿Qué? — lo miro curiosamente

—Tu— sonrió al ver como las mejillas de su omega se pintaban de un tono rosado

—Te amo alfa— escondió su rostro en el cuello de Emilio

—Te amo omega— poso su mano en el vientre abultado— ¿Estás cansado, los cachorros están bien, tu estas bien?

—Estamos bien— sonrió— en cuatro meses estarán con nosotros

—Sí, no puedo esperar a que seamos cinco—sonrió— mira a nuestro cachorro

Edward se encontraba en la pista de baile siendo el centro de atención, bailando con sus abuelos, mientras Niko y Eduardo bailaban con su pequeño cachorro de cuatro meses y Ethan y Diego bailaban, el platinado tenía una mano en el pequeño vientre de Ethan, el omega solo tenía dos meses, tenían poco de haberse enterado.

—Mira al pequeño Daniel— el cachorro estaba dormido después de haber bailado un poco— es hermoso Niko

—Obvio, se parece a mí— presumió— tiene mis ojos, todo lo guapo lo saco de mi

—Que ego tienes amigo— soltó una carcajada.

—Solo digo la verdad— miro a su cachorro dormir— Mi hijo es hermoso y sé que va a terminar siendo novio de uno de tus cachorros

— ¿De qué hablan? — pregunto mientras se colocaba detrás de su omega para poner las manos en su vientre.

—Le decía a Joaquín que mi cachorro es hermoso y va a terminar siendo novio de algún cachorro de ustedes

— ¿Qué? — lo miro seriamente— Estas loco Niko, ningún cachorro mío va a tener novio, no van a tener hasta que tengan treinta años

— Yo sé lo que digo Emilio— sonrió.

—Hola— dijeron Ethan y Diego al mismo tiempo.

— ¿Se cansaron de bailar?, porque yo si— se sentó— no quiero pensar cómo será de cansado para cuando tenga un gran vientre

— O el cachorro de Ethan puede terminar siendo pareja de uno de tus cachorros— hablo Niko mientras miraba a Emilio.

— ¿Sigues con lo mismo? — lo miro seriamente.

—Si— saco su lengua— existe la probabilidad de que nuestros hijos se enamoren

—No, ningún cachorro mío tendrá pareja hasta que cumpla treinta años

—Ya— se quejó Joaquín— dejen de pensar en la pareja de los cachorros, aún no sabemos si serán alfas, omega o betas y ellos decidirán con quien salir

— ¿Quieres apostar Emilio?

— ¿Tan seguro estas Niko?

—Si— sonrió