***Lexa se sintió a un paso de entrar en pánico. Sin embargo, no se paralizó y recorrió el apartamento de Clarke como si fuese el suyo propio en busca de toallas, medicamentos, un recipiente que llenó de agua bien fría y cualquier cosa de utilidad que encontró a su paso mientras llamaba a su madre para comunicarle que no iría a casa o, al menos, no tan pronto.
De primeras, Becca puso el grito en el cielo, aún cuando ni siquiera le dijo la verdadera razón por la que no iría, preguntándole si no era consciente del "problema" que paralizaba al mundo entero y exigiéndole que volviera a casa antes de que fuese demasiado tarde.
Lexa tenía algunas reservas sobre ese "problema", pero no era el momento de cuestionar ese tipo de cosas con su madre ahora, aunque, pensándolo bien, quizás no había sido del todo consciente de la situación hasta que vio aquellas cifras en la pantalla digital del termómetro.
38 grados, era fiebre y no una simple febrícula y aunque, en cualquier otro momento, aquel valor no sería motivo de alarma, en vista de los acontecimientos, 38 grados, ciertamente, podrían significar "problemas".
¿Podría ser que Clarke...?
No, se dijo, sacudiendo la cabeza.
Aún así, después de una conversación en un solo sentido, su madre aceptó el giro de acontecimientos, entendiendo que era lo suficientemente adulta para tomar sus propias decisiones y que nada podría hacer para obligarla a volver a casa.
Luego, simplemente, le pidió que se cuidase y que volviera cuando estuviese preparada para hacerlo, creyendo quizás que Lexa no volvía solo por ese " tema" entre ellas. ¿Sería cierto que su madre había cambiado?
Tuvo algunos sentimientos encontrados. Por más que no le gustase, la idea había sido pasar aquel tiempo en familia, pero no podía marcharse y dejar a Clarke sintiéndose enferma.
De vuelta en la habitación, dejó el botiquín que había improvisado sobre la mesita. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?
Quizás en algún momento de su vida pensó que quería ser veterinaria, como la gran mayoría de niños, y aunque Clarke, justo en ese momento, parecía un enorme y "achuchable" osito de peluche debajo de todas aquellas mantas, ella era una persona de carne y hueso.
Sabía que la fiebre era una respuesta a una enfermedad o a un padecimiento; un mecanismo de defensa ante la presencia de un patógeno, para el cual seria fácil sobrevivir a temperaturas normales, de ahí que la temperatura se elevase haciéndole más difícil su supervivencia, lo que significaba que no era conveniente bajarla salvo que esta alcanzara valores desorbitados.
Hizo una segunda llamada. Tal vez, tampoco era el mejor momento de hacerlo, pero necesitaba escuchar la opinión de un facultativo.
Esperó unos segundos mientras se acercaba y miraba por la ventana.
El día fuera se presentaba como un día cualquiera. Hacía sol y la temperatura exterior no se sentía fría.
La vida parecía continuar. Había movimiento en las calles, pero había algo en los gestos y en las expresiones de esas personas que veía caminar cargando en sus coches las pesadas bolsas de supermercado que no encajaba con la visual general de un día ordinario.
Reconoció el miedo y el pánico en sus rostros provocado por el inminente estado de alarma.; se preparaban para afrontar un encierro cuyo único objetivo era contener a un enemigo invisible.
—Ey! ¡¡Lexa!!
La voz de Joana sonó al otro lado tras el quinto tono de llamada.
—¡Joana! Hola ¿estabas dormida?
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Y de repente... tú. (Historia CLEXA)
FanfictionSi hace unos años nos hubiesen dicho que tendríamos que hacer frente a una pandemia... ¿Quien lo hubiese creído? -Ckarke se hubiese reído y luego hubiese continuado divagando o especulando, como otras muchas veces había ocurrido en esas reuniones co...