Y de repente... tú. (Historia CLEXA)

13. "Lo inevitable"

***

El momento se vio interrumpido por las sirenas de una ambulancia acercándose hasta que sonaron como si hubiesen estado dentro de la habitación.

Clarke miró hacia atrás, instintivamente. La ventana estaba medio abierta y la suave brisa movía las cortinas blancas, ahora bañadas por el reflejo anaranjado de las luces de la ambulancia.

Ese sonido fue lo que la hizo recuperar el aliento de nuevo y comprender que todo, incluida Lexa, no estaban siendo un sueño.

Consiguió moverse, atraída por la curiosidad o por el morbo de averiguar qué estaba pasando.

—¿Qué ocurre? -preguntó la castaña,  notando la expresión de Clarke.

—Esto... no es bueno -respondió Clarke.

Lexa la siguió rápidamente, cogiendo la camiseta con la que se protegió el torso antes de llegar hasta ella y adelantar su cuerpo hacia la ventana entreabierta.

La ambulancia se había detenido a varios metros frente al edificio de apartamentos al otro lado de la calle.

El efectivo de emergencias vestía el equipo de protección individual (EPI) compuesto por un buzo y perneras impermeables perfectamente selladas, gafas, guantes y protección respiratoria como en una auténtica película de Steven Spielberg.

Tres personas, contando al técnico de transporte, habían salido de la ambulancia; sacaban la camilla de tijera  y se dirigían a toda prisa hacia el interior del edificio.

Lexa sintió un escalofrío. Quizás aquella imagen era lo único que necesitaba o le faltaba para ser realmente consciente de la situación.

—¿Alguna vez has visto algo parecido?

Clarke sacudió la cabeza.

—No, nunca. O al menos no a este nivel -respondió, casi tan sorprendida como Lexa.

No era solo por lo que veía sino por el ambiente en general, el aire que se respiraba fuera, tan distinto al de cualquier día, aún cuando era sábado noche y se esperaba que las calles se llenasen de gente que iba y venía en sus trayectos hacia los bares y los pubs.

Todo estaba vacío. Estático. Ni siquiera el grupo de adolescentes que se reunía cada noche en uno de los bancos frente a la plaza, para comer pipas mientras fumaban lo que probablemente era algo más que tabaco, había salido esa noche a continuar con su rutina.

Sin embargo, Clarke pudo ver que sus ojos no eran los únicos que miraban desde la distancia.

Algunos vecinos habían salido a sus balcones y a sus ventanas.

Lo común habría sido que se  hubiesen lanzado a la calle a preguntar a otros vecinos qué estaba pasando, pero por el contrario se asomaban, prudentes, silenciosos, casi temerosos; quizás porque tenían miedo. Aquella situación, sin duda, era algo que se escapaba de las pantallas de Hollywood y que atentaba contra todo razonamiento. ¿Era posible una pandemia en pleno siglo XXI?

Sí.

Habían creído que no sería posible, que China quedaba muy lejos de cualquier parte del mundo y que lo que fuese que allí ocurriese no traspasaría las fronteras como había ocurrido otras veces, pero era inminente y aquel equipo sanitario les daba una muestra de ello.