6. "Ahora o nunca"

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Clarke tecleó rápidamente su mensaje a pesar de que sus dedos continuaban seriamente entumecidos; los sintió gélidos como en el invierno más frio, pesados, quizás un tanto estúpidos, lentos, o tal vez solo fuera una impresión al compararlos con la velocidad con la que su mente trabajaba en ese momento en el que trataba de procesar lo que estaba ocurriendo; la misma velocidad con la que todo a su alrededor se le venía encima.

De repente era como si el universo entero se hubiese acelerado tomando un fuerte impulso y, como resultado, la fuerza centrípeta la engullera hacia una situación interna que la ponía al límite, empezando por ese virus, seguido del inminente encierro y ahora la aparición de Lexa; tres cosas que Clarke no hubiese creído posible que se dieran por separado, mucho menos que lo hicieran al mismo tiempo.

Sin embargo trató de centrarse en el problema más inmenente de todos, no menos que ese pasado de ojos verdes y pelo castaño llamando directamente a su puerta.

Hizo una mueca.

Se había preguntado muchas veces de forma activa qué había sido de ella pero tras varios intentos fallidos desistió entendiendo que tal vez Lexa no querría volver a verla hasta que esa necesidad de saber se fue debilitando.

Aún así, eso no evitó que después de algunos años, se sorprendiera pensando en ella, buscándola en las distintas redes sociales ¿quién no tenía un perfil en Facebook, Instagram, Twitter, LinkedIn o Snapchat?

El ser humano era por naturaleza un ser social sin embargo Lexa parecía ser la única que no lo era. De alguna manera Clarke sintió como si la hubiese tragado la tierra.

Se preguntaba cómo estaría, si habría cambiado mucho y si sería capaz de reconocerla si volvía a verla, quizás porque ella misma había cambiado tanto que había dudado que, de encontrarse, ella la reconociera.

Su cuerpo entero había sufrido una transformación completa, sobre todo a la altura de sus pechos, los cuales aparecieron un día por sorpresa, atosigándola y asfixiándola, de la noche a la mañana.

Su gran volumen hizo que Clarke se sintiera un poco más gruesa. Se había criado "entrada en carnes" pero su sobrepeso nunca le importó demasiado. Siempre fue bastante atlética; montaba en bici, jugaba a fútbol y a toda clase de juegos y deportes que requerían un esfuerzo físico sin que ese peso de más la frenara hacerlo. Pero después de aquel incidente con Lexa y su familia, Clarke odió su cuerpo tanto como lo odió todo de sí misma y empezó a preocuparse de lo que comía y de los números que marcaba a diario la balanza de su cuarto de baño.

A falta de controlar su vida, desarrolló un hábito que terminó derivando en una obsesión, un trastorno alimenticio bastante severo que necesitó la atención de un especialista.

Fue por Rachel que sus padres tomaron cartas en el asunto a tiempo. Entonces la odió mucho por meterse donde no debía; hoy por hoy agradecía que  lo hiciera aunque después de su recuperación jamás volvieron a hablar del tema; todos enterraron el asunto, en especial Clarke o al menos en apariencia.

Rachel, quien siempre había sido muy observadora, notó un cambio drástico en la actitud de Clarke, cómo pasaba de ser la chica risueña a la triste y cabizbaja que apenas se relacionaba con nadie, detectando un patrón que se manifestó en una pérdida considerable de peso.

Y de repente... tú. (Historia CLEXA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora