15. "Cuarentena"

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***


Lexa se giró en la cama y abrió los ojos notando la ausencia inmediata de Clarke a su lado.

Lo último que recordaba era caer en sus brazos tras lo que había resultado ser una de las noches más intensas e increíbles que había vivido. Apenas habían dormido tres horas completas y al moverse ahora podía sentir su cuerpo pesado y dolorido como si hubiese participado en una maratón el día anterior; claro que esa sensación era tan agradable, tan reconfortante, que no le importaba sentirse así mucho tiempo, toda la vida.

Se quedó boca arriba y miró al techo sin moverse mientras disfrutaba de esa sensación y de la suave luz que entraba por la ventana; la primavera estaba a un paso de hacer su aparición y por un momento se olvidó de todo, hasta que el sonido de una ambulancia la sacó de su burbuja.

De vuelta a la realidad, una pandemia amenazaba con asolar el mundo y a Lexa, desde que viese a Clarke, lo único que le había preocupado o importado había sido volver con la rubia, como si estar a su lado fuese el único lugar en el mundo en el que se encontraría a salvo.

La situación allí fuera parecía difícil y todo apuntaba a que las cosas se pondrían aún peor.

Nadie había creído posible que aquel virus saliera de China. No era la primera vez que sucedía algo parecido, pero entonces los chinos pudieron contenerlo. ¿Qué era distinto ahora?

Lexa quería dejar de pensar en la intencionalidad del contagio, pero cada vez estaba más segura de que nada pasaba por casualidad; tal vez lo fuera el paciente "cero" , pero seguramente no lo eran el resto de los contagios. Alrededor de 2000 personas habían salido de China antes de que el gobierno diera la voz de alarma, expandiendo el virus por todo el mundo. No era un secreto que algunos gobiernos conservaban toda clase de virus; desde los más peligrosos y letales hasta virus que se creían extintos, contenidos en probetas y preparados para desatar una gran guerra biológica dado el momento oportuno.

Por eso que, si la humanidad estaba a punto de extinguirse, Lexa no pensaba en mejor forma de hacerlo que al lado de Clarke.

Pero ¿qué opinaría Becca de todo aquello?

Había viajado precisamente para refugiarse con su familia aún cuando el concepto que Lexa tenía sobre la familia era uno que se reducía básicamente a su pequeño círculo de amigos; sus padres eran sus padres, sí, su única y verdadera familia, pero hacía mucho que los sentía unos desconocidos. Sin embargo, eso no evitó que le preocupase lo que su madre tuviese que decir al respecto.

Localizó su teléfono y miró el reloj. No podía desaparecer sin más, se dijo. Al menos, debía avisarla de que no volvería a casa.

Se vistió y se puso en pie mientras pulsaba el botón de llamada.

—¿Lexa? -la voz de Becca sonó apresurada al otro lado tras el primer tono de llamada.

—Mamá. Eh...

—¿Estás bien?

—Sí, sí... es solo que... ha surgido algo y creo que... no voy a poder quedarme -dijo Lexa cerrando los ojos al mismo tiempo que barajaba un millón de excusas diferentes, poco ingeniosas además de absurdas.

Hubo un ligero silencio, pero rápidamente la voz de su madre interrumpió ese silencio.

Bien.

Y de repente... tú. (Historia CLEXA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora