capítulo 2

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Oliver era un amigo de la universidad, es mayor que yo, por 2 años, era el tipo de persona que le gustaba molestar a los demás solo por diversión.

— Hola, Oliver

— sí, hola a ti también, como sea, dejémonos de saludos y dime, quien esa chica de hace rato — dijo cruzándose de brazo y mirándome con los ojos entrecruzados y alzando las cejas de arriba a abajo.

— ella... ella es ... es solo una paciente

— Pero te gusta

— no

— oh vamos no me mientas ¿te gusta? No es así

— claro que no

— claro que si

— ¿Cuántas veces te tengo que decir que no?

— tantas veces que sea necesario, hasta que me aburra

— solo es una paciente, no tengo sentimientos por ella

— no me mientas Fournier, te conozco muy bien, para saber que ella no es solo una de tus pacientes, así que dime ...

Mierda lo odio, pero tiene razón, no la considero como una de mis pacientes, sino como algo más, mierda, nunca antes había sentido esto, era la primera vez que me pasaba esto. Pero si le revelo que tengo sentimientos encontrados por ella.

— es solo una de mis pacientes, nada más — camine directo hacia los corredores — si me disculpas, tengo trabajo que hacer — me aleje de él.

Hoy día fue un día muy complicado, la llegada Oliver y las cirugías y consultas que tuve que hacer, solo quiero ir a mi casa, tomar un buen baño de agua caliente, mire el reloj y solo me falta 5 minutos para que termine mi turno,

Después de que termine mi turno, me dispuse a salir de mi consultorio, me dirige hacia el estacionamiento y para retirarse, justo cuando está por entrar a mi auto, mi celular empezó a sonar, quién llama a esta hora, no quería contestar, Suspire cansado, saque el celular de mi bolsillo, cuando estaba a punto de contestar, dejó de sonar mi celular, cuando quise ver quien era la persona que me había llamado, me quedé estupefacto.

— mierda — golpe mi frente — soy un verdadero estúpido.

                                                                                       *****

Me encontraba enfrente de una pastelería, no sé por qué, pero se me había antojado comprar uno, yo no era tan fan de los dulces, pero hoy día tengo ganas de comer uno, compre un pastel de chocolate con fresas para llevar. Una vez llegué a la casa, me reencontré con Michael en la cocina, preparando algo, era la primera vez que lo veía en casa a esta hora, él siempre está en la oficina trabajando, se me hacía raro verlo, no está acostumbrada a verlo en la casa.

Se dio la vuelta, creo que noto mi presencia, de que está parada en la puerta de cocina mirándolo.

— ¿Adónde fuiste?

Puse la bolsa con mis medicinas atrás mío, para que no las viera – fui a comprar pastel — levante la bolsa — porque estás en la casa y no el trabajo, pasó algo.

— no, es solo que quise darme unas vacaciones para pasar tiempo con mi esposa — me miró contento

— ok

Era la única palabra que dije a su respuesta, ya que no sabía qué decir realmente eso. Su cara cambia rápidamente a una de serio.

— ok... es la única a palabra que dirás, después de que quiero pasar un tiempo a solas contigo

Apago la cocina y tiré las cosas, di un pequeño brinco, por aquel ruido que me asustó. Salió de la cocina enojado. Se escuchó un portazo, se fue, estaba cansada, no entendía ese cambio de actitud en él, después de los años que pasamos estando casos, me pides tiempo para estar junto, siempre quise eso, pero ahora ya no, aunque me duela, ya no quiero nada que venga de él.

Ya era de noche, bueno, creo que otra vez estaré sola en esta casa, las sirvientes apagaron todas las luces y se fueron a sus respectivos cuartos para descansar.

Me dirigí a mi dormitorio, estaba oscuro, me encontraba sumergida en la oscuridad solo se podía apreciar la luz de la luna desde la ventana, haciéndome compañía en mis noches de soledad, ella era la única testigo de mi sufrimiento, soledad y mis desgracias.

Aunque esté sola, ella era la única que podía ver a mis ojos, mi fiel compañera, mi única luz en esta oscuridad.

Está sumergida en mis pensamientos, cuando escuche un pequeño ruido de la puerta abriéndose, quite mi mano de la ventana y voltio para ver quién era y era Michael mi esposo, agache la cabeza, tenía miedo lo que podría hacerme, me quedé en mi lugar con la cabeza echada.

Escuche sus pasos aproximarse a mí, cuando levante mi cabeza, me beso, podría saber por el beso que había tomado, este borracho, me acerco más a él y profundizo el beso, no quería esto, no quiera hacerlo, intente zafarme de su agarre, pero era inútil, cada vez que lo intentaba, él hacía más presión, separó sus labios de los míos por un momento.

— mierda, porque eres tan sexy... te extrañé

— estás borracho

— no... bueno... quizás un poco

— qué... te parece... si pasamos... un buen rato

Empezó a besarme por mi cuello, no, no, no, no quería hacerlo, más sabiendo que estaba en ese estado.

— para, Michael, para... no quiero hacerlo

— no quieres hacerlo, estás loca, lo vamos hacer cuantas veces se me dé la gana entendiste, te va a gustar si

— no, no, Michel, para por favor

Por más que intentaba que se detenga, no me hacía caso, así que hizo conmigo lo que se le dio la gana, aunque tantas veces se lo suplicara hacia omiso a mis palabras, así que me rendí y empecé a llorar, por cada embestida que me daba, cada mordida y chupetones que dejaba en mi cuerpo, por cada toque suyo que dejaba en mi pequeño cuerpo, no podía hacer nada para que se dé tuviera, pero más me dolió al escuchar aquel nombre que salió de tus labios, ese nombre que no era mío sino de ella... mi hermana.

— Camil ... te extrañe mi amor 


Continuara ....

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