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El azul oscuro del cielo comenzaba a desaparecer, aquello nos dijo que ya debíamos regresar, subimos algo auto y volvimos a recorrer la carretera, mientras veíamos el amanecer desde ella.

Debíamos devolver el auto sin que nadie lo note, así que llegamos a la compañía antes que todos y lo llevamos al garage otra vez, cuando bajamos, el se quedó parado del lado del conductor apoyándose en el techo.

—¿Qué sucede? —cuestioné mirándolo.

—Aquí es dónde tenemos que decir adiós, ¿cierto?

—Creo que si.

—¿Volverás a huir de mi? —cuestionó serio.

—Eso sería imposible ahora —respondí sonriendo—. ¿Olvidas que acabas de firmar un contrato conmigo?

—Tienes razón —sonrió—. Ahora estoy atado a ti.

—Creo que es hora de volver a casa —afirmé apartando la mirada.

—¿¡Lo ves!? —exclamó frunciendo el ceño—. Aún sigues queriendo huir de mi.

—Es porque aún no se como manejare todo esto —afirmé mirándolo.

—Yo tampoco lo sé —respondió caminando hacia mi—, pero creo que ya te diste cuenta que no se como ir despacio —agregó deteniéndose frente a mi.

—Lo noté.

—¿Entonces? —cuestionó mirándome a los ojos.

—Todos tenemos secretos —dije sonriendo—. ¿Por qué no lo mantenemos así?

—¿Es eso lo que quieres?

—Solo tú y yo —respondí, y bese sus labios una vez más—. Eso es lo que quiero —afirme, entonces el acarició mi mejilla y volvió a besarme, suavemente.

—Así será —susurró.

Después de algunos besos más nos despedimos, pero yo tenia que volver a mi oficina a guardar el contrato, así que tuve que subir nuevamente, tenía que hacerlo antes que las personas comenzaran a llegar.

—¡Win!¡Demonios Win!¡Vamos despierta Win!¡Despiertaaaaa! — los gritos de mi hermana me obligaron a abrir los ojos, notando entonces que me había dormido en el sofá de mi oficina, la verdad es que no recordaba el momento en el que me tiré allí.

—¡Demonios! —me quejé—. Nunca me despertarás de una manera dulce, ¿cierto? —cuestioné fregandome los ojos.

—Si quieres que alguien te despierte dulcemente consiguete un novio hermanito —respondió ella burlándose.

—¡Oohii ya déjame en paz!

—Esta bien ya no importa, vamos levántate y ve a casa —me ordenó—. Necesitas darte un baño.

Mm tienes razón —afirmé levantándome—. Pero, ¿qué haces tú aquí?

—Vine a hablar contigo, pero prefiero que vayas a descansar —respondió molesta—. Seguro volviste a trabajar toda la noche.

Mm —asentí, sin mirarla a la cara por supuesto.

Aunque no me gustaba mentirle a mi hermana nunca le diría lo que en realidad estaba haciendo la noche anterior, eso era algo imposible.

Cuando llegue a mi departamento, fui directo a darme un baño, salí de alli desnudo, mi reflejo en el espejo me detuvo, voltee hacia el y volví a ver esa marcas en mi pecho, estaban las viejas, pero también habia nuevas, ellas eran una prueba de que no podría controlarme estando cerca de él, algo que realmente me preocupaba.

SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora