●◇ 3 ◇●

2.4K 269 39
                                    

Dentro del salón las luces, la música y el calor de las personas era avasallador, camine alrededor de la pista con una copa de vino en mi mano, observandolo todo, las personas bailaban pegadas, quizás porque habían demasiadas en la pista, quizás porque así lo querían, pero el ambiente subía de nivel a cada segundo.

Después de una media hora más allí podías mirar hacia cualquier lado, y había personas besándose, casi devorandose una a la otra, aún así nadie se fijaba en eso, todos estaban en su propio mundo, nada parecía importarles.
Había hombres y mujeres besándose, mujeres con otras mujeres y hombres con otros hombres, parecían haber encontrado a su pareja entre la multitud y no iban a soltarse.

Podías notar que lo besos que se daban eran de esos besos interminables que solo podían acabar en la cama, pero repente entre los sonidos ensordecedores escuché la voz de un hombre detrás de mi.

—¡Vaya, vaya, vaya mira a quién tenemos aquí! —dijo acercándose.

—¡Disculpa! —exclame mirándolo.

—Soy la única persona aquí que puede reconocer a todos y cada uno de los invitados —afirmó sonriendo—. Se quienes están dentro de mis diseños.

—Entonces tú eres el anfitrión de esta fiesta —mencioné sonriendo también—. El famoso diseñador de modas Arm.

—¡Ese es mi nombre! —exclamó acercándose más a mi—. Y tú eres Metawin, ¿cierto? —sonrió.

—Así es, ¿cómo es que pudiste reconocerme tan fácil?

—Te he vestido antes, conozco tu cuerpo.

—¿Cómo?

—¿No me recuerdas? —cuestionó haciendo pucheros—. ¡Que triste!

—Lo siento, pero no recuerdo que me hayas vestido algún vez.

—Es una lástima que no me recuerdes, yo que solo te invite para divertirme contigo —afirmó y se dio media vuelta—. Que desperdició de tiempo.

—Lo siento, de verdad.

Mm, no te preocupes, ¡diviértete! —exclamó alejándose—. Adiós pequeño Win.

La verdad es que si recordaba a Arm, no dejo de coquetear conmigo mientras hacía mi traje para el casamiento de mi hermana y en la boda fue aún peor, pero siempre me gustaron las mujeres de una forma y los hombres de otra, aunque lo haya querido intentar, nada hubiera pasado.

Continúe caminando por unos minutos más, hasta que decidí subir al segundo piso, al menos se veía un poco más vacío, pero antes de llegar a las escaleras un grupo de personas me arrinconó justo en el pasillo, no podía moverme, por ello, me quedé allí a esperar poder pasar, segundos después sentí a alguien casi sobre mi, cuando levante la mirada mis ojos se encontraron con los de un hombre parado justo enfrente, estábamos tan apretados que ni siquiera podíamos movernos a los costados.
La distancia entre nosotros era solo de unos centímetros y el calor en ese lugar era cada vez más fuerte, cada vez más sofocante.

—Lo siento, intenté abrirme camino, pero solo logré llegar  hasta aquí, no creo poder moverme más —me dijo al oído para que pueda escucharlo entre tanto bullicio.

—¡Esta bien! —exclame sonriendo—. Yo intente lo mismo, ninguno llego lejos.

Mm —asintió—. Parece que ambos intentábamos escapar.

—Ninguno lo logró —reí—. De todas formas no estamos tan mal cierto.

Sonrió después de escucharme y volvió a mirarme a los ojos, de repente el movimiento de la personas lo empujó más sobre mi, pero se detuvo apoyando sus manos por la pared dónde nos arrinconaron, aunque eso no evitó que por unos segundo nuestras narices se rozaran.

SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora